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La Ciudad 26 de mayo de 2017

La Fusa, mitos, leyendas y arte

Realidades y mitos, La Fusa generó varios de ellos. Fueron dos discos y no uno. Las voces no se grabaron en el bar, pero sí el sonido ambiente. Quizá haya funcionado en dos sitios diferentes. Eso sí, su principal protagonista siempre fue Vinicius de Moraes.

por Susy Scándali

Pocas cosas en la historia encuentran coincidencias totales entre quienes la relatan o la recogen. Aunque se trate de tiempos relativamente cercanos…

Todo lo que tiene que ver con La Fusa, el mítico reducto intelectual y bohemio en el que destacó la figura del inolvidable Vinicius de Moraes, es un buen ejemplo de esto: los datos apuntan diferentes versiones de los mismos hechos, de las mismas personas y de los mismos lugares. Sólo algo aparece como una certeza absoluta: La Fusa se eternizó en dos registros sonoros imprescindibles para entender la música brasileña y el especial momento que se vivía por esos años en América Latina.

El continente estaba convulsionado por los golpes de Estado que comenzaron a registrarse en 1964 en Brasil con Castelo Branco y que se fueron extendiendo en los ’70.

En Uruguay, en 1971 el presidente Jorge Pacheco Areco asumía poderes extraordinarios para luchar contra la guerrilla, que tuvo secuestrado al cónsul de Brasil durante más de 200 días.

En la Argentina, todo preanunciaba la asonada del 23 de marzo cuando la Junta de Comandantes destituía al general Levingston para colocar en la presidencia al general Lanusse.

Ese año, el poeta debía presentarse en “La Fusa” de Punta del Este. Pero un mensaje encontrado en el bar Anón de Montevideo en diciembre de 1970 le cambió el rumbo.

“Deben ver todos los lagartos que la cosa viene en serio y debemos dejar la costa de la playa con la arena sola. MLH-Tupamaros”.

La nota anticipaba que el horno no estaba para bollos en Punta del Este, el lugar elegido por Silvina Muñiz y Coco Pérez para abrir el café concert La Fusa.

Descartada Punta del Este para el verano del ’71, la mirada del matrimonio se posó en Mar del Plata.

Cómo nace La Fusa

“La ocurrencia de abrir La Fusa -recordó Silvina Muñiz hace unos años- nació una noche a la salida de un espectáculo de Osvaldo Bonet con arreglos musicales que había hecho Coco”, quien era pianista y un enamorado de la música brasileña, como ella.

Allí estaban Norma Aleandro, Carlos Perciavalle, Antonio Gasalla; de la charla surgió la idea, que se concretó en 1968 en Punta del Este.

El éxito fue tan grande que ese mismo invierno La Fusa desembarcó en Buenos Aires. Y allí el desfile artístico fue impresionante: Susana Rinaldi, Amelita Baltar, Antonio Gasalla y Carlos Perciavalle, Marikena Monti, Marilú Marini, Federico Peralta Ramos, Marta Minujín…

En febrero de 1970, Vinicius actuó en el local de Punta del Este, acompañado por Dori Caymmi. Aquí en Mar del Plata estaba actuando María Creuza y Vinicius la mandó llamar para que se uniera al show uruguayo. En junio, ya con Toquinho en la guitarra, hicieron la primera temporada porteña, que dio origen al álbum publicado por el sello Trova.

En Mar del Plata

El clima político en Uruguay condujo en 1971 a cambiar Punta del Este por Mar del Plata. El lugar elegido fue la mansión veraniega de la familia Zuberbühler en la esquina de Aristóbulo del Valle y Rodríguez Peña, por donde pasó la impiadosa piqueta y se alza ahora un enorme edificio.

En la planta baja funcionaba el restaurante Villa d’Este. Arriba, La Fusa. Allí fue donde se presentó por primera vez en Mar del Plata el maestro Vinicius de Moraes. El por entonces jovencísimo Toquinho fue de la partida. Así como María Bethania, Chico Buarque, Horacio Molina y María Creuza.

La experiencia cambió la vida del barrio, que nunca antes había tenido tal movimiento. Y se la cambió también a una nena: Belén, hija del matrimonio Muñiz-Pérez, que con sus cinco hermanos compartió la atípica vida del talentoso grupo de músicos en la casona que alquilaron sus padres en la calle Alem, a poco más de una cuadra de La Fusa.

fusa

Vinicius, Chico Buarque y Toquinho en “La Fusa”, que funcionó en un chalet de Playa Grande.

Ese año, que comenzaba caóticamente, Vinicius se olvidaba del mundo en la bañadera -donde componía mientras se daba interminables baños-, ante los ojos asombrados de Belén y el resto de los niños.

