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Los dos subieron al podio de los grandes ganadores de la elección del domingo. El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, y el intendente y senador provincial electo, Guillermo Montenegro, tuvieron un domingo que puede llegar a ser bisagra en la carrera política de ambos. Los dos metieron su cuarto triunfo electoral consecutivo corriendo por andariveles ideológicos totalmente opuestos y fortalecieron su andamiaje político en el frente interno. Kicillof fue la cara de un triunfo histórico del peronismo bonaerense que, en una elección de medio término, no se daba desde 2005, hace dos décadas. De conducido a posible conductor, el mandatario bonaerense acertó con la estrategia de adelantar las elecciones, lo cual en su momento le valió la crítica del kirchnerismo —Cristina Fernández emitió un documento cuando tomó tal decisión, advirtiéndole que era un error esa medida y deslizando que se convertiría en el responsable de una derrota de esa fuerza política. Hoy el “enano soviético”, como despectivamente se cansó de chicanearlo el presidente Javier Milei, se convierte en el máximo responsable de haberle propinado una paliza electoral al gobierno, que se equivocó en nacionalizar una elección que hubiese pasado sin pena ni gloria. Aliado con los intendentes que cuidaron con uñas y dientes sus terruños, logró una victoria por 13 puntos que ni los más optimistas —ya ni hablar de las encuestadoras, que volvieron a quedar en offside— pudieron vaticinar. Kicillof se erige entonces en un presidenciable al que le quedan dos años de mandato en un contexto por demás complicado en lo económico.
En cuanto a Guillermo Montenegro, quien el 10 de diciembre dejará la intendencia de General Pueyrredon para convertirse en senador provincial o ministro del gobierno nacional, le dio a los libertarios una de las pocas alegrías de una jornada negra para el oficialismo nacional. Logró una reconocida victoria en la quinta sección electoral, derrotando una vez más a Fernanda Raverta —como ya lo había hecho en las dos elecciones previas en la lucha por la intendencia— y fue uno de los pocos hombres del PRO que justificó con votos su pase a las lides libertarias. La Libertad Avanza se impuso en solo dos secciones —quinta y sexta—, y su triunfo adquiere más valor cuando se constata que fueron miles los adherentes del PRO que esta vez le retacearon el voto a los “amarillos” que constituyeron la alianza electoral con los “violetas” bajo el lema “kirchnerismo nunca más” (perdieron hasta en Villa Celina, el espacio donde posaron con la polémica bandera). Esto quedó en evidencia con el silencio poselectoral de Diego Santilli y Cristian Ritondo, que aportaron poco y nada en sus pagos, o de Diego Valenzuela, quien fue duramente derrotado por Gabriel Katopodis, que le sacó diez puntos y sepultó los deseos del intendente de Tres de Febrero, que soñaba con ser ministro de Seguridad de la Nación para desde allí lanzarse a la carrera por la gobernación. Montenegro “salvó las papas”, al igual que María Soledad Martínez, que impulsó la lista de concejales de Vicente López logrando el 55% de los votos, o Ramón Lanús en San Isidro. El domingo a la noche, tras el cataclismo sufrido por La Libertad Avanza, el presidente Javier Milei felicitó a Montenegro, a quien necesitan en la cancha para intentar revertir la situación de cara a las elecciones de octubre, cuando la nómina de LLA estará encabezada por José Luis Espert, otro de los “perdedores” del domingo, ya que en su ciudad, Pergamino, también se impuso Fuerza Patria por más de diez puntos.
