Arte y Espectáculos

Guasones mete tragos de country y canción rockera en su receta

El grupo platense acaba de editar su octavo disco de estudio donde sale del corset rockero y se mete en el género canción con resultados más que interesantes.

“Hasta el final” es el octavo disco de estudio de Guasones, en el que la banda de La Plata mezcla su estirpe rockera con lo que se denomina “americana” una mezcla de country, folk, western y blues en este nuevo trabajo.

La banda integrada por Facundo Soto en voz, Maxi Tym en guitarras, Esteban Monti en bajo y Damián Celedon en batería, decidió trabajar varias canciones de su disco con Coti Sorokin como productor, otras con Matías Sorokin que se sumo a la formación del grupo como segundo guitarrista y las restantes con Álvaro Villagra.

Un riff engañoso, tramposo y bien stoniano abre el disco en “Nada que ganar” con Soto quemando su garganta, mientras la base va bien al frente, y la banda juguetea sobre el escenario hasta que la estirpe Stone copa toda la escena con un tema que moverá al publico de Guasones en los shows.

“Hasta el final” tiene un ritmo más de medio tempo, bien cancionero romántico, muy bien arreglado, con un buen trabajo de las guitarras y el aporte de Sorokin desde las perillas. Un gran solo de guitarra y un logrado estribillo, le dan todas las características de hit a esta canción.

“Canción para un amigo” es una incursión de Guasones en el genero americana que mezcla, country, rock, western y blues, de manera muy bien lograda, con una canción bella, con un gran trabajo instrumental, emotivo el trabajo vocal de Soto.

Esa línea cancionera americana se mantiene en “Del olvido” con guitarra slide, buena cobertura de los teclados que preceden a un estribillo bien logrado y arreglado, en la que Guasones honra la tradición de la canción rockera argentina. “Leila” es un rock and roll bien sureño, con arreglos de piano blusero, con un formato más campesino dedicada a una de esas chicas que pueblan la mitología del rock.

“Escapar” es otro medio tempo asentado sobre un interesante trabajo de las guitarras arañadas, bien rockeras pero en un tono más bajo que “HDP” que tiene el sonido más duro y la letra más fuerte ya que Soto le pasa duras facturas al ex intendente platense Pablo Bruera, que cuando ocurrió la terrible inundación de el 2 de abril de 2013, se encontraba de vacaciones en Rio de Janiero, mintió diciendo desde twitter que estaba en la capital bonaerense y eso le gano el repudio de toda la población. Esa inundación dejo un número no precisado de victimas y un tristísimo recuerdo para los platenses.

En “Espejo roto”, Guasones retoma una línea rockera sobre noches gastadas, jugadas, de excesos y amaneceres químicos y el disco se endurece y vuelve a un rock más sureño a lo Allman Brothers o Lynyrd Skynyrd, bien sucio, gritado y de reviente.

El ritmo más cancionero regresa con “Volar” una balada bien rockera, con las guitarras al frente, con un lindo solo y Soto desgañitándose por las noches tratando de recuperar a su chica. La línea más cruda del rock campesino tiene un nuevo capitulo con “Culebras” donde Soto se mete en la piel de un tex-mex con una letra bien cruda que también puede rodearse perfectamente de un pasaje del norte argentino. Otra vez se destaca el trabajo de Maxi Tym en las guitarras y el aporte de los teclados.

La banda cierra el disco con un rock and roll bien stoniano en “Monsterland” haciendo mención al estudio donde grabaron el disco y que Alvaro Villagra levanto en la localidad bonaerense de General Rodríguez. La canción tiene un final de coro al estilo de la stoniana “You Can’t Always Get What You Want”, muy bien lograda.

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