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Interés general 17 de abril de 2020

Jodidos y solidarios: lo que desnuda la crisis

Los argentinos al momento de subir al vuelo que los trajo desde Guayaquil.

Por Nino Ramella
El confinamiento y el miedo a la muerte no mejoran ni empeoran la calidad humana de nadie, pero es cierto que pueden dejar al descubierto la madera de la que estamos hechos. El virus no cambia a la gente aunque sí puede desnudarla… mostrarla tal cual es.

En la misma ciudad, en el mismo barrio… aun en un mismo edificio conviven quienes exponen sus vidas por dos monedas para cumplir servicios comunitarios y quienes con insultos les piden a los gritos que se muden.

Las crisis profundizan los abismos entre unos y otros. Alimentan las grietas con un combustible que no sólo fogonea las diferencias políticas o ideológicas sino que alcanza también otros valores.

Por estos días muchos pensadores se lanzan a vaticinar cambios en la humanidad a partir de la interpretación de lo que nos ocurre hoy. Algo así como preanunciar transformaciones morales activadas por las lecciones que nos deja la pandemia.

No son pocos los que avizoran el colapso definitivo del capitalismo en plazos cada vez más cercanos a medida que aumentan los contagiados y muertos en Estados Unidos. Otros confían en que la vacuna que surja de los laboratorios del Norte respaldará la supremacía occidental.

Hay voces muy calificadas que hablan de cambios de orden ético surgido de las transformaciones individuales que la pandemia nos provoque. “Saldremos más solidarios y más conscientes del valor que lo comunitario tiene en nuestra salvación”.

Se trata de la búsqueda de respuesta a supuestas lecciones morales que nos va a dejar esta crisis.

Suele decirse que un pesimista es un optimista informado. Pues si nos informamos de los cambios que produjeron otras pestes en la historia de la humanidad no podemos concluir en que de esta vamos a salir mejores.

En la antigüedad se decía que las plagas eran castigos divinos por los pecados del sexo y la apetencia de ganar dinero. Tras la experiencia las personas siguieron fornicando a lo chancho prestado y los usureros se multiplicaron.

En Europa durante la Edad Media debieron enfrentar pestes tremendas con millones de muertos. Los americanos sufrieron enfermedades traídas por los españoles como la viruela, peste bubónica, sarampión, tifus…y siguen las firmas. Africa fue devastada por infecciones masivas durante décadas. ¿Fueron esas fraguas alumbradoras de personas más buenas y solidarias? Dejo la repuesta a cada lector.

Comenzamos estas líneas hablando de servidores comunitarios atacados por sus vecinos. En las últimas horas varios han sido los medios -incluido LA CAPITAL- que se hacen eco del drama de los argentinos varados en el exterior.

Se trata de quienes la crisis encontró fuera del país y no pueden regresar, sufriendo las penurias de falta de alojamiento, comida, medicamentos y una serie de carencias además de las afectivas por la distancia.

Es muy revelador ingresar a las páginas de los diarios en los que se trata este tema y leer lo que expresan los foristas. Anímese amigo lector. La cuarentena nos regala ese tiempo. Los acusan de despreciar a su país de origen, de ser nenes de papá que tienen plata, de frívolos que merecen lo que les pasa…entre otras linduras.

Más allá de que alguien piense que si una persona ha podido pagarse un viaje merece ser abandonado, hay muchísimos casos -la mayoría- que no se corresponden con ese estereotipo. Cientos y cientos de jóvenes que fueron a trabajar en los programas de empleos temporarios que lejos están de ser hijos de ricos; personas que han ahorrado años para visitar a algún familiar que vive afuera; matrimonios grandes que lograron hacer ese viaje que soñaron toda su vida…

Muchísimos varados no cuentan con dinero para sostenerse allí adonde están. Y muchas veces ni siquiera teniendo dinero resuelven su situación. En muchos sitios directamente cerraron los hoteles. Por las redes nos llegan situaciones muy angustiantes. “Como una vez al día por la bondad de una persona que se conduele de mi situación”. Hay quienes deben tomar remedios por la cronicidad de sus enfermedades y no tienen manera de conseguirlos.

Muchos de ellos iniciaron su viaje antes de que este tema estallara en el mundo. Sin embargo hay foristas que los insultan y auguran que nadie haga nada por rescatarlos. ¿De dónde nacen esos sentimientos? Tarea para psicólogos.

El virus, como dije, también desnuda a gente de buen corazón. Los varados en Miami recibieron por gestión de nuestro Consulado envíos de insumos que juntaron los residentes argentinos en Florida. No los envió Cancillería -que dicho sea de paso deja desguarnecidos a sus funcionarios en el exterior que hacen bastante más de lo que es lógico esperar de ellos-. Lo juntaron, repito, los argentinos que viven ahí.

El virus, tan democrático que alcanza a reyes y plebeyos, países pobres y ricos, también le da oportunidades de expresarse tal cual son a jodidos y buena gente. Adelante foristas… la puerta está abierta.

 

 



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