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Opinión 23 de noviembre de 2018

La Cumbre del G-20 y una oportunidad para el desarrollo sustentable

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por Sergio Bergman

A pocos días de iniciarse la Cumbre de Líderes del G-20, bajo la presidencia de Argentina, resulta propicio unir esfuerzos para trazar metas, trabajar en acciones que direccionen al desarrollo sustentable y al compromiso en la lucha contra el cambio climático; y avanzar en una agenda de lo ambiental como un derecho humano.

Los líderes del G-20 tendrán la oportunidad de discutir y asumir grandes desafíos para el conjunto de la sociedad. Es gracias al accionar sinérgico de los representantes de los distintos países que se han alcanzado tratados internacionales de la envergadura del Acuerdo de París, el Protocolo de Kioto y, más recientemente, el Acuerdo de Escazú, entre otros, que involucran el diálogo y comprometen la acción permanente de los Estados en beneficio de las futuras generaciones.

Hay que señalar que la recurrencia e intensidad de fenómenos como grandes tormentas, inundaciones e incendios nos obliga a pensar en nuevas estrategias, a diseñar políticas públicas de adaptación y mitigación y a actuar en pos de la conservación y restauración ambiental. Pero a la vez, nos impone hacer un uso adecuado, eficiente y sustentable de nuestros recursos naturales.

Estas manifestaciones de la naturaleza demandan el mayor compromiso por parte de los Estados para su abordaje. Es por eso que, en el marco del G-20, fue necesaria la creación de un grupo de trabajo dedicado a la sustentabilidad climática; liderado por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo

Sustentable. Este grupo se propuso abordar la adaptación al cambio climático y a eventos climáticos extremos, con foco en el desarrollo de infraestructura resiliente y la creación de empleo; promover el desarrollo de estrategias bajas en emisiones de gases de efecto invernadero a largo plazo, con énfasis en criterios y metodologías para su diseño; y el alineamiento de los flujos de financiamiento climático internacional para la implementación efectiva de las contribuciones nacionalmente determinadas y las estrategias bajas en emisiones de gases de efecto invernadero.

Esfuerzos conjuntos como este permitirán alcanzar soluciones; la cooperación técnica, económica y social para el desarrollo de proyectos; y el intercambio de experiencias que enriquezcan nuestro modo de hacer las cosas en sintonía con el mundo. A su vez, a nivel regional, los avances alcanzados podrían repercutir en gobiernos y organismos locales, con acciones destinadas a la preservación de la flora y la fauna autóctonas, gracias a experiencias que han resultado exitosas en otros países.

A la vez, una nueva conciencia ambiental se vislumbra en las nuevas generaciones, a través de nuevos modos de consumo que exigen de empresas y Estados mayor responsabilidad ambiental, con métodos de producción sustentable y un uso racional de los recursos. Responder a esta demanda es uno de nuestros desafíos.

En este marco, ya no quedan dudas sobre la relevancia de espacios como el G-20, fundamentales para alcanzar acuerdos entre naciones que permitan insertar a la Argentina de manera inteligente en el mundo y apuntar a un desarrollo económico y social en el que nada sea rentable si no es sustentable.

(*): Secretario de Gobierno de Ambiente y Desarrollo Sustentable. Especial para NA.



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