“Para saber lo que pasa en los territorios hay que hablar con los intendentes más que con los encuestadores”, señalaba el lunes un encumbrado dirigente peronista en el búnker ganador de La Plata, donde se resaltaba que gran parte del triunfo le corresponde al trabajo hecho por los jefes comunales. Mario Secco en Ensenada con el 68,7% de los votos; Leo Nardini en Malvinas con el 68; Nicolás Mantegazza en San Vicente con el 66; Ferraresi en Avellaneda con el 64, o Mussi en Berazategui con el 64, son el claro ejemplo del aporte de los “minigobernadores”, a quienes no les entraron las balas, para el resonante triunfo. ¿Se movilizarán así el 26 de octubre? En el gobierno nacional sueñan con que ya hayan realizado el mayor esfuerzo, lo que les permitiría descontar algunos puntos que serán claves en el poroteo final nacional. Párrafo aparte para el voto bronca, que se expandió por toda la provincia como una mancha de aceite. Mientras los analistas buscan determinar cuánto jugó el bolsillo y cuánto las denuncias de corrupción en el resultado final, lo que sí está claro es que donde más creció el peronismo en porcentaje de votos entre 2023 y 2025 fue en partidos de niveles socioeconómicos medios. Creció poco en municipios ricos como Vicente López y San Isidro, y en pobres como José C. Paz o Florencio Varela, y mucho en los de niveles intermedios de pobreza estructural. También el peronismo dio la nota al quedarse con la cuarta sección electoral —luego de dos décadas—, que abarca a los 19 municipios rurales del noroeste bonaerense. Allí se dio otro batacazo, con Fuerza Patria ganando con el 40,2% contra La Libertad Avanza, que se quedó con el 30,28%.
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Lo cierto es que el domingo 7 de septiembre dejó una foto que nadie en la Casa Rosada quería mirar demasiado: el peronismo unido -salvo en General Pueyrredon-, rebautizado Fuerza Patria, arrasó en la provincia de Buenos Aires con el 47% de los votos. Una paliza de 13 puntos sobre La Libertad Avanza, que en el búnker libertario intentaron digerir como “piso de arranque” pero que en realidad huele a techo bajo. Los intendentes jugaron fuerte, como saben hacerlo, y movieron la maquinaria territorial con precisión quirúrgica. Del otro lado, la sociedad entre Karina Milei, Sebastián Pareja y el clan Menem mostró sus costuras: pobre fiscalización, errores de armado y una lectura equivocada de que la elección se nacionalizaba sola. Resultado: Fuerza Patria ganó en casi todos lados, salvo en la Quinta Sección, donde Guillermo Montenegro, tras acordar con el referente de LLA en el distrito, Alejandro Carrancio, logró salvar el honor libertario, y en la sexta, con el triunfo de Oscar Liberman en Bahía Blanca y zona. En el oficialismo provincial, Axel Kicillof se subió al escenario hablando de “victoria aplastante” y reivindicando a Cristina Kirchner, a la que calificó de “injustamente condenada”. Le apuntó directo a Milei: “No se puede frenar la obra pública, no se puede pegar a los jubilados, no se puede desfinanciar salud, educación, ciencia y cultura”. Kicillof se paró como jefe político de un peronismo que olió sangre y salió a cobrarse cuentas pendientes.
En el búnker libertario, Milei apareció rodeado por su mesa chica —Karina y Santiago Caputo en primera fila, pero sin Luis Caputo ni Guillermo Francos— y habló de derrota política, autocrítica y “redoblar el rumbo”. Traducción: menos política, más motosierra. El problema es que la interna libertaria ya está en llamas. En los dos bandos se escucha la misma frase: “está todo roto”. Karina contra Caputo, denuncias cruzadas en off y Francos cada vez más señalado por no ser “libertario puro”. Le toca ahora a Milei reconstruir su estrategia y evitar las peleas internas que tanto daño le están ocasionando a la gestión. Mientras tanto, la economía sigue siendo un campo minado: suba de tasas, riesgo país arriba, dólares que se escapan de los bancos y un Caputo ministro cada vez más cuestionado. El fantasma de una devaluación recorre el empresariado productivo, aunque en el Gobierno repiten como mantra que “no está en agenda”. El resultado bonaerense no solo complica el tablero legislativo, también reordena el mapa del poder. Los gobernadores del bloque Provincias Unidas —Llaryora, Pullaro, Torres, Valdés, Sadir— empiezan a tomar distancia de Milei y a coquetear con un proyecto productivista propio para 2027. Así las cosas, lo de Buenos Aires no fue solo una elección provincial: fue un adelanto de la pelea grande de octubre. Y en los pasillos, la pregunta que todos se hacen es si Milei puede llegar a esa parada final con su coalición aún entera. No serán sencillos los días que quedan por vivir hasta el 26 de octubre.
