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Juicio CNU: un testigo ubicó a los dos acusados en Mar del Plata la noche del “5×1”

Carlos Petroni relató la noche de 1974 en la que lo quisieron matar y señaló a los imputados, Eduardo Salvador Ullúa y Oscar Héctor Corres, como partícipes de ese operativo.

“La CNU deja de existir como una organización ideológica política y se convierte en una asociación ilícita criminal para atacar y asesinar enemigos políticos”, sostuvo Carlos Petroni, quien declaró en una de las últimas audiencias testimoniales del juicio que tiene como acusados a los abogados y ex miembros de la Concentración Nacional Universitaria (CNU) Eduardo Salvador Ullúa y Oscar Héctor Corres. Ambos llegaron al debate oral acusados de conformar una asociación ilícita y el primero además por ocho homicidios cometidos en la antesala del Golpe cívico militar de 1976.

A partir de las preguntas del fiscal general Pablo Ouviña, Petroni relató parte de su historia –que lo tuvo como coordinador sindical del PTS en la década del 70- y brindó detalles del contexto político social de la época. “La asociación ilícita de la CNU nace con el asesinato de Silvia Filler”, aseguró.

Filler era una estudiante de arquitectura que fue asesinada en diciembre de 1971 por una bala de la organización que ingresó a una asamblea a fuerza de cadenas y armas. Enseguida, Petroni recordó que Corres estuvo preso por ese crimen que movilizó a la ciudad, pero alcanzó la libertad con la amnistía de mayo de 1973. “Si se hubiera hecho Justicia como corresponde en el caso de Silvia Filler, tal vez muchos de los casos que se están juzgando hoy no hubiese sido necesario, porque se hubiera desmantelado esta organización terrorista paramilitar, esta asociación ilícita criminal, desde el comienzo”, aseguró.

Durante todo su relato, dijo que el accionar de la CNU estuvo acompañado de otras organizaciones como la Juventud Sindical Peronista (JSP), “elementos dispersos de la CGT y algunas personas que venían del Comando de Organización”. “Tenían una alianza orgánica”, señaló.

En esta línea, sostuvo que “la derecha” había ocupado diversos espacios institucionales, como la delegación del Ministerio de Trabajo, la Universidad, sectores de la pesca y la CGT. Y recordó el uso del recinto del Concejo Deliberante para la difusión de un documento donde se condenaba la “violencia subversiva”. “No era un poder subterráneo sino que era un poder político real, que ejercitaba la CNU como parte de una alianza estratégica y orgánica”, mencionó.

Con el currículum vitae de Corres en mano, relató que fue nombrado en la Dirección General de Migraciones, “inmediatamente luego de salir de la cárcel”, organismo al que definió en ese momento como “un nicho de represión contra exiliados chilenos”.

Además, siendo abogado y empleado de Migraciones, contó Petroni que el organismo “lo presta” a pedido del Ministerio de Educación, en ese momento presidido por Oscar Ivanissevich, y lo envía como interventor o agente normalizador de escuelas secundarias o del ámbito universitario. Y cita como ejemplos su paso por La Plata: “El tipo va y la CNU-Triple A asesina a ocho de mis camaradas. Cuando no tiene nada que hacer ahí. Un abogado de la Dirección de Migraciones qué tiene que hacer como agente normalizador de una escuela secundaria, donde precisamente uno de los muertos es de ahí”, interrogó el testigo ante la escucha de los jueces Daniel Obligado, Nicolás Toselli y Enrique Méndez Signori. Dijo también que luego fue a Bahía Blanca “y sucede otra masacre”.

“Cada vez que él era enviado a algún lado con salarios superiores a hacer funciones que le competían por su cargo en la Dirección de Migraciones y nada tenían que ver con su formación, se sucedían crímenes políticos, muchas veces relacionados con la organización a la que él pertenecía”, analizó más adelante.

Un café con un CNU

Durante la audiencia, contó Petroni que se cruzó en el año 1983 con José Luis Piatti, quien integraba la organización. Fue un encuentro casual, en el café Atalaya situado sobre la ruta 2. “Le pregunté quiénes mataban gente, me dijo que todos, el que no se atrevía a disparar tenía que hacer alguna tarea vinculada, pero todo el mundo sabía”, relató.

Ante la repregunta del representante del Ministerio Público Fiscal, el testigo ahondó: “Me dijo: ‘nosotros no somos estúpidos, si tenemos una organización todos tenemos que estar comprometidos con lo que hacemos porque de lo contrario lo único que hacemos es sembrar testigos en contra’”.

