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El País 11 de agosto de 2016

José López: “Estaba fuera de mí, no estaba en mi sano juicio”

El ex secretario de Obras Públicas declaró durante cuatro horas ante el juez federal Daniel Rafecas en Comodoro Py, allí el imputado aseguró que el dinero "pertenecía a la política" y detalló un intento de suicidio comparado con el del fiscal Nisman

Esta mañana el ex secretario de Obras Públicas, José López, declaró durante cuatro horas ante el juez federal Daniel Rafecas en Comodoro Py; en la indagatoria reveló que los casi nueve millones de dólares que tenía en su poder la noche que lo arrestaron en el convento no eran suyos sino que “pertenecían a la política” y confesó que en el momento en el que lo encontraron con los bolsos pensó en suicidarse.

López se mostró como un hombre perturbado por las advertencias de que estaba siendo seguido por servicios de inteligencia. Sin embargo tuvo cordura como para aclarar que ni las monjas ni su mujer sabían sobre la existencia del dinero de los bolsos, como tampoco el lugar donde los tenía escondidos.

Además mencionó que no había consumido “ni drogas, ni alcohol, ni pastillas”.

Estas son algunas frases de su declaración:

– Estaba fuera de mí, no estaba en mi sano juicio, porque ninguna persona en su sano juicio elegiría como defensora a la que dicen que yo elegí porque en realidad es ese momento no estaba en condiciones de valerme por mis propios actos.

Tengo 17 kilos menos, (pero) me siento con la fortaleza física y psicológica-psiquiátrica y también espiritual de afrontar esta indagatoria.

– Un parlamentario (del Parlasur, Alejandro Karlen) me dijo “a vos, a mí, a Rossi, y a otros Parlamentarios más, los están investigando, eso me lo dijeron fuentes allegadas al gobierno, del servicio de inteligencia“. Yo tomé nota de lo que me había dicho.

– Luego me apareció el mensaje: éste es el día. Con google no vas a poder. Me quedé más preocupado de lo que ya estaba

– Vi mucha gente en la calle de mi casa en Dique Luján, alrededor de cincuenta personas, camionetas, gente trabajando, máquinas, a lo largo de toda la cuadra, alrededor, algo que no era habitual en esa calle.(….).Habré demorado una hora. Al llegar a mi casa, ya no había nadie en la calle. (..) Aumentó aún más mi preocupación.

– Recuerdo en ese instante, que estaba con la carabina en la mano, escuchó una voz masculina que le decía “te va a pasar lo mismo que al Lauchón”. Yo solté la carabina, y le dije “no soy Nisman no me voy a suicidar”.

– Ingresé a la casa principal, a ese lugar inaccesible que nadie sabía, en mi habitación en el primer piso, que hay como una ventana por donde se accede al lugar donde está el tanque de agua, estaban ahí los bolsos, en un lugar tapados, como en un falso piso. Tomé los bolsos y los bajé.

– Subí al dormitorio de planta alta y vi como humo o gas o neblina dentro del dormitorio, una cosa borrosa, me asusté. Pensé que me querían dormir, esa fue la sensación que tuve en ese momento. Bajé al patio, y vi al lado mío, manchas de sangre en el césped

– Me puse muy nervioso, entré de nuevo a la casa, seguía escuchando voces, música, cosas incoherentes. Me daba la sensación de que siempre había alguien atrás mío, y que cuando me daba vuelta se corría para otro lado.

– Recuerdo una voz que me dijo “¿Qué vas a cazar? ¿Pajaritos?”

– Salí en el auto, llevaba la carabina descargada en el asiento del acompañante, y la primera sensación que tuve es que cuando abriera el portón iba a encontrar a las 50 personas que había visto a la mañana.

La sensación era como de ir en un sueño, en una nube, como que no era yo. Cuando salí de mi casa no tenía un rumbo ni destino fijo.

– Quiero aclarar que no había tomado absolutamente nada. Ni drogas, ni alcohol, ni pastillas. Llevé el arma conmigo, supongo, para defenderme a lo que yo esperaba enfrentarme, no sé qué o quiénes serían. Cuando yo busqué la pistola Glock, tenía intenciones de matarme.

– Previo a ello un señor me llamó, y yo le dije “ya vuelvo”, no sé si era vecino, servicios de inteligencia, no lo sé.

– Cuando llego a la puerta de la vivienda, cuando estaba en la galería, veo por la calle de enfrente, que está como de costado, una camioneta tipo Ranger, con caja descubierta, que pasa circulando, con cuatro a seis personas, una de ellas filmando, como haciendo el gesto de que estaba filmando, y una de ellas dijo “ahí está, ahí está”.

Alba me pedía que me quedara en el convento, recuerdo que sentía mucha paz, pero le respondí que no, que me tenía que ir del convento.

Las hermanas no tenían ningún conocimiento del contenido de los bolsos, yo nunca se los informé. Mi señora tampoco sabía qué había hecho esa noche, porque yo no atendí en ningún momento el teléfono.

Yo venía tomando ‘Tranquinal’, había tomado dos cajas y hacía 7 ó 10 días que no tomaba porque no tenía más en mi poder, ya que es un remedio que se vende bajo doble receta, pues es un tranquilizante.



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