Opinión

La educación en los laberintos de la virtualidad

¿Cómo asegurar la continuidad de la educación, potenciando la calidad educativa?

por Gustavo de Elorza Feldborg

Sin lugar a dudas la educación es uno de los pilares fundamentales de la sociedad, sin ella no tendríamos chances de alcanzar en primer lugar el desarrollo humano, y en segundo término el desarrollo como sociedad, sobre todo en los tiempos de pandemia como el que nos toca vivir y bajo la configuración digital como lo es, la Sociedad de la Información y el Conocimiento.

En la actualidad, enfrentamos la imperiosa y vertiginosa necesidad de implementar clases mediante el uso de la virtualidad, lo cual nos obliga como docentes y equipos directivos, a innovar en todas las formas conocidas de nuestro quehacer educativo y sobre las que veníamos trabajando desde lo cotidiano.

Estos nuevos tiempos, nos presentan oportunidades, que si sabemos aprovecharlas pueden convertirse en aliados para todas las áreas, en especial, en lo que refiere a las prácticas de enseñanza, sólo es necesario ajustar y crear nuevas formas de enseñar, de comunicarnos y sobre todo de aprender bajo metodologías, basadas en los parámetros que exige la “educación en línea”.

Los protagonistas de esta época, son nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes, ellos y su formación presente y futura como ciudadanos, trabajadores, intelectuales, artistas, dirigentes y profesionales entre tantos otros, serán la continuidad de nuestro futuro y primordialmente, el de ellos.

Este escenario mundial que nos toca transitar entre todos, se encuentra amenazado por la realidad de un contagio masivo, donde se ponen en juego escenarios de vida y muerte para muchos. Asimismo, nos desafía a reinventarnos y ha reinventar las formas que nos permiten la continuidad como especie. Hoy se nos hace común encontrarnos con términos nuevos que estamos aprendiendo como teletrabajo, videoconferencia, educación virtual, continuidad pedagógica, por nombrar algunos.

Los nuevos escenarios que enfrentaran nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes, se dibujan y proyectan con bases concretas de convivencia con tecnologías robóticas, inteligencia artificial, la internet de las cosas y empleos que no se han inventado todavía y que dominarán la escena política, económica, social y tecnológica mundial, las cuales continuarán transformando nuestra forma y estilo de vida, al que nos hemos acostumbrado y que hoy la pandemia pone en jaque.

Hoy disponemos de las tecnologías y de los medios necesarios para asegurar la continuidad pedagógica de nuestros estudiantes, por eso, es muy importante que todos nuestros conocimientos y esfuerzos como docentes y equipos directivos los apuntemos no sólo a la implementación rápida y superficial de espacios virtuales, dentro del carácter instrumental que brindan las nuevas tecnologías, sino, que más allá de las capacitaciones – muy necesarias por cierto – podamos crear y reflexionar sobre las cuestiones didácticas y pedagógicas que operan en términos de calidad educativa, dentro de los ámbitos de la virtualidad y la digitalización de los procesos de enseñanza y de aprendizaje.

Dentro de estas cuestiones y configuraciones didácticas y pedagógicas, es necesario contemplar algunas acciones, ya que ellas no sólo nos permitirán transitar estos tiempos, sino que además estaremos aprovechando la oportunidad de esta crisis que nos toca vivir. Por ello y ha modo de recomendación pedagógica, es oportuno evaluar desde nuestras prácticas educativas el desarrollo de propuestas que potencien el “enseñar a pensar”; con ello me refiero a implementar actividades mediante el uso de la virtualidad, donde les propongamos a nuestros estudiantes desafíos que los involucren en sus propios procesos de aprendizaje, es decir, ¿qué saben hacer?, porque la finalidad debe ser enseñar “haciendo y no repitiendo”.

Para ello, debemos operar cognitivamente mediante el uso del pensamiento lógico, la intuición científica y, sobre todo, el uso de la “creatividad”. Asimismo, el desarrollo y planteo de habilidades para la resolución de problemas con escenarios cambiantes, aseguran en nuestros estudiantes la habilidad de resolver cuestiones presentes y futuras mediante la aplicación del razonamiento analítico, el razonamiento lógico y el pensamiento crítico, aplicado en todos los campos del conocimiento; lo cual será un pasaporte cognitivo entre las fronteras del presente y el futuro.

