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La Ciudad 7 de abril de 2024

Guiños de Montenegro a Milei y la bandera blanca de una diputada

El intendente se alinea con el cambio que propone el Gobierno. Culpa de todo al kirchnerismo y el gobierno anterior. Sus gestos ya empiezan a generar reciprocidad.

Guillermo Montenegro.

Por Ramiro Melucci

Si cada palabra que pronunció, cada paso que dio y cada decisión que tomó Guillermo Montenegro en los últimos días pudieran condensarse en X, el presidente Javier Milei, usuario habitual de la red social de Elon Musk, le pondría “me gusta”. En una de esas lo repostearía.

El intendente apoyó la candidatura del juez Ariel Lijo para la Corte Suprema. Fustigó al kirchnerismo. Dijo que hay que acompañar al nuevo gobierno. Anunció el descuento de los días de paro a los municipales. Exageró hasta darle categoría de récord a los excelentes números de Semana Santa. Responsabilizó del déficit con que cerró el municipio en 2023 al gobierno nacional anterior. Y no se mostró preocupado ni por el cierre de organismos nacionales ni por los despidos en el Estado.

Mientras hacía gestiones en Buenos Aires y trajinaba por los ministerios, el intendente le dio una ayuda a su viejo colega tribunalicio, fuertemente resistido por algunos sectores, para que llegue al órgano máximo del Poder Judicial. Era a su vez un guiño al Gobierno, cuestionado por esa nominación. Hubo más. Después de elogiar el cambio que propone Milei y de encolumnarse entre los esperanzados de que “esto va a mejorar”, llamó a trabajar “para que el kirchnerismo no gane nunca más”. Cuando lo consultaron por el recorte de la obra pública, habló como quien sufre el flagelo desde hace años: “Ni Kicillof ni Fernández me hacían mucha”.

Al regreso, en una conferencia de prensa a agenda abierta en la que volvió a marcar presencia, insistió en que la crisis que sufre el país es heredada y no se le movió un músculo de la cara cuando le preguntaron por la ola de desvinculaciones en el Estado. Bien lejos, otra vez, de Fernanda Raverta, a quien se vio en algunos de los reclamos de los estatales.

La necesidad de plantear que el fin de semana extralargo fue un éxito sin el anabólico del Previaje llevó primero al Ente de Turismo, y luego al propio Montenegro, a considerarlo un récord. “Absoluto”, se apuró a decir, erróneamente, el organismo que da las cifras. Para mostrar la cara de la Argentina que puede tomarse vacaciones, el dato le servía más al gobierno de Milei que a Montenegro. De ahí la repercusión inmediata que tuvo en medios y redes sociales. Era verdad que había un aluvión de turistas en plena crisis; no que nunca se hubiera registrado una cifra similar o mejor.


A Montenegro no se le movió un músculo de la cara cuando le preguntaron por la ola de desvinculaciones en el Estado. Bien lejos, otra vez, de Fernanda Raverta, a quien se vio en algunos de los reclamos de los estatales.


Ante tantas demostraciones de afecto, el gobierno libertario empieza a retribuir. Le abre al intendente las puertas de sus ministerios y secretarías para que cuente sus vicisitudes. Se compromete a pensar alternativas para el financiamiento del sistema educativo municipal o para eventos como el Festival de Cine. Le planta una bandera blanca con proyectos como el de la diputada marplatense Juliana Santillán para que las tierras de El Marquesado vuelvan a manos del Estado nacional.

El predio de 140 hectáreas en que una agrupación ligada a Juan Grabois planeaba llevar adelante un proyecto agroecológico fue cedido a último momento por el gobierno anterior a la Provincia. La decisión la “denunció” en su momento Alejandro Rabinovich, el hombre de Montenegro en el Senado bonaerense. Ahora Santillán toma la posta y pide que vuelva a la Nación. 

