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Deportes 26 de enero de 2020

Kobe Bryant y la natural sencillez de los grandes

Por Florencia Cordero

En un mundo plagado de petulancia y falsos orgullos, Kobe Bryant supo dejar una huella de sencillez y respeto que terminó de definirlo como lo que era: un verdadero grande del deporte y de la vida.

Jugadores, entrenadores y periodistas de todo el mundo que pudimos conocerlo en persona tenemos al menos una anécdota de algún gesto de grandeza de Kobe Bryant. Esa súper figura del deporte que parecía ubicada en un sitial de privilegio se convertía en un ser humano normal, amable y comunicativo con cada persona que se le acercaba.

Allá por el año 2007, viajé a Las Vegas para cubrir el Preolímpico de básquet clasificatorio para los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. Argentina se jugaba una parada defícil porque solo había dos plazas para ir a China y por eso Estados Unidos se presentaba con sus figuras de la NBA, incluído Kobe Bryant. En ese torneo pude disfrutarlo como jugador dentro de la cancha en vivo y lo seguí bien de cerca en cada uno de sus movimientos en contacto con la prensa.

Más allá de cubrir los partidos de Argentina, siempre me quedaba hasta el último turno para verlo jugar y observarlo en conferencia de prensa y zona mixta con la intención de hacerle una pregunta en español porque sabía de su afición por los idiomas y por aprender aunque sea unas palabras de la lengua madre de cada uno de sus amigos extranjeros.

Una noche fue a la conferencia de prensa, contestó todas las preguntas en inglés de los periodistas locales y se levantó de su silla. Se colgó el bolso en el hombro y empezó a caminar por el pasillo de la sala en dirección hacia donde yo estaba. Cuando lo tuve en frente, sin pensarlo le dije: «Hola, Kobe. ¿hablás español?». Y ante mi sorpresa, lejos de molestarse, me mostró su luminosa sonrisa y me contestó: «¿Cómo te llamas?». En mi mente me preguntaba a mi misma si Kobe Bryant me había contestado en español o me había parecido. «Florencia», respondí. Él repitió mi nombre y agregó: «¿Dije bien?». De repente me encontré conversando con Kobe Bryant sobre sus intenciones de mejorar su español, me dijo unas palabras elogiosas sobre la selección argentina y quedó sobrevolando la promesa de poder hacer una nota en mi idioma el próximo partido.
El encuentro se dio con tanta naturalidad que no dude en pedirle que nos sacáramos una foto.

Sonreímos, se despidió en español y siguió su camino hacia la puerta de salida del Thomas & Mack Center de Las Vegas. El torneo continuó y Kobe se mostró en el mismo sentido con toda la prensa de habla hispana a punto tal que le regaló sus zapatillas al colega de Básquet Plus, Fabián García, y se animó a decir algunas palabras en español hablando con nosotros en zona mixta.

Una manera de ser genuina que mostró permanentemente mientras estuvo en la cima de su carrera profesional y que mantuvo después de su retiro para convertirse en un embajador deportivo ideal. Su estirpe de campeón y su lugar entre las leyendas de la NBA es indiscutible, pero más valor tiene esa vocación de generar algo positivo en cada contacto con las personas. Pequeños gestos que construyen el camino de los verdaderos grandes.



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