Carlos vive en una quinta cerca del Círculo Policial de Mar del Plata y hace cerca de cuatro meses dos nuevos animales entraron en su vida: Lima, una perra breton obsequiada por su hijo, y Leti, una lechuza bebé que él mismo salvó de que unos chimangos la transformaran en su alimento en una de las tantas caminatas que suele hacer por la zona. Pese a ser un amante y profundo conocedor de los animales, Carlos nunca imaginó lo que iba a suceder: entre los nuevos integrantes de la familia se forjó una relación inquebrantable y, ahora, Lima y Leti son inseparables.

“Cuando traje a Leti, pensé que, pasado un tiempo, se iba a ir. Pero no. El otro día, por ejemplo, se fue al terreno del vecino desde las 9 de la mañana hasta las 9 de la noche. Cuando volvió, entró por la ventana y se posó en la mesa, como cenando con nosotros”, dijo Carlos, para demostrar el comportamiento inusual del ave.

La relación con Lima no fue forzada. De hecho, Carlos tiene otra perra que no interactúa con la lechuza. “Desde chiquita Lima corría a Leti y Leti a Lima. Si no es una, es la otra. Se vuelven locas, juegan todo el tiempo”, señaló y acompañó su testimonio con los videos que subió a sus redes sociales e hizo que la historia entre ambas se conociera más allá de las paredes de la casa familiar.

El cariño entre ambas es tal, que Leti, cuando no ve a Lima en el patio, ingresa a la casa y se dirige directamente a la cucha de la perra. “Se acerca, la despierta, se le acomoda debajo de la cabeza para levantarla. En definitiva le está diciendo algo como ‘¡Dale! ¡Vamos a jugar!”, cuenta Carlos, que se ríe cuando se imagina qué dirían quienes adiestran perros como Lima para ser cazadores. “¡Con ella no podrían!”, rió.

¡Un amor incondicional! VIDEO: