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Policiales 29 de mayo de 2019

Juzgan a un sargento por el abuso de una mujer de menor rango en el GADA

El juicio se iniciará en el Tribunal Oral Federal y durará tres jornadas. El imputado es Franco Sebastián Vizcarra, sargento primero, quien está detenido desde octubre de 2017, dos semanas después del hecho.

El GADA 601, uno de los espacios designados para aislar a los marplatenses repatriados

Aunque a T. la conocen y saben muchos de su drama, ella prefiere mantenerse en el anonimato. Al menos por ahora. Porque ella es, como tantas otras, una abusada por el poder o la posición dominante de un superior. Es víctima de un hecho que desde hoy buscará una condena para su autor.

El Tribunal Oral Federal de Mar del Plata comenzará a juzgar a Franco Sebastián Vizcarra, un sargento del Ejército Argentino que está acusado de abusar sexualmente de T. en las instalaciones del GADA 601 de Camet una tarde de octubre de 2017.

“Hola. No, por el momento no quiero hablar”, se disculpó T. a través de su asesor letrado, el concejal Ariel Ciano, ante el requerimiento de LA CAPITAL por conocer sus sensaciones de cara al inicio del debate. Porque para T., una soldado del Ejército Argentino con ilusión de carrera, no resultó un camino sencillo, aunque uno de sus principales respaldos fue la misma institución que la contuvo y le otorgó una licencia.

Una tarde de octubre

Los hechos se remontan al jueves 5 de octubre de 2017, casi a las 15. Ese día T., la soldado voluntaria en Ayudantía en jefe de Agrupación, terminó su turno y se dispuso a retirarse, una vez que su relevo se presentó. Con Vizcarra, apenas (pero suficiente en cuestiones de subordinación) un sargento primero, la unía una buena relación de compañerismo y por eso no dudó en esperar el llamado de su amiga -debía coordinar su encuentro en el centro de Mar del Plata- compartiendo algunos mates.

La habitación de Vizcarra, en el predio de Camet, fue el escenario de lo que hoy se denuncia. La fiscal Laura Mazzaferri y el juez Santiago Inchausti lograron avanzar en el procesamiento de Vizcarra por distintas pruebas, aunque todo basado en el doloroso relato de T. Porque Vizcarra jamás declaró y sus últimas palabras referidas a lo sucedido fueron las que profirió en ese extemporáneo pedido de disculpas cuando T. escapaba de la habitación.

Según lo que consta en el expediente y que el fiscal de juicio Juan Manuel Pettigiani expondrá desde hoy como acusación, tras ingresar a la habitación, T. y Vizcarra tomaron mates sin problemas durante más de 30 minutos. Fue entonces que sonó el teléfono celular de la soldado. Era su amiga. Acordaron encontrarse y T. cortó.
El diálogo fue breve y casi igual a este:

-Bueno me tengo que ir –le dijo T.

-Quedate un rato más –le respondió Vizcarra y en un solo movimiento se estiró y le quitó el teléfono.

La habitación se transformó en una jaula. Primero Vizcarra apagó el teléfono, después sacó su arma reglamentaria y la apoyó sobre la mesa, en una acción en la que tal vez buscó comodidad o tal vez intimidación. Después la mano del sargento primero recorrió la pierna de T., que permanecía de pie.

-Sentate ahí. Es una orden… -le dijo en tono castrense.

T. intentó irse. Tomó su celular y se levantó, pero Vizcarra la sujetó por atrás. Sosteniéndola con fuerza cerró con llave y la arrojó luego a la cama.

La secuencia es fácil de imaginar. Forcejeo, una mano sellando el grito, otra desabrochando la ropa. La fuerza física del hombre superando a los esfuerzos vanos de la mujer sometida. Bombacha arrastrada con fuerza hacia las rodillas. Calzoncillo apresuradamente deslizado.

“Yo no sé cómo hice para sacar fuerza y lo empujé, pero llegó a penetrarme nada más, no eyaculó ni nada”, declararía después T.

Ese empujón le dio espacio para acomodarse la ropa y buscar la salida, entre sus sollozos y el pedido de disculpas del sargento primero. Fue el propio Vizcarra el que anunció en la Guardia la salida de T., como para asegurarse una apariencia de acompañamiento. O algo así.

T. dejó el predio del GADA y esperó, en medio de una crisis de angustia, el colectivo en la ruta 11.

La investigación penal comenzó al día siguiente del hecho, con la denuncia interpuesta por la víctima ante la Comisaría de la Mujer. Dos semanas después Vizcarra fue detenido y desde entonces permanece en prisión.

El juicio a Vizcarra, que contará con Natalia Castro como defensora oficial, se inicia hoy, continúa mañana y terminará el 6 de junio con el fallo de los jueces Roberto Falcone, Mario Portela y Alfredo Ruiz Paz.