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Hobson será el decimosexto NBA en jugar para Peñarol

De Joe Cooper a Nicolás Brussino. Los que jugaron mucho y los que lo hicieron poco. Los que dejaron un recuerdo imborrable, como Wallace Bryant, Michael Higgins y Sherell Ford, y los que no. Y el extraordinario caso de "Chapu" Nocioni.

por Sebastián Arana

 

 

El antecedente de haber actuado en la NBA, en los primeros años de la Liga Nacional de básquetbol, generaba un respeto mayúsculo. Al jugador que llegaba al país con semejante pergamino, y por ende al equipo que lo contrataba, se los veía con otros ojos.

Con los años la imagen del ex NBA, de alguna forma, se fue desacralizando. Fueron más de doscientos los jugadores que llegaron a la Liga Nacional con esa carta de presentación, gran parte de ellos en la década del ’90, a raíz del infame “uno a uno”. Y hubo de todo. Jugadores con mucho orgullo, ganadores, al lado de otros que venían a gastarse las últimas fichas de sus campañas.

Peñarol de esta ciudad, como muchos, aprovechó esa relación peso-dólar tan conveniente para importar y no escatimó esfuerzos para nutrirse de calidad extranjera.

Darington Hobson, el alero que confirmó como refuerzo el último sábado, será el decimosexto NBA contratado por Peñarol para jugar la Liga. De sus catorce antecesores, los primeros diez llegaron entre 1990 y 1996, en pleno apogeo del plan económico neoliberal de Menem y Cavallo.

El primero fue Joseph Cooper, un pivote de 2,08 metros, que había sido elegido en tercera ronda del draft por New Jersey Nets y había disputado 24 partidos en el mejor torneo del mundo entre 1981 y 1985 en los Nets (1), Los Angeles Lakers (2), Washington Bullets (5), San Diego Clippers (13) y Seattle Supersonics (3). Como es lógico, generó una gran expectativa. Lento, algo excedido de peso, un poco apático, mostró algo de su calidad en 25 partidos de la temporada corta de 1990 y una gran visión de juego. Pero sus 17,3 puntos y 9,6 rebotes de promedio por partido no movieron la aguja en un equipo que terminó la temporada sin pena ni gloria en la Reclasificación.

Joseph Edward Cooper, una “montaña” de grande. El primer ex NBA que tuvo Peñarol.

En la temporada 1991/1992 vinieron tres NBA a Peñarol. El caso de Brian Howard, un alero de gran tiro y muy prolijo, fue extraordinario. Porque fue el único en saltar a la NBA después de haber jugado la Liga Nacional. Acá jugó 7 partidos con buenos números (17,4 puntos y 5,6 rebotes) y lo dieron sorpresivamente de baja por una “movida” interna. Saltó inmediatamente a Dallas Mavericks, que le hizo primero un contrato por diez días, luego se lo renovó hasta final de temporada y, a continuación, se lo extendió por otra más. Terminó jugando 95 partidos en la franquicia texana cuando acá lo habían despedido. Una locura.

Los otros dos fueron los pivotes James Lampley (27 partidos en Philadelphia Sixers en la temporada 1986/87) y Milos Babic (21 partidos entre Cleveland Cavaliers y Miami Heat en la 1990/91). El primero, aunque con buenas estadísticas (16,7 puntos y 8,1 rebotes), pasó sin pena ni gloria. Con parecidos números (17 puntos y 7,8 rebotes de promedio), al serbio se lo recuerda mejor por su gran intervención en el primer triunfo liguero sobre Quilmes.

En la temporada del primer título de Liga Nacional hubo otros tres ex NBA en el equipo. El ala-pivote Ed Horton (45 partidos para Washington Bullets en 1989/1990) apenas si se puso la camiseta. Jugó los dos partidos del primer fin de semana (10 puntos y 6 rebotes de promedio) y se fue. Dos fechas después se sumó al equipo el pivote Kenneth Johnson (64 cotejos para Portland Trail Blazers en 1985/1996), muy corpulento, no muy alto y de brazos interminables. Tras trece partidos, con 11,7 puntos y 9,8 rebotes de promedio, Néstor García resolvió prescindir de sus servicios.

Su reemplazo fue inolvidable. Wallace Bryant, un centro de 2,13 metros, elegido en el puesto 30 por Chicago Bulls en el draft 1982, había disputado 102 encuentros en la NBA entre 1983 y 1986 en Chicago Bulls, Dallas Mavericks y Los Angeles Clippers. Peñarol, gracias a su excelsa calidad, pasó de ser un equipo discreto a una máquina de ganar y terminó siendo campeón. Sus 14 puntos y 9,8 rebotes de promedio no dimensionan del todo la contribución de un jugador que hacía jugar bien a todos.

