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Arte y Espectáculos 28 de noviembre de 2016

Gran debut protagónico de Juan Grandinetti

Tomó su primer papel principal en cine con "Pinamar". El filme de Federico Godfrid participó de la Competencia Argentina del Festival de Cine y ganó el premio a la Edición.

Más allá del apellido, en la película “Pinamar“, Juan Grandinetti demostró que tiene talento propio como para hacerle frente a un oficio en el que su padre ya tiene un lugar ganado, y en el que él hace su propio camino, sin renegar del apellido, pero marcando diferencias.

“Apunto a tener un criterio para aceptar las cosas que quiero hacer. Ya en la vida aprendo mucho de mi viejo y el trabajo no le escapa eso, soy afortunado y quiero aprovecharlo al máximo porque lo admiro como padre y colega”, dijo el actor en un extenso reportaje.

Con una actualidad en “Pilarcita”, de María Marull, y pasado en obras como “Grietas”, de Lola Banfi, “Romeo y Julieta”, dirigida por Virginia Lago y “Toc Toc”, con dirección de Lía Jelin, este año Juan también pudo filmar otras tres películas, todas con su padre.

En “Pinamar”, el coprotagonista Agustín Pardella y Grandinetti representan a dos hermanos que viajan a esa ciudad para vender la casa que fue de su madre, fallecida en un accidente, dando la desolación del fuera de temporada el marco ideal para reencontrarse con los recuerdos y enfrentar a sus fantasmas.

Grandinetti (Pablo) representa al hermano mayor, taciturno y con sentimientos guardados, cuya importancia son los juegos de los silencios y las pocas frases, transmitiendo ese sentimiento de pérdida en algo palpable para el espectador y que al final termina desnudando.

“Fue un proceso intenso. Yo no conocía el mundo del cine, hice mucho teatro desde 2010. Fui muy afortunado porque Federico tiene muy en claro lo que quiere, dirige de una forma muy especial y muy contenedora. Era lo primero que hacía y yo estaba lleno de miedos de cómo pasar del teatro al cine”, afirmó el intérprete.

– Tu trabajo y el de Pardella generan mucha empatía.

– Hay mucho de Pablo y también de Juan en el personaje. No volví a tener una dirección así, como la de Fede. Juan es introvertido, tímido, un poco fóbico a la gente. Tengo muchos amigos, pero me gusta estar solo y pensar. Me gustan los consejos, pero en base a conceptos ya hechos.

– Encarar la muerte de la madre, siendo tan jóvenes, es algo duro para transmitir.

– A mí no me pasó, pero justo mi vieja se había ido a vivir a Barcelona, algo que fue duro porque yo había convivido con ella toda mi vida. Por esta separación, pude mezclar un poco esos sentimientos. Hubo una escena en la película, que no quedó, en la que realicé esa memoria emotiva, porque para mí fue muy movilizador cuando se fue.

– ¿Cómo sentiste la adaptación al cine?

– Es un laburo que fui aprendiendo a medida que rodábamos. El teatro me da más miedo porque la gente está ahí y no hay corte que valga. Acá, por otro lado, es muy difícil no distraerse con el detrás de cámara. Eso lo fui a prendiendo con el rodaje. Es otra metodología, me agarró en un buen momento para nutrirme como actor y sumar herramientas. Al principio me costó, me doy cuenta cuando veo la película, pero confié plenamente en la apuesta y fue un gran acierto de los diálogos silenciosos, sin texto.

– Y seguís en cine…

– Sí, vengo de hacer tres películas. Una de Lucas Figueroa, otra de Alberto Lecchi, y la última de Toti Glusman. Estoy muy conforme, aunque no tengo proyectos en concreto para este año. En las tres trabajé con mi viejo (en dos hacen de padre e hijo) y, al finalizar la última película, nos abrazamos porque se pudieron dar.