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La Zona 6 de agosto de 2016

Homenajearon al único balcarceño que se le realizó un busto en su ciudad

Se trata del paleontólogo Lucas Kraglievich que hubiera cumplido 130 años. El club rotario recordó su figura al pie de su monumento.

El Club Rotario le rindió homenaje a Kraglievich.

por Sebastián Plaza

BALCARCE (Corresponsal).- El jueves pasado se cumplió el 130º aniversario del nacimiento del paleontólogo balcarceño Lucas Kraglievich que cuenta con un reconocimiento exclusivo: es el único habitante de esa ciudad al que le hicieron un busto para honrarlo y recordarlo.

Aunque parezca mentira ni el mayor embajador deportivo que tuvo la comunidad tiene un busto que lo recuerde. Sí, Juan Manuel Fangio tiene un museo, una escultura con sus cinco campeonatos mundiales y una obra artística de su “Flecha de Plata” pero no un busto que lo honre.

Lucas Kraglievich nació en Balcarce el 3 de agosto de 1886, en el ángulo sudoeste del campo de Lastagaray. En ese lugar su padre era dueño de una panadería y donde además había una posta de diligencia que corría entre Ayacucho y Balcarce.

Cumplidos sus nueve años fue llevado a la casa de sus abuelos en Buenos Aires para que allí continuara los estudios elementales, secundarios y universitarios.

En la Facultad de Ciencias Exactas Físicas y Naturales de la UBA se recibió de ingeniero mecánico aunque no concurría demasiado a clases porque aprovechaba sus días haciendo cálculos algebraicos en un pizarrón que tenían sus abuelos.

En los últimos meses de 1912 y último de 1913, en compañía de su condiscípulo el ingeniero Juan de Ortúzar, efectuó una excursión de estudio que comprendió el territorio de Chubut y antiguas formaciones sedimentarias patagónicas.

En la década del ’20 conoció a su maestro, Juan Carlos Ameghino, a quien acompañó en sus investigaciones y sus exploraciones para encontrar fósiles.

Con la muerte de Ameghino se abrían las puertas para sucederlo en el Museo de Buenos Aires pero la política decidió en ese momento descartarlo y todos sus conocimientos debió llevarlos al Museo Histórico Natural de Montevideo, donde se desempeñó como Jefe de Sección Paleontológica. En su despedida del país expresó que “volvería cuando aquí a los hombres de ciencia no se les considere como simples dientes del engranaje administrativo”.

El Dr. Claro Dassen dijo en ese momento que “vos habéis sido de miseria y de disgustos y os debéis expatriar para atender el sustento de vuestros hijos. Sin embargo, vuestra ciencia es de quilates, adornada de la modestia y discreción del sabio de verdad”.

Sin embargo, sus monografías sobre gravígrados y publicaciones en los “Anales del Museo Nacional de Historia de Buenos Aires” fueron recibidas con honor en círculos científicos europeos y norteamericanos. Fue tenido en cuenta en la reedición del 2do tomo del “Manual de Paleontología de Zittel” y en la gran obra que el sabio norteamericano Chester Satch publicó sobre “Gravígrados del Occidente de América del Norte”. Ambos galardones no cambiaron su modestia que continuaba honrando la ciencia argentina.

Cuando era ayudante técnico ya se habían catalogado sus colecciones paleontológicas: la  numeración de piezas fósiles superó las 11.000.



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