La crisis en la pesca desploma las ventas en los comercios del Puerto
En diversos locales advirtieron que la actividad cayó un 50% y que el panorama se agravó por la situación de la industria pesquera. “Se nota que hay menos plata circulando”, resaltaron.
La crisis de la pesca, marcada por los barcos parados, la baja rentabilidad y los conflictos laborales, impacta de lleno en los locales comerciales del Puerto marplatense, donde las ventas están a la baja y hay una fuerte preocupación de cara al futuro.
“No vendemos nada, no hay plata. Incluso este fin de semana largo tampoco repuntó demasiado, a pesar del Día del Padre”, aseguró Marcela, encargada de un local de ropa ubicado en 12 de Octubre y Bermejo, a LA CAPITAL.
La vendedora reveló que muchos de sus clientes son trabajadores o familias que dependen de la pesca, y que se percibe menos movimiento en las principales arterias comerciales de la zona. “Ya no vienen a comprar como antes.
En el último año, las ventas bajaron casi un 60%”, resaltó.
Uno de los sectores más afectados por la situación de la industria pesquera son los marineros. Hay cerca de 250 damnificados en la ciudad debido a la crisis de la flota tangonera congeladora, que no comenzó la temporada de langostino por la baja rentabilidad.
Semana atrás, los empresarios del sector solicitaron rebajar un 30% del ítem salarial por producción de los marineros, lo que hizo escalar el conflicto, dada la negativa de los gremios a aceptar una disminución en el sueldo. Mientras tanto, los barcos congeladores continúan parados y los trabajadores, sin embarcar.
“Tengo familiares marineros que hoy están trabajando en Uber para subsistir. Algunos llevan más de siete meses sin salir al mar y no están cobrando”, planteó la vendedora.

Un panorama similar trazó Carla, encargada de otro local de ropa, y con 45 años de experiencia en el rubro. “Las ventas bajaron aproximadamente un 50% en el último año. Tenemos muy buenos precios, casi al costo, y aun así no termina de repuntar. La crisis de la pesca agravó la situación en los comercios de la zona, se nota que hay menos plata circulando”, analizó.
La vendedora reconoció que el contexto adverso le trae reminiscencias de la crisis de 2001. “Ya el año pasado las ventas andaban mal y ahora se profundizó con el conflicto de la pesca. Si hay poca plata, lo menos que va a venir a comprar alguien es un buzo. Es lo primero que se recorta”, añadió.
“Todo lo que impacta en el puerto repercute acá. Siempre fue así, los que vivimos en el barrio lo sabemos. No tengo un número exacto, pero las ventas han bajado, hay menos movimiento”, coincidió Laura, encargada de una dietética.
La comerciante subrayó que los comercios emplazados en el puerto y sus inmediaciones siempre estuvieron condicionados por la dinámica de la pesca. “Es todo una cadena que siempre afecta al resto. Desde la gente que embarca, pasando por los que descargan la mercadería o todo lo que genera el trabajo en tierra con las fábricas. Cuando hay menos actividad, lo notamos enseguida”, señaló.

Laura advirtió que una marca de época es lo rápido que la gente se queda sin dinero. “Años atrás, en la última semana del mes ya se notaba que las personas no tenían plata y venían menos a comprar. Ahora eso ya lo vemos llegando a la primera quincena; es decir, ahora. Si bien tenemos a favor el aguinaldo de junio y un grupo de clientes fijos, dudo que esto pueda mejorar en el corto plazo”, sentenció.
En la Banquina de los Pescadores, los análisis son más variados por la incidencia del turismo. Por ejemplo, Sergio, vendedor de conservas de pescado, explicó que el trabajo fuerte en su caso se da durante el verano y hasta Semana Santa. Mientras que mayo y junio suelen ser meses “más tranquilos” por la menor afluencia de visitantes.
“A nosotros nos pega menos la crisis de la pesca porque nuestros principales clientes son los turistas. Tampoco hemos tenido dificultades en lo que respecta a la logística o a la provisión de productos para vender. Generalmente suele haber siempre stock de conservas, no hemos tenido inconvenientes”, profundizó.
Sin embargo, otra realidad marcó Pepe, a cargo de una pescadería. “Todo el barrio depende en cierta medida de la actividad portuaria, no es una isla. Así que la situación de la pesca afecta”, comentó.

En este escenario desfavorable, graficó, al igual que otros vendedores consultados, que las ventas bajaron un 50% con respecto al año pasado. “Ahora llegó un poco de aire por el fin de semana largo, pero la ecuación es la misma: más allá de los turistas, durante todo el año gran parte de nuestros clientes son personas del barrio o la zona, que trabajan en el puerto”, reflexionó.
El comerciante remarcó que “golpea mucho al barrio que haya tantos barcos parados”. Y se mostró preocupado por la posibilidad de que persista el conflicto en la flota congeladora, con su consecuente impacto en la provisión de mercadería.
“Tenemos langostino congelado de zafras anteriores, pero con eso podemos contar por un par de meses nomás. Si sigue el conflicto, es posible que no quedemos sin materia prima”, alertó.
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