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La Ciudad 25 de septiembre de 2017

La 57ª Caravana de la Primavera, una multitudinaria fiesta familiar

Miles de niños, adolescentes y familias disfrutaron de una de las actividades más tradicionales de septiembre. La jornada culminó con un acto por la tarde en el monumento a San Martín.

Desde antes de las 8, hora pautada para comenzar la concentración en la sede de Pequeño Mundo, comenzaba a sentirse la energía de la 57ª Caravana de la Primavera. Miles de niños, adolescentes y adultos arribaron al punto de encuentro en sus bicicletas, muchas de las cuales estaban decoradas con flores, porras y demás elementos alusivos a la celebración.

En la puerta del edificio ubicado en Matheu 3349, los jóvenes del Oratorio Juvenil Pequeño Mundo, identificados con pecheras naranjas, fueron los responsables de organizar a los participantes detrás de alguno de los cuatro grupos en los que se separó la columna de más de diez cuadras que conformó la edición 2017.

“Estamos muy contentos con la convocatoria. Como todos los años, muchas personas dejaron para el día de hoy la compra de los ‘solapines'”, señaló Julián, integrante de la organización. Según él, la ausencia de lluvia en el pronóstico también colaboró a que la gente se sumara al encuentro.

Con una importante presencia de personal policial, de tránsito y de salud (además de las ambulancias del SAME participaron 35 socorristas de la Cruz Roja), cerca de las 9 de la mañana el primer grupo dio inicio al recorrido. Detrás lo siguieron los otros tres y, una vez en movimiento, miles de pequeños grupos concentrados en diferentes puntos del trayecto se unieron a la bicicleteada más importante de la ciudad.

El recorrido inició por Matheu, siguió por Independencia, luego por Juan B. Justo y tomó velocidad cuando se dobló por la costa, en dirección al autocamping “El Faro”. Una vez allí, los caravanistas decidieron tomar un descanso y disfrutar del primer domingo de la estación de las flores acompañados de mucho color, música y diversión.

Aprender divirtiéndose

La diversión sin duda alguna estuvo en manos de los cerca de diez animadores que acompañaron a los asistentes durante todo el recorrido. Delante de cada grupo, y subidos a una camioneta equipada con parlantes, parte del comité organizador se encargó no sólo de colaborar con las tareas de control a cargo de los equipos de seguridad, sino también de alentar y generar un ambiente más que propicio para la diversión y el disfrute.

Una de las particularidades de la edición de este año es que, en el camping, la Cruz Roja armó carpas y brindó cursos “exprés” de reanimación cardiopulmonar, seguridad vial y gestión de riesgo. “Nos pareció importante que todos tengan la posibilidad de sacarse inquietudes. Esto también forma parte de valorar la vida”, indicó uno de los socorristas en relación al lema del evento.

Una vez terminado el almuerzo, aproximadamente después de las 14, los rodados volvieron a las pistas y comenzó entonces la vuelta a casa. En esta oportunidad el retorno inició por la costa, hasta la avenida Luro, donde la caravana comenzó el trayecto final que culminaría en el monumento al General San Martín.

Allí tuvo lugar el acto de cierre, donde además de agradecer las colaboraciones y celebrar la culminación de una nueva edición de la actividad, se realizó el sorteo por una bicicleta. Al mismo sólo podían participar aquellos que habían abonado los $15 del “solapín”. El ticket te permitía acceder también a una gaseosa, un helado de agua y un seguro ante cualquier inconveniente técnico con la bicicleta.

Flores, disfraces y mucho color

Como es habitual, muchos de los asistentes concurrieron a la caravana con sus rodados “tuneados”. Los más preparados combinaron la decoración de su medio de transporte con su vestimenta, otros en cambio optaron por algún que otro aplique de color.

“Preparamos todo ayer a la noche así hoy podíamos llegar temprano”, aseguraba Florencia, mientras mostraba su corona de flores y la decoración primaveral que tenía su bicicleta. A su lado, Miguel había optado por cubrir la suya con guirnaldas y CD. “Ahora brilla”, lanzó orgulloso.

Pero no todo quedó en las flores, aquellos más arriesgados, o con menos vergüenza, acudieron con llamativos disfraces. Abundaron las pelucas de colores, sombreros estrafalarios y máscaras de todo tipo de personajes. De hecho, en la jornada se pudo ver a el Hombre Araña, Batman rosa (sí, rosa), Scream, V de Vendetta, entre otros.
Para los desprevenidos, en tanto, estaba Jacinta que, como todos los años, aprovecha la jornada para vender coronas de flores y ramos a $30 cada uno. “Disfruto este día porque siempre está repleto de juventud y alegría”, señaló, en su caravana número seis.

“No es verdad que está todo perdido”

Además de gente joven, muchas familias decidieron levantarse temprano y disfrutar de una actividad en conjunto. De los más que preparados fueron los integrantes de la familia de Julio y Susana quienes, como hace más de ocho años, la bicicleteada primaveral es una de las atracciones que más esperan. De hecho, sus dos hijos, Bruno (1 año) y Alejo (7) asistieron a la caravana incluso antes de nacer. “Vine hasta embarazada”, indicó.

En esta oportunidad todo el clan se encargó de decorar las bicicletas, preparar los sándwiches y elegir los sombreros que cada uno iba a llevar ese día. “Optamos por venir todos con gorros de animales”, señaló Alejo.
Pablo y César también esperan ansiosos la llegada de septiembre, dando cuenta que la edad no es una cuestión excluyente. “Ya perdimos la cuenta de cuántas veces vinimos, pero es un clásico que nunca nos queremos perder”, admitió Pablo, subido a una bicicleta acondicionada como una suerte de ‘barco pirata’.

La convocatoria fue multitudinaria. Con más de diez cuadras de extensión, la Caravana de la Primavera volvió a ser sinónimo de alegría, familia y unión. Y, como en todas las ediciones, el mensaje fue claro: valorar la vida. “La elección del lema y la organización de este evento estuvo en manos de los jóvenes, lo que demuestra que no es verdad que está todo perdido”, se le escuchó decir a uno de los pocos adultos que tomó el micrófono cuando los caravanistas tomaban carrera por Juan B. Justo.