En aquel encuentro contó que Piatti le confesó que había decidido no participar del ataque que sufrió Petroni en el 74 porque lo conocía. Y también dialogaron sobre el velatorio de Ernesto Piantoni –quien fuera líder de la CNU y a partir de su asesinato se planificó la venganza del 5×1, de acuerdo a la sentencia del primer juicio sobre integrantes de la organización-. “Habían venido todos; todos los que podían venir, habían venido”, señaló Petroni que le contó su conocido de la juventud.

“Fue una organización política ideológica que se transforma en una maquinaria parapolicial para eliminar enemigos, para conquistar y preservar el poder, y después empezó a degenerar hacia intereses personales, financieros, alejados a una galaxia de los inicios de la organización”, remarcó Petroni.

Intento de asesinato frente a la Catedral

Petroni había salido cerca de las 22.30 del 28 de mayo de 1974 de una asamblea en la sede de Empleados de Comercio. Caminando llegó hasta la Plaza San Martín, situada frente a la Catedral y en pleno centro marplatense, cuando se detuvieron al menos tres vehículos de los que bajaron entre 12 y 14 personas, a los que luego se sumó otro grupo más donde identificó a miembros de la JSP y sindicalistas. Entre ellos, logró identificar a los dos acusados del juicio, Corres y Ullúa. “El que parecía dirigir el operativo era Corres, el que daba la voz de mando”, apuntó. Cuando comenzaron los disparos salió corriendo. “Me apoyé en un árbol, pensaba que si caía moría”, relató.

Un disparo le explotó afuera de la oreja y al día de hoy sufre la sordera en su oído izquierdo; y recibió además dos puñaladas. Los atacantes se retiraron cuando se acercaron personas que transitaban por allí y un hombre lo ayudó a reincorporarse. “Recogí mis intestinos como pude, y el pedazo de oreja”, describió. Sus compañeros de militancia lo llevaron hasta el Hospital Privado de Comunidad donde fue operado y permaneció internado algunos días. Para preservar su vida, decidió marcharse antes del alta médica. Semanas después, cuando logró volver a caminar, salió de la casa donde estaba viviendo y fue interceptado por otro auto. Al advertir las armas, logró escabullirse entre el tráfico. Este episodio lo definió por irse de la ciudad, aunque venía regularmente cada semana o quincena.

La agresión sufrida tuvo antecedentes: durante la audiencia relató el ataque con armas de fuego que sufrió junto a otros trabajadores cuando se realizaba una concentración frente al Municipio a partir del despido de un trabajador del supermercado Estrella Argentina, cuya comisión interna eran militantes del PST y Petroni los asesoraba. La conferencia de prensa convocada para denunciar este hecho tuvo que suspenderse por amenazas telefónicas recibidas que se concretaron con la voladura del local. “No había otros que ejecutaran la violencia más que la CNU y la JSP”, reflexionó el testigo.

Los acusados en Mar del Plata

Al día siguiente del velatorio de Piantoni -donde se había jurado la venganza del 5×1 y esa misma madrugada fueron asesinados Enrique Pacho Elizagaray, su tío y sus primos, y el médico Bernardo Goldemberg- Petroni estuvo en Mar del Plata y vio reunidos en el Hotel Argentino –situado sobre la calle Belgrano a una cuadra del Casino Central -a miembros de CNU entre los que identificó a Corres, Fernando Federico Delgado y Raúl Viglizo sentados en el hall.

“Sabíamos que había llegado gente de Buenos Aires”, sostuvo. Y no sólo argumentó sus dichos con aquella charla con Piatti, sino que reveló que “todo partido político de Mar del Plata mandó gente al velatorio o las inmediaciones”.

De acuerdo al relato de sus compañeros, en la sala velatoria estuvieron Corres, “quien no tenía asiento en la ciudad pero vino”; otros de La Plata también llegaron como “el manco” Fernández Rivero, y había dirigentes sindicales. De la CNU local también ubicó en el lugar a Ullúa, Delgado, Viglizo y Roberto Coronel.

“Coca Maggi no se dejaba intimidar”

Otro de los crímenes que se juzga es el de la ex decana de la Facultad de Humanidades de la Universidad Católica, María del Carmen “Coca” Maggi. Lo que supo de su secuestro y asesinato fue a través de su charla con Piatti. “Me dijo que era un blanco político importante, porque de eso y del alejamiento de (monseñor) Pironio dependía el futuro de la estructura de la Universidad y que ellos estaban bien posicionados para hacerse cargo de eso”, relató en referencia a la organización CNU.

“Ya veían que Pironio podía ceder e irse, con amenazas, y que Coca Maggi no era de las personas que se dejaban intimidar”, apuntó.

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