Por Federico Planes

Marcelo fue a la guerra el 26, llegaron a Malvinas el 29 de abril. Yo no estaba cuando él partió para la guerra. Estaba trabajando. Y la madre me dice: “Marcelo me dejó dicho que te dijera que te sintieras orgulloso, que tu hijo iba a defender a la patria”. Ese día lloré mucho. Lloré mucho.

La guerra en definitiva, es donde nadie gana, tanto de un lado como del otro. Donde perder seres queridos es un golpe muy, muy grande. En el caso particular mío, creo que evidentemente no debe haber angustia tan grande como la de perder un hijo.

Marcelo tenía tan solo 18 años, recién recibido de técnico mecánico, con un futuro y una vida por delante y la guerra truncó todo eso. Yo creo en que los padres nunca imaginamos que el hijo se va a ir antes que nosotros.
Perdí un hijo en Malvinas pero hoy lucho desde la otra batalla. Siento el honor como persona, como argentino. Marcelo fue con 114 hombres más y afortunadamente, gracias a Dios, murieron nada más que tres. Marcelo fue uno de los tres.

El no iba a ir a la guerra, pero no porque no quisiera, sino porque el cabo que en ese momento estaba seleccionando los soldados que se iba a llevar a Malvinas, estaba anotándolos a medida que pasaba cada uno. Y llega a Marcelo y sigue de largo y él ve que no lo anotan y entonces pide permiso y se acerca al cabo para decirle “mire mi cabo, usted no me anotó”. Y el cabo le dice “¿pero vos estás seguro de lo que me estás diciendo?”, “pero sí mi cabo, seguro. Son mis compañeros”. Ahí lo anotaron y allá quedó.

La paz es algo fundamental, es un elemento fundamental para cualquier ser humano. Yo creo que no hay cosa que no tenga sentido tanto como la agresión entre hombres, entre seres humanos. Creo que la inteligencia y la capacidad debe tratar siempre de zanjar cualquier diferencia.

(*): Padre de Gustavo Marcelo Planes, soldado caído en Malvinas perteneciente al GADA 101 de Ciudadela