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La Ciudad 3 de noviembre de 2019

José busca su verdadera identidad a pesar de las mentiras y el silencio

Di Vito confirmó su sospecha que era apropiado por una indiscreción familiar, hace más de un cuarto de siglo. Ahora busca su verdadera identidad.

José Di Vito se enteró hace más de 25 años que era un bebé apropiado.

por Natalia Prieto
[email protected]

José Di Vito, antes de cumplir los 20 años, se enteró (por una indiscreción de parientes italianos) que era un hijo apropiado, es decir, que sus padres lo habían adoptado ilegalmente. Hoy, más de dos décadas después del descubrimiento, sigue buscando su identidad. “Tengo derecho a saber cuál es mi identidad, saber qué pasó, qué día es mi cumpleaños y cuál es mi nombre”, enumera ante LA CAPITAL en la cafetería de una estación de servicio de Batán, lugar donde vive desde siempre.

Con la excusa del Mundial de Fútbol ’90, su abuela materna lo invitó a visitarla en Roma y conocer a la ‘parentela’. Así fue que José, que todavía cursaba sus estudios secundarios en el Instituto Pablo Tavelli, se embarcó rumbo a la península. Allí, en una visita a sus parientes que vivían en el pueblo Petacciato, confirmó lo que sospechaba desde hacia tiempo: era un chico apropiado.

“Todos hablaban en el dialecto -rememora- y pensaban que yo no lo entendía. Un primo dijo ‘este es el chico que compró Antonio (su padre), pagó mucha plata para que le dieran el bebé’. Y ahí me cayó la ficha, porque siempre había sentido que no encajaba”.

Al volver, chequeó su antiguo DNI y decía que había nacido en Capital Federal pero su familia le había dicho que había nacido en Villa Ballester (Gran Buenos Aires) y poco después habían emigrado a Batán.

Entonces “les pregunté directamente a ellos qué había pasado, pero no obtuve respuesta”, rememora. Según su reconstrucción de los hechos, sus padres adoptivos -que fallecieron ambos en 2004- lo consiguieron a través de un amigo de ellos, que también había optado por la apropiación de un bebé para ser padre.

“La mujer de este hombre -cuenta José- era pelirroja, entonces quería un chico pelirrojo, así que tuvieron que esperar dos años hasta que se lo consiguieron”.

Si bien desconoce su fecha de nacimiento, calcula que sería “en mayo” debido a que la tía que debía ir a buscarlo a San Martín a la casa del bebé pelirrojo (ya que sus padres ya se habían instalado en Batán) se accidentó “el 1° de mayo de 1972 y no pudo ir, por eso fue un primo mío”.

“Yo no tengo una respuesta de parte del Estado -añade-, porque hubo alguien que aceptó un papel falso, documentos que no eran válidos, y me inscribieron en un lugar que no era. Yo no busco una mamá, yo busco la verdad, saber qué pasó”.

Transcurrir

A pesar de la insistencia de José con sus padres, para que le cuenten sobre su origen, no consiguió respuestas válidas. Con la duda sobre su origen a cuestas siguió con su vida, se recibió de electricista, se casó con Vanesa y se convirtió en padre de seis hijos (uno de ellos, mujer, falleció) de entre 21 y 5 años.

Hace unos cuatro años comenzó con la búsqueda en internet, ya que existen varios grupos de chicos que fueron apropiados cuando eran bebés pero nada tienen que ver con la última dictadura militar.

Tanto “Te estoy buscando” como “Por nuestra identidad” son grupos de Facebook que nuclean a personas con esta problemática. “Se calcula -detalla- que en el país somos tres millones de personas con este problema”. Así se fue contactando y hasta se realizó dos análisis de ADN -en un laboratorio ubicado en Estados Unidos- que dio negativo.

En muchos casos, los apropiados detectaron que compartieron parteras, algunas de las cuales ya fallecieron.
“En mi caso se puso dinero -describe José-, que se debe haber repartido entre distintas personas. Esto sigue activo, por eso es tan difícil adoptar legalmente, porque se pierde un negocio”.

También recuerda que con sus padres “cada tanto abordaba el tema, pero siempre terminaba igual: en discusiones tremendas, solo me decían que era adoptado. Siempre callando y tapando, te sentís raro. Nos pasa mucho a los apropiados, no nos sentimos parte de esa familia, sino forzados a estar ahí”.

Con sus parientes tampoco logró romper el cerco del silencio. “A todos les agarró Alzheimer repentino -bromea-, ninguno se acuerda de nada, salvo mi tía que me contó que era la encargada de ir a buscarme y no pudo porque se accidentó”.

Trabajo actual

José, 47 años, sigue con la búsqueda virtual y a las personas en su misma situación les recomienda que “salgan y lo cuenten, porque al contarlo te sentís mucho más liviano. Hay muchos que no saben pero a otros les da vergüenza, porque es una miseria grande. Por eso no se habla”.

Asimismo, reclama ayuda y contención por parte del Estado. “Hay un solo banco de datos, el del Hospital Durand, manejado por Abuelas de Plaza de Mayo -describe-. Ahí hay 25 mil (test de ADN) negativos y esa gente está en mi misma situación”.

A su entender, el Estado debería intervenir para “tener un banco de datos en el que tendríamos que estar todos” y recuerda que hace un tiempo se acercó a la Red de Trabajo de Identidad Biológica (Retib) que “funciona a nivel nacional, pero lo único que hacían eran estadísticas. También existe, en la Municipalidad local, una oficina de Derechos Humanos, pero ahí tampoco hay alguien que nos diga ‘vamos a ocuparnos'”.

“No hay política por parte del Estado que quiera solucionar esto -añade-. Somos tres millones de personas y estamos silenciados”.

José cree que la situación se podría llevar de una mejor manera si “nos dieran herramientas o apoyo psicológico, por ejemplo. Ser apropiado te choca, es una adopción ilegal, es una apropiación, sustituyen tu identidad por otra”.
Ahora sigue en la búsqueda de “la verdad” con la ayuda de su familia, que “es lo único que pude construir de verdad, porque lo anterior no lo se. No sé dónde nací, ni cuándo, ni mi nombre”.

Aunque nunca recurrió a la ayuda psicológica, José se define como “muy creyente”, razón por la cual siempre “me refugié en Dios”.

“Mis viejos me compraron -dice- pero el o la que me vendió no les iba a decir ‘lo saqué de tal o cual lugar’. No les iba a decir la verdad, capaz que ellos ni preguntaron, pero hubiese sido bueno que me digan aunque sea eso y no que me lo negaran”.