Arte y Espectáculos

Julio Chávez: “Hoy la sociedad está mucho más comprometida con el tema de la identidad”

El actor pidió específicamente cerrar el ciclo de este unipersonal que recrea la vida de la polémica "La Charlotte" en Mar del Plata. Lo hará con dos funciones, el 27 y 28 de julio, en el Radio City.

Por primera vez, tras su exitosa temporada con “La cabra”, Julio Chávez vuelve a pisar las tablas marplatenses con el unipersonal “Yo soy mi propia mujer”.

Para la despedida de los escenarios de esta obra con la que cosechó numerosos premios, Chávez pidió a sus productores expresamente cerrar el ciclo en Mar del Plata y así será, este jueves 27 y viernes 28 de julio, en el Teatro Radio City.

Por tercera temporada -desde que la estrenó en 2006-, el actor, director y docente le da vida a la historia de “La Charlotte”, una travesti que vivió gran parte del siglo XX en Alemania. Un personaje atractivo por su historia y polémico por sus decisiones.

Chávez interpreta no solo a Charlotte, sino también al director que se fascina con ella y a un amigo de esta pionera que tenía a los museos y los muebles como principales intereses.

“La contemporaneidad vuelve a darle luz a esta historia”, aseveró Chávez en una charla con LA CAPITAL antes de retornar a la ciudad. Es que recordó que cuando la estrenó con dirección de Agustín Alezzo, “era una historia tan fascinante como ahora, pero que interpelaba de una manera diferente”.

Según el análisis de Chávez -que este año estrenó también “Cuando la miro”, su primera película como autor, director y actor-, “hoy la situación de identidad tiene otra llegada, se plantea de otra manera, la sociedad está mucho más comprometida con el tema de la identidad y, políticamente, el tema está mucho más comprometido que hace 16 o 17 años”.

Chávez está agradecido con el desafío y las satisfacciones de llevar al escenario la vida de este personaje real “que vivió, que existió en Alemania, que atravesó casi todo el siglo XX. Hoy es casi como hablar de un prócer, sobre un asunto que es contemporáneo, pero a la vez porque fue una de las tantas precursoras de lo que es la decisión de llevar adelante lo que uno cree, más allá de ponerse a todo el mundo en contra”.

El actor definió que su trabajo no se trató de hacer una mujer, sino de “entender la intensidad que significa”. “Es un personaje que no es solamente claro y heroico, sino polémico y con una decisión de vida complicada no solamente en su sexualidad, sino en su decisión ética en relación con los valores que tiene. Ella lo decía claramente: museo, muebles, hombres, ese es el orden en el que he vivido mi vida. Es una decisión que puede ser muy discutida, pero es una decisión”, contó.

Y continuó: “Además, es una persona que había aprendido, de muy jovencita, a defenderse del mundo, un mundo muy duro, no solamente por su situación, sino para millones de personas”.

“La Charlotte, este personaje -y eso se dice en la obra y se muestra en la obra- no tiene intenciones de no parecer un hombre. En ese sentido, era muy parecido a un personaje glorioso que hemos tenido en el teatro que es Batato Barea, participante junto con Urdapilleta y Tortonese de un período genial que hubo en Argentina. Batato utilizaba un montón de elementos femeninos pero de golpe usaba un jean de varón, una remera de varón y el saco largo de su abuela, hacía una mezcla muy extraña. Y La Charlotte usa pollera, usa collar de perlas, tiene el pelo largo, pero no se arregla, ni se maquilla, ni se pinta las uñas y tiene manos -dice el autor- de carpintero. Y eso también lo hace muy atractivo porque es una manera de acercarse a lo femenino sin intentar ocultar lo masculino. Ella misma no dice ‘yo soy una mujer’, no dice ‘yo quiero ser una mujer’. Ella dice ‘yo soy mi propia mujer’, o sea que se apropia de algo y al apropiarse, deja claro que no le pertenece”.

Pero además, la historia va mucho más allá de la identidad de género de La Charlotte. “Es un personaje muy particular porque atravesó toda la época de los nazis y la época del comunismo. Lo más atractivo e inesperado de su historia, es que fue informante en la época del comunismo. Informaba al Estado sobre el comercio ilegal de antigüedades e inclusive se dice que hay un amigo de ella que fue puesto prisionero porque ella lo delató. Hacía eso porque hizo un acuerdo con la policía: si a ella la dejaban tener su museo de muebles, ella iba a informar sobre quiénes hacían comercio ilegal. Eso la ubicó en un lugar muy difícil, en una situación muy complicada, que hizo que se fuera a Suecia a vivir sus últimos años”, describió.


Julio Chavez como Charlotte Von Mahlsdorf.


El encuentro

Pero además, lo que fascina a Chávez de la obra es que “el relato, el cuentito, tiene como protagonista a un encuentro entre dos seres humanos: el autor de la obra -Doug Wright- y ella. O sea, también se relata a Doug Wright, a su proceso, a cómo la conoció, a cómo se enamoró de ella, a cómo decidió hacer una obra de teatro sobre ella y, cuando se entera de esta situación de su colaboracionismo, el conflicto que le genera. Estamos frente a un material que cuenta el encuentro fascinante que tiene un autor con un objeto, en este caso, La Charlotte”.

“Creo que el espectáculo logra la fascinación que el mismo autor siente por la historia que está por escribir, por lo que se relata. Creo también que tiene un elemento primario, fundamental y tribal, la tribu se reúne y un ser humano cuenta un cuentito. Creo que el espectáculo logra establecer una cercanía con el espectador y una cercanía para llevarlo de viaje”, compartió, agregando que “te arranca un ratito de la contemporaneidad y se produce un hermoso silencio y una hermosa atención. Y cuando el público aplaude, creo que algo me aplaude a mí, pero creo que aplaude el fenómeno del cual participó y que hizo posible. Y eso a mí me parece que hoy por hoy vuelve a ubicarnos a los humanos en un lugar primordial, deja un poco la tecnología en un segundo lugar”.

Tras considerar que “la peor pandemia para el cine no ha sido el Covid, sino las plataformas de streaming”, reconoció que el teatro se mantiene como un lugar donde “el encuentro humano es posible”.

En la amena charla con este diario, Chávez recordó que “disfruté muchísimo” la única temporada teatral que hizo en Mar del Plata -en 2012/2013, junto a Viviana Saccone, Vando Villamil y Santiago García Rosa- con “La Cabra”. “Era una obra bastante anti Mar del Plata en algún sentido, si se piensa convencionalmente, y fue una experiencia extraordinaria”.

“Creo que el tema no tiene que ver con cuántas obras uno hace, sino con la intensidad de la experiencia y para mí fueron muy intensos esos dos meses y medio en Mar del Plata y muy lindos y gustosos. Y fue muy linda toda la situación del Estrella de Mar, porque en ese sentido soy cero cínico, creo en el premio, me alaga, me entristece perderlo y esa noche estaba estrellado, me llevé cuatro”, rememoró entre risas.

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