Dentro del desarrollo de los procesos educativos en la virtualidad, debemos enfrentar y enseñar a nuestros jóvenes desde la motivación y el desafío, a mejorar su tolerancia frente a la frustración; para ello, hemos de partir desde los intereses que los estudiantes manifiesten, a fin de poder construir su propio proceso de aprendizaje y conocimiento, y desarrollar las competencias necesarias, relacionadas con la autonomía, la iniciativa, la autoestima y la responsabilidad.

En la actualidad, se nos está presentando un escenario académico que, en un plazo no mayor a 10 años, muchas de las ofertas académicas de nivel secundario y universitario van a quedar inhabilitadas; y trabajos que ya no van a ser solicitados por el mercado.

Este escenario de pandemia, hoy nos desafía a reinventarnos, a reorganizar nuestros modelos y esquemas de pensamiento, pero también obliga a todos los sectores sociales y en especial al educativo a transitar escenarios que requieren de nuevos esquemas mentales, entre ellos, el uso de la virtualidad, donde estos promuevan ya no espacios prioritarios de asimilación de información, sino, espacios de procesamiento y comprensión, donde la información pueda ser aplicada como conocimiento en la resolución de problemas prácticos de nuestra realidad.

Quizás, sería necesario definir ¿Cómo es nuestro cerebro desde una perspectiva educativa?, nuestro cerebro es un sistema biológico, constituido por la expresión genética, que tiene una estructura compleja, con componentes relativamente autónomos los cuales interactúan mediante conexiones que se van modificando como resultado de todas las experiencias que nos toca transitar y en especial, las que vivimos durante nuestro proceso de aprendizaje. De todo esto, podemos mejorar la calidad educativa de nuestros estudiantes, si comprendemos que los mismos no conforman una masa aglutinante y homogénea de cerebros, sino todo lo contrario, cada persona tiene un ritmo, un estilo y un tiempo de aprendizaje diferente, sin mencionar el condicionamiento que impone el contexto. Por lo tanto, si vamos a utilizar la virtualidad con fines educativos y potenciar la calidad de los aprendizajes, deberíamos tener en cuenta al momento de crear y diseñar actividades educativas estas consideraciones, para lo cual creo y sostengo como aporte personal, que es útil crear varias versiones de una misma actividad y de este modo el estudiante podría optar por aquella versión que mejor se adapte a sus intereses personales, con esto, estaríamos promoviendo un aprendizaje personalizado y que he denominado como el proceso pedagógico de “versionar las actividades”.

Otra consideración a tener en cuenta en la implementación de la educación en línea y que podemos estimular mediante aquel viejo hábito de niños, que consistía en preguntar todo y sobre todo…, consiste en promover la pregunta, más de que el de la respuesta, esto nos prepara mejor para un futuro que es incierto, y de esta forma estaremos andamiando el aprendizaje autónomo, activo, auténtico, y sobre todo neuroconfigurador de nuestro cerebro, recordemos que el aprendizaje, se puede considerar como un proceso de construcción y configuración de nuevas redes y circuitos neuronales, activados por la aparición de interrogantes cognitivos, como lo es la necesidad de saber.

Por último, transitar y operar cognitivamente los laberintos de la virtualidad, desde la educación, nos hará falta una brújula pedagógica que nos permita alcanzar el norte de la calidad educativa. Por lo tanto, debemos prestar atención al camino que transitemos en especial el de las actividades, en el cuál no debemos detenernos en los entretenimientos de contenidos vacíos de sentido; de los cuestionarios que sólo repiten el sin sentido de los contenidos; de los confusos ejercicios matemáticos que esconden la salida del ¿Por qué? El ¿Cómo? Y el ¿Pará qué?; de los espejismos de la repetición por el mero hecho de repetir; de las torres babélicas que enseñan a hacer sin hacer.

El camino que nos sacará del laberinto y nos permitirá desarrollar experiencias, conocimientos y las competencias llaves de un futuro cercano, opera con actividades que en su trayecto presenta señales de saber-saber; de saber hacer; de saber ser y sus escenarios cambiantes nos desafían a poder aplicar el conocimiento mediante procesos de: comparar, demostrar, descubrir, diseñar, interpretar, organizar, relacionar, diagramar, categorizar, proponer, justificar, localizar, relatar y ¿por qué no definir?.

No nos olvidemos qué como educadores, nuestra meta es llegar todos juntos, y dónde ninguno se pierda en el camino.

(*): Profesor e investigador universitario

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