Hubo en los fundamentos del proyecto dos párrafos novedosos. Uno porque agrega un dato que no estaba en la esfera pública: el gobierno bonaerense pensaba poner la posesión del inmueble “nuevamente en cabeza de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular”, señaló. El otro porque es el primer elogio que se le conoce a Santillán del gobierno de Montenegro: “Los lugareños ven como una provocación la cesión de forma discrecional a este grupo que atenta sobre el desarrollo sostenido que se ve reflejado en la zona, ya que con mucho esfuerzo por parte de los privados y de los organismos del Estado municipal se vienen realizando inversiones estratégicas en dicho barrio en la búsqueda de fomentar la iniciativa privada en turismo y entretenimiento”. No es poco para una diputada que en el inicio de la nueva gestión llegó a lanzar una crítica semanal a Montenegro.


La diputada nacional Juliana Santillán, de La Libertad Avanza.

La diputada nacional Juliana Santillán, de La Libertad Avanza.


“Las agendas van confluyendo”, admitió un hombre del PRO. Tienen un rival común (también con el radicalismo) en la provincia de Buenos Aires: Axel Kicillof. Rabinovich saltó a los medios nacionales con su crítica impiadosa al documental que dirige el ministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak, sobre la gestión de la pandemia: la comparó con una propaganda goebeliana. También Alejandro Carrancio, el senador marplatense de La Libertad Avanza, la criticó desde sus redes.

No todas las noticias de Mar del Plata con repercusión nacional fueron, sin embargo, motivo de júbilo oficialista. Los pasacalles que colgaron los vecinos de Félix U. Camet con amenazas de hacer justicia por mano propia contra los delincuentes que roben en el barrio no es para que nadie se sienta orgulloso. Ni cómodo. Porque es cierto que la principal responsabilidad en materia de seguridad es de la Provincia, pero es la ciudad de Montenegro y los afectados no suelen andar con tantas vueltas a la hora de repartir culpas.


En el primer elogio que se le conoce a Santillán del gobierno de Montenegro, la diputada dijo que “los privados y los organismos del Estado municipal vienen realizando inversiones estratégicas” en la zona sur de la ciudad.


A la espera de que en algún momento se cumpla la promesa de Patricia Bullrich de mandar fuerzas de seguridad a Mar del Plata, el intendente pelea en otros frentes. En modo Adorni, anunció que por primera vez les descontará el día a los municipales que se plegaron al paro del viernes y ayer. “Cuando no alcanza, no alcanza”, fue su muletilla para rechazar el aumento del 35% que solicitó el sindicato. Un sinónimo del “no hay plata” de Milei. 

La medida de fuerza por 48 horas se sumó al paro que los docentes del municipio hicieron el jueves en adhesión a una convocatoria de Ctera. Para los alumnos del sistema educativo municipal, la consecuencia resultó lastimosa: la semana pasada, tras el feriado del lunes y el martes, sólo tuvieron un día de clases.

En el plano numérico sorprendió el déficit de $ 5 mil millones que arrojó la rendición de cuentas del 2023. El municipio venía de resultados superavitarios en los años anteriores y se ufanaba de tener las cuentas ordenadas. ¿Qué pasó? Montenegro no dudó un segundo en deslindar responsabilidades: fueron el kirchnerismo y Massa con la “máquina de hacer plata” los que ubicaron la inflación por encima del 210% cuando el año pasado las tasas aumentaron 73%.

Pero el intendente no quiere que su nombre quede asociado a ningún desequilibrio financiero. Menos en épocas en que debe hacer gala de su motosierra para que el municipio funcione. Apenas dejó correr la noticia del déficit (que los medios no se enteraron por boca del municipio sino leyendo las rendiciones enviadas al Concejo) unos pocos días. En la conferencia de prensa del viernes ya lo presentó como parte del pasado. Con “mucho esfuerzo” las cuentas volvieron a estar equilibradas en tres meses. En plena recesión, con la coparticipación y la cobrabilidad a la baja, esto sí parece un récord.



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