La casa estaba llena de chicos: los seis de la pareja, las hijas de Horacio Molina y Chunchuna Villafañe y la nena de Gesse, una esposa de Vinicius. Difícil precisar cuántas tuvo. Cuando murió, en 1980, los cables decían que estaba acompañado de su sexta esposa, pero cuando estuvo en Mar del Plata en 1978, las crónicas hablaban de ocho y otra nota, de 2003, de nueve.

Los registros biográficos de Vinicius citan a siete: Beatriz Azevedo de Mello; Lila Maria Esquerdo; Maria Lúcia Proença; Nelita Abreu Rocha; Cristina Gurjão; Gesse Gessy y Gilda de Queirós Matoso.

Una casa muy divertida

“Apostaron ese verano a todo trapo. Vinicius, Toquinho, María Creuza, Chico Buarque, María Bethania, la Matarazzo y Antonio Gasalla, entre otros. Fue un éxito de público, pero se gastó más de lo que se ganó… Fue una experiencia increíble para todos los que compartimos ese verano. Alquilaron una casa muy grande, muy linda, en Alem. Todavía recuerdo las hortensias enormes de esa casona…”, recuerda Bélen Pérez Muñiz, contradiciendo a quienes afirman que los artistas vivían en el mismo lugar en el que actuaban y a los que dicen que habían alquilado en un edificio sobre la calle Rodríguez Peña.

“Mis papás alquilaron esa casa enorme y convivíamos todos. Yo era chica pero estaba muy atraída por la música, especialmente la de Brasil. Estaba fascinada de verlos y escucharlos componer y cantar…”, se ríe y recuerda: “Había más de diez chicos allí ese verano… de hecho ellos después incluyeron en su disco infantil ‘El arca de Noé’, el tema ‘A casa’, ‘La casa’, inspirado en la casa de Alem y que nosotros cantábamos”.

Esta es otra de las tantas dudas de la historia: para Belén, ‘A casa’ fue escrita recordando la casona marplatense de Playa Grande. Pero también se afirma que en realidad, ‘A casa’ está hecha por Casapueblo, la extraña construcción que el artista uruguayo Carlos Paéz Vilaró comenzó en 1958 .

Como sea, la casona de Playa Grande sí que fue divertida.

Belén cuenta que el grupo de artistas vivía “al revés”: “se levantaban casi cuando nosotros nos acostábamos… a veces nos permitían ir a verlos…”.

Toquinho también recuerda esa época con alegría: “Mi relación con él (Vinicius) fue muy divertida”, dice en una nota publicada en 2016. “Teníamos ganas de mandar la situación militar de Brasil a la mierda, y yo había escuchado en Bahía una expresión… Entonces le dije a Vinicius que ya teníamos una manera de mandar todo ‘a tonga da mironga da kabulete’… Y fue un éxito impresionante…”. Y también, uno de los temas del disco marplatense.

Otra casa, más dudas

Decíamos que la historia de La Fusa registra varias imprecisiones. Por ejemplo, así como nadie puede negar que la casona de Playa Grande fue el lugar elegido para instalarla en Mar del Plata, nadie puede afirmar si es cierto o no que La Fusa tuvo otro espacio en la ciudad.

Se señala a la casa ubicada en Chubut 735 como ese lugar, donde el bar habría estado apenas unas semanas a comienzos de 1971 y en el que habría cantado Maysa Matarazzo. Pero nadie puede afirmarlo…

Hubo sí, en esa dirección, varios boliches. Pero la memoria de los vecinos más antiguos llega hasta “La posta de Facundo”, a fines de los setenta. De los comienzos de esa década, no hay recuerdos.

No uno, sino dos discos

La Fusa dio lugar no a un solo disco sino a dos: uno grabado en Buenos Aires y otro en Mar del Plata. La idea fue del productor Alfredo Radoszynski, al frente del sello Trova. Inicialmente, los técnicos recogieron el sonido durante uno de los recitales en el bar de Buenos Aires, pero como la calidad no era muy buena, decidieron trasladarse a un estudio, donde invitaron a 25 personas para dar ambiente al disco y añadieron de fondo el murmullo del público recogido en el local.

Tapa del disco grabado en La Fusa

Tapa del disco grabado en La Fusa

El mismo Vinicius sugirió que las canciones fuesen grabadas en el estudio y que después encimaran las voces del público local, entusiasta, alegre y emotivo.

El primero de los discos se grabó en 1970 y la partenaire femenina fue María Creuza. El de Mar del Plata, data de 1971 y en él cantó María Bethania. La ambientación del local estuvo a cargo del marplatense Alfredo Savasta, con equipos que él mismo fabricó para esa ocasión.

El disco, “Vinicius de Moraes – Vinicius + Bethania + Toquinho… En La Fusa Mar Del Plata”, lo abre el famoso “A tonga da mironga do kabulete” y se convirtió en el testimonio más valioso del paso por la ciudad del icónico café concert que hizo historia.