Un encumbrado dirigente del PRO marplatense, más hábil en redes sociales que pronosticando resultados, exclamaba a los cuatro vientos, en la previa de los comicios, que la UCR y Acción Marplatense se habían convertido en sendas ONG y que, en la contienda y en el clima de extrema polarización que se planteaba desde lo alto, no habría lugar más que para dos fuerzas: libertarios contra kirchneristas. El domingo a la noche, cuando a las 21 leyó el primer parte oficial en su teléfono —excelente la precisión y exactitud de los datos, así como el funcionamiento de la app— y constató que entre Gustavo Pulti y Gabriela Azcoitía se quedaban con el 35% de los votos marplatenses, más de 115 mil, apenas 10 mil menos que los que cosechó el ganador, Fernando Muro, con el 38,14% del total, comprendió que nada se puede garantizar hasta que terminan de cantar las urnas. Así como Fernando Muro volvió a imponerse como hace cuatro años —esta vez con La Libertad Avanza— convirtiéndose en uno de los grandes ganadores de la jornada, debe consignarse que tanto lo de Gustavo Pulti (Acción Marplatense) como lo de Gabriela Azcoitía (Nuevos Aires), ambos con boleta corta, constituyó otro de los puntos salientes de la jornada. Cuatro concejales sumarán entre ambos, con lo que se rompe la mayoría automática con que contaba el oficialismo en el Concejo Deliberante. Agustín Neme, el próximo intendente de la ciudad, deberá acordar para poder sacar adelante los proyectos del Ejecutivo. Con los votos propios ya no le alcanzará. El Concejo, que desde el 10 de diciembre será presidido seguramente por el libertario Emiliano Recalt —algo que se habría ya determinado en el marco del acuerdo electoral celebrado entre Guillermo Montenegro y Alejandro Carrancio—, deja de ser una escribanía donde los proyectos del Ejecutivo, a la corta o a la larga, terminaban siendo aprobados por la mayoría propia.
Tras una lectura de los resultados del domingo puede considerarse que General Pueyrredon tiene nuevos colores en su geografía electoral. Lo que antes se disputaba entre peronismo, vecinalismo y la alianza entre el PRO y la UCR ahora se tiñó de violeta. La Libertad Avanza ganó en 19 de los 29 circuitos, Acción Marplatense se quedó con 8 y Fuerza Patria apenas con 1. Fernando Muro, candidato libertario, se dio el lujo de pasear por el centro con el 38% en el bolsillo, como si estuviera caminando por la peatonal un domingo de sol. Pero lo interesante no es el triunfo libertario en sí, sino el modo en que se produjo. Porque si uno suma los votos de Gustavo Pulti (Acción Marplatense) y Mariana Cuesta (Fuerza Patria), Muro pierde en 12 de los 19 circuitos que pintó de violeta. Es decir: el peronismo dividido volvió a cumplir con la máxima de Perón: “para un peronista no hay nada mejor que otro peronista… en la lista de al lado”. En el centro, la ola violeta arrasó. Allí, donde vive el 36% del padrón, Muro cosechó casi la mitad de sus votos. El oeste y el Puerto también aportaron lo suyo, junto con la franja sur hasta Chapadmalal. Acción Marplatense resistió en el suroeste y norte, cerca de Camet, mientras que Fuerza Patria solo logró una bandera en El Marquesado, justo en la tierra de la pelea por los terrenos. “Lo cierto es que La Libertad Avanza no ganó porque enamoró a las mayorías, sino porque el peronismo se enamoró de sus diferencias”, revelaba un empresario del sector turístico en cena con colegas el pasado lunes. En tanto, en la intimidad del pasillo municipal ya se preguntan: ¿esto es un voto ideológico, un enojo con el pasado o simplemente la consecuencia de un divorcio en el peronismo? Nadie lo sabe. Lo único seguro es que, por ahora, el mapa electoral de Mar del Plata se pintó de violeta: 19 circuitos para Muro, 8 para Pulti y apenas 1 para el Frente Patria de Raverta.
