“Karina te ve y sabe”: una charla a fondo con Victoria De Masi
En La hermana, el jefe, la soberana, la periodista Victoria De Masi reconstruye el perfil de Karina Milei, figura central y enigmática del gobierno libertario. Un retrato de poder sin exposición pública, donde la influencia se ejerce desde la intuición, la lealtad extrema y un esquema de control más vinculado a lo personal que a lo institucional.
Victoria De Masi, autora de "Karina. La Hermana. el Jefe. La Soberana".
Cuando Javier Milei rompió en llanto al nombrar a su hermana como Secretaria General de la Presidencia, el 10 de diciembre de 2023, no solo estaba sellando un vínculo afectivo: también estaba legitimando una estructura de poder atípica. Desde entonces, Karina Milei —sin formación en gestión pública, sin discurso propio ni ambiciones electorales— se volvió indispensable para el funcionamiento del gobierno.
Victoria De Masi decidió contar su historia en “Karina. La Hermana. el Jefe. La Soberana”. Lo hizo sin haber podido entrevistarla —“su no fue por ausencia”, explica— pero reconstruyendo su recorrido a partir de más de 50 fuentes, documentos oficiales y una investigación que le llevó todo 2024. El resultado es un perfil coral de una mujer que construye poder sin ocupar la centralidad del escenario, pero dominando todos sus costados.
Karina Milei no tiene biografía política. Su currículum, incluido en la documentación pública que presentó al asumir como funcionaria, da cuenta de trabajos como secretaría entre 1991 y 2007, y luego como administradora de una gomería. Su incorporación a la vida pública es casi un accidente familiar: primero como sostén de su hermano cuando enseñaba economía en plazas o estudios marginales, luego como arquitecto de su personaje mediático.
“Fue ella quien lo transformó en Javier Milei: lo llevó a la tele, le organizó las entrevistas, cuidó su imagen. Lo vistió de candidato mucho antes de que el propio Javier lo supiera”, explica De Masi en entrevista concedida a Mesa Chica, el programa de streaming de Canal 8 y LA CAPITAL.
Ese vínculo se mantiene hasta hoy. Cada decisión importante pasa por ella. Cada reunión se agenda con su visto bueno. En los actos oficiales entran antes que el Presidente. En el diseño político, manda.
Operadora sin banca
Una de las tesis más fuertes del libro de De Masi es que Karina Milei fue la primera en dejar a Victoria Villarruel —la vicepresidenta de la Nación— fuera de la mesa de decisiones. Una parte del electorado había apostado por ella, sobre todo en materia de seguridad. Pero el esquema libertario, tal como se impuso desde diciembre, redujo su poder a un mínimo institucional. “Ahí pude dimensionar el verdadero lugar de Karina”, sostiene la autora.
Tras la victoria electoral, Karina se dedicó a construir el partido que no existía. Recorrió provincias, tejió alianzas, bajó línea. Su objetivo, según De Masi, no es ideológico: quiere consolidar una red de leales que no interfieran con el mando presidencial. “No necesariamente libertarios, sino obedientes”.
A pesar de los rumores, no tiene ambiciones legislativas. “Karina no habla en público, le cuesta. Además, una banca la alejaría básicamente de su hermano”, explica. Lo que sí está en su radar, con más proyección, es la Ciudad de Buenos Aires. Pero por ahora su lugar es la coordinación invisible.
Karina no milita, no tuitea, no da entrevistas. Pero no por falta de ideas. De hecho, ni siquiera tiene ideas propias en términos políticos: reproducir —según la autora— el discurso de su hermano. Su influencia no pasa por la estrategia ni por la táctica. Pasa por algo más primitivo: la percepción.
En el entorno íntimo aseguran que “Karina te ve y sabe”. Algunos lo llaman intuición. Otros, clarividencia. El costado esotérico de la funcionaria forma parte de su identidad: tarot, energías, comunicación con animales. Participó incluso de un taller de “comunicación vivencial con mascotas” en Olivos, cuando su hermano estaba atravesado por la muerte de su perro Conan. A partir de allí se convirtió —durante un tiempo— en mediadora espiritual entre ambos.
Ese universo puede parecer anecdótico. Pero, como señala De Masi, no está tan lejos del clima cultural que supo leer La Libertad Avanza: respuestas simples, ataques místicos, tiempos acelerados. “No es casual que en las redes sociales convivan el tarot, las frases motivacionales y la política convertida en espectáculo”, afirma.
Un vértice en común
Santiago Caputo —el asesor estrella de Javier Milei, señalado como artífice del discurso y la estrategia digital— completa lo que se ha dado en llamar “el triángulo de hierro”. Pero para De Masi, ese triángulo es solo apariencia: el poder real circula entre los extremos de una línea recta. De un lado, Javier. Del otro, Karina.
Caputo puede irse, como todo asesor. Karina, no. Está ligada no solo por la sangre, sino por la lógica fundacional de este poder: el presidente necesita de su hermana para sostener al personaje. Y ella necesita de ese rol para no desaparecer del escenario.
El libro de De Masi es también una excusa para hablar del momento que atraviesa el periodismo. “Yo no creo que los funcionarios estén obligados a hablar con la prensa. Pero sí a tratarla con respeto. Y eso hoy no está pasando”, dice. Denuncia agresiones selectivas, especialmente contra mujeres y periodistas de medios públicos, y describe una precarización general del oficio.
“El problema no es solo el poder. Es también la audiencia. ¿Qué hacemos con lectores que tienen tres laburos, que están saturados de información, que no tienen tiempo para leer en profundidad? Nos cuesta mucho captar la atención. Y cuando lo logramos, estamos en competencia con influencers, cuentas falsas y peleas escenificadas”.
Aun así, confía en el oficio. No usa inteligencia artificial —“ni siquiera tengo ChatGPT en el teléfono”— y cree que quienes sigan poniendo el cuerpo y haciendo la experiencia en la calle van a tener ventajas en el futuro.
“Posiblemente me esté perdiendo algo, pero siento que lo que va a valer es haber estado ahí, en carne propia”, afirma.
De Masi escribió un perfil de poder sin mitología ni panfleto. Con datos, con voces, con archivo. Un retrato incómodo de una funcionaria sin cargo electivo que manda más que muchos ministros. Un personaje que no se entiende desde la lógica tradicional del poder, pero que domina la agenda como nadie. Tal vez porque, como dice una frase que se repite en el libro: “Karina te ve, y sabe”.
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