La Ciudad

La despedida en pandemia y el fenómeno del “duelo incierto”

La licenciada en psicología Diana Hunsche reflexionó sobre el impacto del Covid en la despedida de un ser querido. Además analizó el sentimiento de culpa, el crecimiento en las consultas y los efectos que puede dejar el coronavirus.

Como casi todo desde que llegó la pandemia, la despedida de los fallecidos también es diferente. Más allá de las creencias o los ritos de cada religión, el adiós final a un ser querido tras la llegada de coronavirus ya no es lo que era. Sin posibilidades de realizar las tradicionales ceremonias por razones sanitarias, las familias y los amigos de la mayoría de los más de 85 mil muertos en el país, no pudieron despedir a su ser querido. No se trata solo de una de las tantas costumbres que se cambiaron: el efecto puede impactar con dureza en el procesamiento de la pérdida.

Diana Hunsche es licenciada en psicología (MN10.544) y se especializa en el análisis sobre cómo transitar un duelo o una pérdida.

En ese contexto, la profesional habló con LA CAPITAL sobre lo que se llama el “duelo incierto”.

“Se denomina así porque es un duelo en el que no existe un cuerpo del cual despedirse. Es decir, no se puede hacer una ceremonia de despedida por las restricciones. En todas las culturas hay distintos rituales que sirven para inscribir la partida de un ser querido, para registrar la muerte. A partir de ahí, uno puede empezar el duelo”, profundizó la profesional y marcó la diferencia con lo que sucede en la actualidad. “Si no tenés un registro del fallecimiento siempre queda a nivel inconsciente, en nuestros más íntimos deseos, la ilusión de que el otro puede volver. La sensación de que en realidad no se fue. Justamente porque es un duelo sin despedida”, analizó.

Ante esta situación, la psicóloga destacó que la terapia “ayuda a inscribir esto” y recomendó que “lo que hay que hacer cuando se pueda, en forma individual o familiar, es una ceremonia simbólica para hacer el entierro psicológico de algún modo”.

Al involucrarse de lleno en la temática, Hunsche recordó que hay otros duelos que ya existían de antes, como por ejemplo “el duelo ambiguo que es cuando una persona tiene una enfermedad degenerativa, por ejemplo, uno ya se empieza a despedir mientras ellos están en vida”.

Otro de los aspectos que cobró relevancia en la pandemia es el de la culpa. En ese sentido, la profesional explicó que está “la culpa por sobrevivir y también hay otro fenómeno que es que la gente que está bien por diferentes motivos, tiene culpa por estar bien”.

Y ejemplificó: “Tengo pacientes que me dicen: yo dentro de todo no me puedo quejar realmente, estoy bien pero no lo puedo compartir porque ver tanto dolor alrededor te impide decirlo. Son muchos tipos de culpa los que aparecen”.

– ¿Considera que nos acostumbramos a convivir con el número de muertos por día y que es algo que se naturalizó?

– Creo que en algún punto para seguir adelante hay que por momentos mirar a otro lado, ponerte anteojeras y dedicarte a lo que tenés que hacer en el momento. Es decir, nosotros nos conectamos con las noticias pero en algún momento tenemos que seguir nuestra vida habitual. De todas maneras, a pesar de que por momentos no tomamos conciencia de la gravedad, siempre en algún momento nos sorprende el horror. Uno lo ve en números pero si se pone a pensar en la cantidad de familias que implica cada fallecido es realmente muy duro de sobrellevar. Tiene que ver con la pandemia y con cada situación límite.

– ¿Qué secuelas cree que puede dejar la pandemia en lo emocional?

– Mayor refugio en la virtualidad, temor al contacto físico, cierta dependencia hipocondríaca, de estar muy pendiente del estado físico, y también cierto aislamiento social. También es real que la gente que mejor responde es la que vivió un situación límite anterior. El que sufrió más antes tiene más herramientas para defenderse en este momento. El tema es manejar una situación límite, de eso se trata.

– ¿Crecieron mucho las consultas en el último año?

– Muchísimo. Pacientes que estuvieron mucho tiempo sin hacer terapia regresaron. Los motivos son múltiples. Porque los problemas no resueltos anteriormente, se potencian. El factor desencadenante es la pandemia pero además hay cosas que vienen de antes que hay que resolver. Problemas, conyugales, laborales, de aprendizaje en los adolescentes, problemas que tienen que ver con el encierro o la soledad. Respecto a esto, la persona que aprendió a estar bien consigo misma, tiene muchas más chances de estar bien y sobrellevar bien todo. En cambio, el que nunca lo aprendió está en un problema. Tiene mucho que ver con lo que uno trabajó anteriormente.

Optimismo

Por último, la profesional remarcó que la sensación más grande es “la incertidumbre acerca del futuro” y consideró relevante dejar un mensaje de esperanza.

“Favaloro decía que el optimismo tenía efectos biológicos. O sea que hay que poner todo de sí para estar mejor y sobrellevar este momento que también va a pasar”.

Diana Hunsche acaba de presentar su libro, “A terapia ¿yo?” que esclarece todos los mitos y prejuicios acerca de la psicología.

La autora forma parte de la FundaPsi, una fundación dedicada a la psicogenealogía, presidida por el Tobías Holc, que realiza cursos gratuitos y brinda asistencia psicológica a personas que perdieron familiares por Covid.

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