Mientras Montenegro tuiteaba y agradecía a “todos los que empujaron para que Mar del Plata, Batán y Sierra de los Padres sigan siendo la ciudad del sí”, y su próximo reemplazante, Agustín Neme, también resaltaba: “en la ciudad del sí, con un modelo que empezamos hace seis años y que hoy ratificamos entre todos, en una ciudad en la que el kirchnerismo no pasará”, de la lectura de los partes surgía que entre las cuatro primeras fuerzas (La Libertad Avanza, Fuerza Patria, Acción Marplatense y Nuevos Aires) se quedaban con el 92,25% de los votos, algo más de 303 mil. Entre las doce listas restantes que se encontraban en el cuarto oscuro sumaron el 5,46% de los votos. De esas doce listas, diez lograron menos de un punto. ¿Se justifica? De hecho, el voto en blanco se convirtió en quinta fuerza con el 5,55% del total (19.362 sufragios), en una jornada en la que la participación alcanzó el 59,36%, una cifra más baja que la registrada en comicios anteriores. La lista ganadora, encabezada por Fernando Muro, recibió 125.280 votos; Mariana Cuesta, con Fuerza Patria, 67.083; Gustavo Pulti, con Acción Marplatense, 62.712; y Gabriela Azcoitía, con Nuevos Aires, 47.957. Muy lejos, Rosa Mauregui (Frente de Izquierda) obtenía 7.261 adhesiones; Manino Iriart (Sentido Común Marplatense), 4.937; Luis Di Stéfano (Potencia), 2.658; Jésica Rodríguez (Unión y Libertad), 2.082; Carolina Luque (Partido Libertario), 1.824. En el décimo lugar apareció Laura Gómez (MAS) con 1.587 votos. Luego figuraron Marcelo González (Construyendo Porvenir) con 1.442 sufragios; Fernanda Díaz (Política Obrera), 1.224; Néstor Troiano (Valores Republicanos), 746; Melani Mitchell (Tiempo de Todos), 674; Cristina Bogarín (Es con vos es con nosotros), 718, y Jorge Ribera (Unión Libertad), con 249.
“Perdimos la quinta sección electoral, que la habíamos ganado dos años antes, por caprichosos y boludos”, se lamentaba el lunes el veterano dirigente justicialista, extrañamente de buena relación tanto con Fernanda Raverta como con Gustavo Pulti, quienes no lograron mantener la unidad de aquel Encuentro Marplatense que se constituyó hace dos años y duró apenas un suspiro. En un café de la zona de Luro y Córdoba, analizando los números finales, sostuvo que los cuatro puntos que separaron a Montenegro y Raverta en la quinta sección se podrían haber “dado vuelta con facilidad”. Como se sabe, Montenegro, con La Libertad Avanza, obtuvo el 42,04% de los votos en la quinta sección electoral, imponiéndose a Fernanda Raverta, quien logró el 37,47 por ciento. Una diferencia de 30.477 votos a favor del intendente. “Para colmo –añadió– terminaron impugnados y pasaron a la categoría de blancos votos tanto de Fuerza Patria como de Acción Marplatense, ya que, según me comentaron varios fiscales, hubo centenares de personas que pusieron ambas boletas, la larga y la corta, en otra muestra más de lo poco que se sabía incluso sobre lo que había que elegir”.
En la segunda ronda de cortados, ante un periodista y concejal del oficialismo en la mesa, se ufanó de conocer la verdadera y secreta historia del acuerdo que no fue entre Raverta y Pulti. “Un mes antes del cierre de listas, en el Museo MAR, se reunieron Pablo Obeid, Mariana Cuesta, Raúl Calamante y Martín Aiello. El gobernador Kicillof se mostraba partidario de que Pulti encabezara la lista de candidatos a senadores provinciales, pero finalmente se impuso la decisión de La Cámpora de impulsar para ese puesto a Fernanda Raverta. Se había hablado previamente –siguió contando– que si el kirchnerismo encabezaba una boleta, la otra llevaría en el 1 (concejal) a Acción Marplatense. Sin embargo, la oferta aquel día fue concreta. ‘Para AM están disponibles los puestos 8 y 11 de la lista de candidatos a concejales’, avisó Obeid, lo cual fue rechazado por la gente de Pulti. ‘Es una cargada’, dijeron. Desde el sector de Raverta le recordaron que dos años antes Acción Marplatense había encabezado la lista de candidatos a diputados provinciales (fue elegido Pulti) y tuvieron el primer y el cuarto lugar en la de concejales. ‘Les dimos todo’, le recordaron.
