Arte y Espectáculos

Iván Noble: “Un puñado de canciones que escribí todavía le arañan el corazón a alguna gente”

"El arte de comer sin ser comido" es el flamante material que traerá a esta ciudad, aunque no descuidará sus eternos clásicos. El paso del tiempo, la introspección y la rebeldía en este artista de 54 años.

 

 

Original e introspectivo, con sus inevitables marcas de época, “El arte de comer sin ser comido” es el nuevo disco de Iván Noble que sonará  este sábado en Mar del Plata, desde las 21 en Vorterix Club (Diagonal Pueyrredon 3338).

El disco completo se puede escuchar en https://music.youtube.com/playlist?list=OLAK5uy_le5x9kRIw3fXsurl4g27tq0PY7_pP4nOE

Hijo directo de la pandemia de Covid-19 y del encierro vivido en 2020, el disco está atravesado por un clima hogareño, piano mediante, y un espíritu calmo. “Es un disco muy íntimo, muy de puertas para adentro, muy casero y tiene una pátina de cosa de melancolía y de nostalgia, supongo que por el hecho de haber extrañado y añorado lo que suponíamos que era la vida antes de esa pesadilla”, cuenta Noble sobre el origen de sus nuevas canciones.

 


“¿Cómo puedo ser rebelde a los 54 años siendo un perfecto burgués?”


 

Al flamante material musical, en el recital el ex Caballero de la Quema agregará al repertorio sus clásicos, los que dieron forma a su obra musical desde hace varias décadas. “Pensar que la gente solo quiere escuchar lo que yo tengo ganas de tocar me parece que no, agradezco que después de tanto años un puñado de esas canciones que escribí todavía le arañan el corazón a alguna gente”, dice en una entrevista con LA CAPITAL.

De ahí nace su buena relación con los clásicos y la necesidad de agradecer la presencia de esas canciones que, cuenta, suelen emerger vestidas con el ropaje de una historia. “Son el tipo de canciones que me gustan -explica-, me gustan mucho las canciones que cuentan cuentos, que podrían ser una colección de escenas de una película o una poesía o un pequeño capítulo de un cuento, me gusta pensarlas de esa manera, a veces uno llega a buen puerto y a veces no, pero la intención está”.

-Estas nuevas canciones también tiene al factor tiempo como clave, tu madurez, el mirar para atrás, lo retrospectivo ¿por qué?

-Tengo 54 años y cada vez más el paso del tiempo para mi es el tema, con mayúscula, no solo en las cosas que hago sino en las que disfruto, cuando leo, cuando miro películas, cuando escucho música, en general cuando de lo que se trata o de lo que me hablan es del paso del tiempo es cuando más me siento interpelado. Es una constante.

-¿Cómo te pega el paso del tiempo?

-Depende del día, uno cree que está más blindado contra eso, yo me apoyo mucho en la vida que llevo que por ahora es muy satisfactoria, soy muy agradecido y tengo un oficio que me encanta y que me va bien, digamos no debería tener ningún motivo para quejarme. El paso del tiempo es una cuestión más existencial, no tiene que ver con si te va bien o mal, lo llevo un poco a las patadas, depende de los días. Soy un tipo bastante proclive a espantarme por lo rápido que pasa todo. En ese sentido, los hijos son una prueba muy concreta del paso del tiempo, tener un hijo adolescente es toda una paliza existencial.

-En una de las canciones decís: “Vendimos la piel antes de matar al oso”, ¿es una crítica al funcionamiento del mundo, a la especulación?

-En realidad esa frase remite más a las relaciones personales. Te diría que de un tiempo a esta parte, lo que va pasando en el mundo y en el planeta por supuesto que me ocupa y me preocupa pero las canciones que hago son de piel para adentro, tiene que ver más con abordar los conflictos de vínculos más que con un mensaje social. Cuando era más joven me salía mejor, ahora que salgo menos a la calle me parece que lo que más me ocupa y lo que mejor me sale es hacer canciones de la piel para adentro.

-¿Mutó tu rebeldía?

-¿Como puedo ser rebelde a los 54 años siendo un perfecto burgués? Es muy difícil, sería una caricatura de lo que fui a los 20. Por supuesto que conservo mis enojos y conservo mis posiciones éticas e ideológicas sobre el mundo, pero creo que un tipo de 54 años que hace música y que se declara a sí mismo como un rebelde o como un antisistema es un farsante. Aunque más que enojo, conforme pasa el tiempo uno va teniendo la piel más gruesa. Entonces no es tanto la indignación el motor de lo que me mueve. No me gusta la gente que se indigna todo el tiempo. Trato de no estar en ese lugar, no ser un señor indignado con el pulóver al hombro.

 

 

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