Julio Iglesias no puede negar su amor por este país. Es que aquí, el madrileño es local y si no, basta con ver cómo en pocas horas se agotaron las entradas para su recital del 3 de octubre, que debía ser el único, en el Luna Park.

Tanta demanda hubo, que debió programar un segundo concierto, el 27, donde volvió a enamorar una vez más a su público porteño. Ahora, seguirá su gira por Rosario, donde se presentará el domingo, en el estadio City Center.
Pero la sorpresa, la dio en Mar del Plata, ciudad a la que volvió hoy, sólo para pasear, como lo hizo hace menos de un mes, antes de su primer recital en Buenos Aires.

Como de costumbre, Iglesias cautivó a los pocos afortunados que acertaron a verlo, junto a su amigo Florencio Aldrey en la vereda del Hermitage con su carisma y espontaneidad. Marplatenses y turistas, no podían creer hoy que el dueño de esa voz privilegiada que sabe como transmitir una palabra romántica y hacer bailar al público al ritmo de sus letras, andaba otra vez por la ciudad, a pura sonrisa.

Como en aquella oportunidad, dijo a quien quisiera escucharlo que con la Argentina – y especialmente con Mar del Plata-, hay “un amor mutuo”. Ya lo había demostrado el 5 y el 27 de este mes, cuando el artista paseó su talento e histrionismo por el escenario del Luna Park, ante un público enardecido, que coreaba junto al músico su amplia batería de clásicos.

Julio Iglesias triunfa donde va y, año tras año, sigue cosechando éxitos. Recientemente, el artista recibió un premio en Sudáfrica por la venta de 500 mil discos, convirtiéndose en uno de los tres únicos artistas en el mundo que lo han recibido.

En oportunidad de su última visita a Buenos Aries, tuvo un gesto que lo pinta entero: en su último concierto, hizo subir al escenario a un niño, con quien interpretó uno de sus “himnos” para delirio de la concurrencia al Luna Park que volvió a rendirle una calurosa ovación al cantante español.

Y es que el madrileño está acostumbrado a las ovaciones. Las mismas que recibió en la tarde de ayer, cuando quienes advirtieron su presencia, luego del lógico estupor, estallaron en aplausos.