La Ciudad

La historia de amor detrás de la llegada del buque español

Ariela recibió a su novio Vitor en la Base Naval. Mientras él navega, ella lo espera en cada puerto que puede. Planes de casamiento.

Ariela espera. Es una de las cosas que más se acostumbró a hacer en los últimos cuatro años. Espera por él. Siempre. No le importan las demoras. Ella está ahí, parada, con una sonrisa que se le insinúa cada vez que el buque se acerca. El buque es el “Juan Sebastián de Elcano” de la Armada Española y a bordo va su novio, Vitor, segundo teniente de la marina de Brasil.

Este martes, Ariela estaba firme en la Base Naval de Mar del Plata, adonde amarró el buque. Vio toda la recepción y esperó durante más de una hora que estuvieran dadas las condiciones para que él pudiera descender. Cuando lo vio hubo abrazos y besos. Tantos como pudieron darse en los pocos minutos que tuvieron: el debió volver inmediatamente a las tareas finales antes del desembarco. No importa. Desde hoy y por los próximos días, Año Nuevo mediante, tendrán tiempo de disfrutar el reencuentro. “Tenemos cuatro días libres. Vamos a pasear, conocer la ciudad, pasar fin de año”, cuenta ella. “Era una linda oportunidad para vernos en fin de año”, dice él.

Ariela (25) y Vitor (24) tienen dos cosas en común: el apellido y la nacionalidad. Los dos son Both (casualidades del destino). Y son de Brasil. El está en el buque escuela de la Armada Española producto de un intercambio con la brasileña.

El esmero de ella hace que este sea el tercer reencuentro desde noviembre. Ya lo esperó en los puertos de Río de Janeiro y de Buenos Aires. Lo mismo hará luego en Miami. “La distancia es muy difícil, pero cuando nos encontramos es muy bueno”, dice. Vitor no disimula la felicidad cada vez que la ve. “El viaje es increíble, pero estoy muy feliz por encontrarla”, comenta en portuñol. “Lo mejor es llegar a puerto y ver a una persona esperándote”.

Hace casi cuatro años que están de novios. Desde que él era aspirante. Y ya piensan en casamiento. Pero aún hay cursos por completar. “Luego, si Dios quiere estaremos casándonos”, suelta Vitor, sonrojándose. Ella por ahora no dice nada. Está acostumbrada a esperar.

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