La breve reunión terminó de la peor forma. Las negociaciones se empantanaron y no volvieron a hablar más hasta que se encontraron sobre el mismo cierre de listas, casi un mes después, a pedido de Carlos Bianco, ministro de Gobierno y mano derecha del gobernador. En esa oportunidad, siguió detallando, la oferta de Raverta fue el cuarto, octavo y décimo lugar para el partido vecinal. “Vamos separados”, le dijo Pulti a Raverta y minutos más tarde al emisario del gobernador. Cuando se disponía a inscribir su lista, intervino otro negociador portando el borrador de una supuesta lista de unidad que llevaría a Juan Manuel Cheppi como candidato a senador provincial, a representantes del kirchnerismo puro en los dos primeros lugares de la lista de concejales, reservándoles los puestos 3, 4 y 6 a Acción Marplatense, como así también el primer consejero escolar. Esta vez Pulti aceptó, pero una vez más la lista quedó detonada antes de ser oficializada. Finalmente, cada uno fue por su lado. “Que la cuenten como quieran, pero esta es la verdad de la milanesa”, concluyó diciendo el “viejo peruca” -como lo llama cariñosamente el actual concejal-, quien se hizo cargo del pago del total de lo consumido en la soleada mañana, feliz igual por el arrollador triunfo del peronismo salvo en la quinta y sexta sección electoral. Se despidió parafraseando a Arturo Jauretche, consignando que “la clase media cuando está mal vota bien y cuando está bien vota mal”.
Pese a ello, hubo festejos tanto en el búnker de Fuerza Patria como en el de Acción Marplatense el pasado domingo. Mientras Gustavo Pulti y Melisa Centurión no se cansaban de elogiar el trabajo desarrollado por la concejal María Eva Ayala, en su condición de jefa de campaña, se resaltaba que AM tendrá un bloque de cuatro concejales y se destacaba que en esta elección tuvieron “una presencia sólida, clara, precisa, tomada desde la fuerza propia del ser marplatense con proyección nacional”. De cara al futuro, Pulti llamó a dar “pasos sinceros, responsables, mesurados y ordenados”. En el Frente Patria, en tanto, la reelegida concejal Mariana Cuesta resaltaba que se había roto la mayoría oficialista en el Concejo, al tiempo que Fernanda Raverta, pese a una nueva derrota, consignaba que habían hecho “una súper elección”. Y añadió: “Ellos –por La Libertad Avanza– creían que nos iban a sacar una enorme diferencia y no lo lograron”. Sobre los resultados a nivel local, un candidato que no ingresará al Concejo se lamentaba y consideraba que “lo de Mar del Plata es para un sociólogo. La ciudad está destruida y votan a alguien que se va (por Montenegro) y que maltrata a la gente en situación de calle”, se quejó con poca autocrítica.
“Le salió bien. Lo armó todo en poco más de un mes y terminamos metiendo dos concejales. Era a matar o morir. Enfrentar al gobierno estando en el gobierno, con una boleta corta y con alguien que nunca había hecho política. Cuando nos sugirió que la lista fuera encabezada por Gabriela Azcoitía nos miramos varios y pensamos que se había vuelto loco. Al final la vio antes. Una vez más”. Casi con admiración, dos de los más estrechos colaboradores de Maxi Abad resaltaban el acierto del senador provincial, quien se puso la campaña al hombro. Todo en un contexto extraño, con secretarios del gabinete del intendente, de extracción radical –y que el 10 de diciembre darán las hurras y dejarán sus cargos en la actual gestión tras el fin del acuerdo entre la UCR, que será reemplazada por La Libertad Avanza, y el PRO– que promocionaban la candidatura de la periodista en sus redes sociales, y con una boleta corta que no adhirió a Somos Buenos Aires. Con Azcoitía y el actual senador provincial Ariel Martínez Bordaisco encabezando la nómina, el radicalismo apostó fuerte a la difusión de su lista y a la publicidad ligada al algoritmo, y terminó celebrando. A Abad le queda aún disfrutar el lechón que le ganó en una apuesta a Juan Manuel Cheppi, quien a mediados de agosto le aseguró que la lista de Nuevos Aires –contrariamente a lo que pensaba Sergio Massa, quien pidió ser sumado a esa comilona– no iba a superar el piso electoral del 8,33 por ciento. Abad y Cheppi intercambiaron mensajes por WhatsApp en la misma noche del domingo, y confirmaron que las apuestas se pagan…