En el torneo siguiente no tuvo tanta suerte Peñarol con Matt Fish (50 partidos en la NBA entre 1994 y 1997 en Los Angeles Clippers y Toronto Raptors), un interno duro. Apenas 6 cotejos (12,3 puntos y 8,3 rebotes), rendimientos poco convincentes y una fuga antes de los play-offs que dejó al equipo “rengo” para el tramo más importante del torneo.

Michael Higgins, en cambio, sí dejó un gran recuerdo. El “Faisán”, pieza clave del equipo en la temporada 1995/1996 con 15,6 puntos y 8,9 rebotes, había jugado 18 partidos a comienzos de la década del ’90 entre Los Angeles Lakers, Denver Nuggets y Sacramento Kings. Acá encajó perfecto dentro de un equipo con grandes atacantes -“Pichi” Campana, el más notable- y rindió de acuerdo a sus antecedentes.

Michael Higgins y Víctor Ochoa en una práctica. El “Faisán” fue uno de los mejores ex NBA que pasó por Mar del Plata.

Norris Coleman, talentoso ala-pivote arribado al torneo siguiente en un momento de gran confusión y de vaivenes económicos, había jugado 29 partidos para Los Angeles Clippers nueve años antes de llegar a Peñarol. Pese a que arrastraba una lesión importante, mostró su calidad ofensiva (22,6 puntos de promedio) en 22 partidos, aunque no mejoró gran cosa la producción global del equipo.

Coleman, “cortado” porque no se le podía pagar lo que ganaba, fue el último extranjero de la época de la convertibilidad.

Cuando Sherell Ford (28 partidos para Seattle Supersonics en la temporada 1995/1996) llegó en 2004, Peñarol se había olvidado casi de lo que era contar con un ex NBA. Defendía poco y tenía fama de irse antes de terminar los contratos. Pero era un jugador finísimo, uno de esos distintos que hacía todo con elegancia. Este alero en 52 partidos promedió 21,1 puntos y 6,4 rebotes, dejó un muy buen recuerdo y ¡jugó todo el año!

La caricia de “Tato” Rodríguez a la calva de Sherell Ford después de un clásico. Peñarol ganó varios esa temporada con ese extranjero.

Nadie vino a Peñarol, sin embargo, con tantos antecedentes como el pivote Anthony Bonner. Este pivote estadounidense había jugado 318 partidos en la NBA a lo largo de seis temporadas: tres en Sacramento Kings, dos en New York Knicks y una con Orlando Magic. Y entendía absolutamente todo. Joe Bunn, integrante de ese equipo y fanático de los Knicks, estaba fascinado: “Yo pagaba la entrada por ver a este tipo”, les decía a sus compañeros.

Desafortunadamente, Bonner apenas pudo jugar un partido completo, una exhibición frente a River. Al siguiente cotejo, se lesionó y no pudo jugar en el resto del campeonato.

El último estadounidense ex NBA (8 partidos para Boston Celtics en 2009/2010) que tuvo Peñarol fue Justin Giddens, un alero tan talentoso como emocionalmente inestable. Mientras se sintió a gusto con el equipo y en la ciudad, rindió a satisfacción. Algo se torció y su aporte comenzó a declinar (finalizó con promedios de 12,1 puntos y 5,6 rebotes en 17 cotejos) hasta terminar un un despido. Desde entonces, temporada 2014-1015, hasta hoy ya no hubo más ex NBA en Santiago del Estero y Garay.

Antes de la confirmación de Darington Hobson, Justin Giddens había sido el último ex NBA en pasar por Peñarol.

La última mención es para dos casos extraordinarios. Al tratarse de NBA la dirección de los recuerdos apuntan a los extranjeros. Pero Peñarol se dio el lujo de contar con dos de los pocos argentinos que jugaron el mejor torneo del mundo. Por dos partidos en la temporada 2011/2012 y por el torneo Súper 8, Andres Nocioni fue “milrayitas”. El “Chapu” disputó nueve temporadas y 514 partidos en la NBA promediando 10,5 puntos y 4,5 rebotes en Chicago Bulls, Sacramento Kings y Philadelphia Sixers.

 

La felicidad de Andrés Nocioni y Leo Gutiérrez en la presentación de “Chapu”, el NBA criollo.

Y en la temporada 2015/2016, como si fuera poco, lo tuvo a Nicolás Brussino -14,6 puntos y 5,5 rebotes en 59 encuentros- antes de dar el salto a los Dallas Mavericks, como había hecho en su momento Brian Howard. El santafesino luego actuó en 58 partidos en La Meca del básquetbol, 54 para los texanos y 4 para Atlanta Hawks. Un verdadero motivo de orgullo para los peñarolenses, que podrían inflar más el pecho si Facundo Campazzo cumple su sueño de jugar con los mejores.

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