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Opinión 12 de agosto de 2016

La construcción ciudadana

Por Sebastián Puglisi

 

Desde hace algún tiempo, los estudiantes de algunas escuelas secundarias oficiales de nuestra ciudad, han comenzado a movilizarse en reclamo de mejoras edilicias en sus colegios.

La situación de abandono y desamparo que se observa en algunas escuelas es sorprendente, pero asimismo la lentitud para encontrar soluciones por parte de las autoridades educativas de la Provincia de Buenos Aires, en los últimos 20 años, es inexplicable. Me consta que la actual conducción del Concejo Escolar en concordancia con las nuevas autoridades provinciales, están trabajando mucho para intentar revertir esta tendencia.

Algunos medios periodísticos se vienen ocupando de estas acciones de los jóvenes. Unos acompañando e informando, otros demonizando a los adolescentes.

Debo dejar clara una postura: no adhiero a los adultos que fogonean estas situaciones para lograr algún rédito sectorial o personal. Tampoco a los jóvenes que aprovechan esta situación para destruir lo poco que queda en pie en las escuelas maltrechas.

Aclarada esta cuestión, diré que estoy absolutamente reconfortado con algunas situaciones que los estudiantes han logrado revertir. Hay jóvenes que en estos tiempos han realizado campañas de limpieza de bancos, limpieza de edificios y han realizado acciones que le han permitido mostrar a un número importante de convecinos cuál es la realidad de los edificios escolares de nuestra ciudad. Estos jóvenes le han dicho a toda la comunidad que vea en que situación edilicia se está estudiando y en qué condiciones están trabajando algunos docentes.

¿Porqué la mayor parte de los medios de prensa recrimina a los jóvenes por su actitud, pero pocos piden explicaciones a las autoridades provinciales acerca del estado edilicio de las escuelas? ¿Qué hacer ante esta situación? ¿Sancionamos…reprochamos o aprovechamos estos espacios de construcción ciudadana?

La escuela es el espacio público que tiene la tarea específica de construir lo público. La pregunta por responderse sería ¿la educación para la ciudadanía, debe ser una tarea transversal, que comprometa toda la experiencia escolar, o un espacio curricular específico, con contenidos claramente delimitados?

En nuestra provincia los jóvenes cursan en sus tres primeros años de secundario obligatorio, una hermosa materia denominada Construcción de Ciudadanía (CDC). A veces con horario reducido, a veces cursado en horario extra banda horaria, -que refleja la escasa relevancia que se le asigna, en comparación con otros espacios curriculares-, busca enseñar a los alumnos a actuar políticamente, a actuar –como bien dice su nombre- como ciudadanos, proponiendo cambios en su entorno, apelando a las esferas políticas que corresponden, elevando quejas, buscando espacios de comunicación y acción, es decir, a no ser conformistas, a cuestionar y a actuar en democracia. En realidad, es una materia que “le da la palabra”  a los jóvenes.

Pero la Ciudadanía se construye participando. Hay una enorme cantidad de chicos y chicas que han transitado por este espacio curricular y ni siquiera recuerdan de qué se trata, y sin embargo deberíamos sentirla, los docentes, como el  triunfo de una pedagogía crítica y actualizada que se filtra dentro de un sistema escolar estatal tradicional.

Ocurre que en muchos casos es ofrecida por profesores con escasa formación para un espacio curricular de semejante envergadura y además criticada por algunos ya que piden que sea un espacio en la que se pide neutralidad. Pero cabe una pregunta: ¿Podemos pedirle neutralidad a la educación ciudadana?

Nunca la enseñanza es neutral y menos aún la formación política que es el  menos neutral de los contenidos. Sabemos que la neutralidad absoluta es imposible.

El ocultar los conflictos, hacer silencio ante ellos y evadir controversias no parece ser una buena herramienta para formar ciudadanos dispuestos a la participación activa.

Pero claro, hay que ser muy cuidadoso ya que tampoco es deseable una orientación sesgada por el oficialismo de turno.

Los principios democráticos deberían ser el marco dentro del cual movernos, sin ahogar el pluralismo que siempre y en todos los casos, enriquece.

Es bueno que los jóvenes participen. Siempre decimos que queremos jóvenes críticos y reflexivos….

Hoy los jóvenes se están expresando.

Seguramente desde las escuelas deberemos seguir trabajando para profundizar un trabajo que nos permita movernos dentro de lo que propone un estado de derecho.

Necesitamos,  los docentes,  trabajar propuestas didácticas específicas.

Necesitamos, los docentes, generar condiciones para el cambio social desde la enseñanza.

Lo lograremos si podremos revisar nuestros propios procesos de aprendizaje, nuestras propias prácticas….en muchos casos heredados, pero sin crítica.

Sabemos que la escuela es necesaria, pero no es suficiente para construir y pensar lo político, debemos aportar desde todos los sectores sociales para tener, por fin, la escuela que queremos.

 

Puglisi es licenciado en Ciencias de la Educación, especialista en Gestión Educativa, docente en Institutos de Formación Docente y en la Universidad Nacional de Mar del Plata, ex secretario de Educación y de Cultura municipal.