CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
Deportes 10 de marzo de 2020

“Iba prácticamente en las nubes”

Nora Alicia Vega y el recuerdo del paseo con la antorcha en la inauguración de los Juegos Panamericanos que se realizaron en Mar del Plata.

Cruza por la verde alfombra de césped del estadio “José María Minella” y no puede evitar mirar hacia arriba, donde se yergue ese arco inolvidable que custodió el fuego panamericano. Su mirada -y el tiempo- parecen detenerse.

O, más bien, trasladarse. A aquel mágico momento de hace 25 años, cuando Nora Alicia Vega, que ya era una deportista destacadísima, se transformó en leyenda inmortal tras encender la llama del pebetero de la cita continental marplatense. Por eso, y por haber ganado dos medallas de oro, una de plata y una de bronce en aquella cita continental, sus palabras y sus recuerdos tienen hoy un valor infinito. Y representan, también a los otros 701 deportistas que vistieron la celeste y blanca en aquellos Juegos del ’95.

-Ya pasaron 25 años de ese momento inolvidable. ¿Lo podés creer?
-Parece mentira. Y el espejo los refleja (se ríe).

-¿Qué sentís cuando entrás al estadio y ves el camino que recorriste aquel día?
-Es un recuerdo muy lindo. Recuerdo la ansiedad mientras llegaba la antorcha. Hace poco vi unas imágenes del traspaso y la entrada al estadio. Fue muy emocionante, iba prácticamente en las nubes. Era muy fuerte entrar al estadio de fútbol, repleto, y que algunos gritaran mi nombre.

-Y con la tremenda responsabilidad de encender el pebetero…
-Sí, encender la llama es el símbolo de la inauguración oficial de los Juegos. Tengo recuerdos imborrables aunque mi memoria es muy mala (risas). No tanto de los momentos previos, mientras esperaba, aunque sí fue una espera larga. Fue un día fantástico, pero también muy cansador para lo que yo tenía al otro día. Hacía años que me venía preparando para correr esa carrera.

-¿Todo ese cúmulo de sensaciones también te podían jugar en contra? Porque al otro día tenías que competir..
-Después de todas esas emociones, a la noche tenía que tratar de dormir y descansar lo mejor posible porque al otro día estaban los 300 metros contra reloj, mi especialidad. No podía fallar. Para el patín carrera, los Panamericanos eran prácticamente un Mundial por el nivel de los competidores. Yo venía de hacer podio en el Mundial de Francia y la campeona había sido la estadounidense Gypsy Lucas. Así que ganarle en mi pista, en donde nací y viví, porque el Patinódromo era mi segunda casa, con toda mi familia en la tribuna, fue maravilloso.

-Con 16 años de diferencia y en otras condiciones, volviste a ganar cuatro medallas. ¿Cómo lo explicás?
-Seguramente mucho surge de la pasión que siempre le pusimos al patín. Yo corrí los Juegos Panamericanos de San Juan, en Puerto Rico, en 1979, con patines con ruedas de madera. En Mar del Plata 1995 corrí con patines en línea y volví a ganar cuatro medallas, aunque esta vez no fueron las cuatro de oro.

-Ganaste dos doradas, pero vos siempre dijiste que eran casi tres…
-Lo que pasó en los 300 metros en ruta fue algo insólito. Cosas que suceden en Argentina, nada más. Un juez neuquino me cobró tres largadas en falso. Puede haber sido la primera, pero las otras dos, no. Si en los torneos internacionales los técnicos de otros países se acercaban para filmar mis largadas. Pude haber fallado en la primera por nervios, pero las demás no se me iban a escapar. En una carrera que se define por milésimos, me tocó llegar segunda y ganar la medalla de plata.

-Por lo deportivo y por lo sentimental, ¿los Juegos del ’95 fueron una experiencia inolvidable?
-Viví los Juegos de todas las maneras. Primero, desde adentro, con la inauguración, algo fuertísimo. En la parte competitiva, con éxitos muy importantes; lo viví también como espectadora, en otros deportes, como en la final del vóley; y me tocó premiar, como cuando entregué la medalla de oro en el fútbol, o en el básquetbol, con los estadios siempre llenos y muchas veces la gente aplaudiéndome o coreando mi nombre.

-Vos que pudiste vivir otras competencias internacionales fuera del país, ¿cómo calificarías a la respuesta del público en Mar del Plata ’95?
-Algo increíble. La gente, la organización, los voluntarios, las competencias, todo. En los meses previos no se veía que la ciudad estuviera enganchada. Era como algo exclusivo del ambiente del deporte. Cuando se acercaba la fecha fue tomando temperatura y a partir de la inaguración se produjo la explosión. Fue un impacto social y cultural enorme, que excedió claramente a lo deportivo.



Lo más visto hoy