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La Zona 8 de febrero de 2019

Hasta el domingo rugirán los motores de la Fiesta Nacional del Automovilismo

Se inició con la creación del Paseo "Toto" Fangio y un homenaje a los mecánicos. Habrá exhibiciones, paseos y una carrera de baquets y shows musicales.

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BALCARCE (Corresponsal).- A pura emoción la Fiesta Nacional del Automovilismo se puso en marcha con un reconocimiento inédito hasta el momento como fue una entrega de diplomas a los mecánicos que son quienes detrás de escena posibilitan que los pilotos ganen carreras.

Fue en el marco de la creación del Paseo Rubén “Toto” Fangio, el hermano de Juan Manuel que con su taller y su sapiencia acompañó su carrera deportiva en el país y Europa.

Su hija Liti, sobrinos y nietos fueron de la partida del reconocimiento a ese tipo bonachón y simpático que atesoraba siempre esas historias de taller. Fue el gran ladero de Juan Manuel en los tiempos en que el “Chueco” era un simple pibe de barrio que solo sabía barrer un taller para ganarse un mango y aprender de autos.

Una simbiosis entre el mecánico y el piloto es un valor agregado que solo lo saben y adoptan aquellos que están un paso adelante como fue el “Chueco”. Uno de los reconocidos en la noche del jueves fue el constructor de autos, Tulio Crespi. Ese que tuvo una estrecha relación con Juan Manuel. Fue a quien le confió que en un sábado de clasificación europea tenía problemas con su auto. Sin embargo, los mecánicos le dijeron: “tranquilo chueco que mañana tu auto va a andar muy bien”. Y finalmente Fangio ganó la carrera del domingo. Pero, ¿qué pasó en el medio? La complicidad y amistad con los mecánicos hizo que durante la noche y madrugada los preparadores cambiaran la carrocería entre los autos del equipo y Fangio corriera con el auto de su compañero y así pudiera alzarse con la victoria.

Esa y miles de anécdotas se fueron contando a lo largo de la noche en lo que se denominó la peña del automovilismo. En el escenario montado frente al taller “Escudería Fangio” pasaron dos mecánicos representativos como Omar Baudo y Hugo Sánchez. Poco acostumbrados a las cámaras y los micrófonos que son habitualmente parte de la escenografía de los pilotos supieron agradecer la deferencia y no ocultaron el brillo de sus ojos. Como cuando pulían esos metales que eran los impulsores de los autos que andaban a toda velocidad por las pistas del mundo.

Y por supuesto la noche tenía que tener olor a nafta, el ruido inconfundible de los autos de carrera y ese caño de escape que se llena de humo cuando el acelerador a fondo.

De esa forma se puso en marcha la 27ª Fiesta Nacional del Automovilismo que busca su espacio entre reconocimientos y vivencias mientras espera con ansias que esa “espada de Damocles” que pesa sobre el autódromo Fangio se corra para que la ciudad siga siendo la cuna del automovilismo.