La historia de los chicos del Conurbano que conocieron el mar
Tienen entre 3 y 15 años y conforman el Hogar Nomadelfia, un espacio en donde los coloca la Justicia tras constatar maltratos y abusos por parte de sus progenitores. Mañana es su último día en Mar del Plata. Un recorrido por un sueño que duró cinco días.
Por Julia Van Gool
Es jueves 28 de febrero por la noche y en el Hogar Nomadelfia de la localidad bonaerense de Berazategui nadie parece dormir. De los 44 chicos que allí viven, unos 42, que tienen entre 3 y 15 años, sueñan despiertos. No es para menos, solo un par de horas los separan del momento por el que se vienen preparando desde haces meses; del momento que, en realidad, vienen esperando desde siempre: ver el por primera vez el mar.
El viernes 1 de marzo, mientras el país se ocupaba de escuchar el discurso de apertura de sesiones legislativas del presidente de la Nación, un colectivo terminó su recorrido por ruta 2, ingresó a Mar del Plata y se dirigió, sin escalas, al punto esperado. Los chicos, parados en los pasillos y en sus asientos, hacían caso omiso a cualquier advertencia adulta: sus ojos posaban por primera vez sobre las olas y la arena. Y todo era tan inmenso y maravilloso como lo esperaban. Por solo unos segundos el bullicio tras cinco horas de viaje cesó y reinó entre los presentes el silencio absoluto. Después, los gritos de euforia ganaron el protagonismo esperado.
Esta travesía, tan común para algunos y tan inédita y esperada por otros, comenzó cuando el hogar festejó el último Día del Niño y la Niña yendo a ver la obra de Piñón Fijo. Al salir de la presentación y para la sorpresa de la directora de la institución Laura Vivas y de una de las colaboradoras Susana Fachal, uno de los jóvenes más grandes fue de los que más emocionado se mostró. Al consultarle la razón, ya que se trataba de una obra infantil, él contestó: “Nunca había ido al teatro”.
Esta revelación despertó la curiosidad de Laura y Susana, que las llevó a consultar a los chicos del hogar cuál sería el regalo que más les gustaría. La primera opción fue la esperada: una familia. Es que los chicos que viven en el Hogar fueron trasladados ahí por la Justicia, tras constatarse diferentes situaciones de maltrato y abuso de sus progenitores, y esperan ser adoptados por aquellos que deseen quererlos y cuidarlos.
Invitados a dar una segunda respuesta, el regalo elegido fue casi unánime: el mar. Empezó así un camino difícil. Llamadas, reuniones, pedidos, campañas. Todo impulsado por las y los colaboradores del Hogar, muchos de los cuales -ya mayores de edad- tienen una historia de vida similar a la de esos niños que pedían cumplir un sueño.
Afortunadamente la solidaridad abundó y lo que iba a ser solo una visita de un día a San Clemente de Tuyú, terminó siendo una estadía de cinco días en Mar del Plata, con visitas a obras de teatros, heladerías, shoppings y circos. La playa, pese a algunos días nublados, siguió siendo el lugar preferido.
Así los chicos oriundos del conurbano bonaerense pudieron pasar jornadas enteras disfrutando de las comodidades del balneario Guillermo, en el sur de la ciudad; reirse a carcajadas en el Circo La Audacia; volver a hacerlo en una obra infantil en el teatro Del Ángel; tomar helados de todos los gustos invitados por la heladería Grido y hasta charlar con un grupo de guardavidas, que les brindaron una improvisada charla sobre los significados de las banderas y los cuidados que hay que tener en el mar.
“Vivimos estos días con muchísima emoción. Las caras, la felicidad que tenían; son imágenes que me las voy a guardar por siempre. Pensar que son chicos que en su vida imaginaron tener unos días así; en su vida pensaron en tener vacaciones. Y no sólo las tuvieron, sino que aprendieron a acompañarse, a convivir en un hotel, a ser responsables al estar en otros espacios”, señaló a LA CAPITAL, Susana, una de las colaboradoras del Hogar.
Por su parte, Laura Vivas, la directora, señaló que uno de los grandes aportes del viaje, además de la diversión, fue haberles mostrado lo que era una ‘familia’. “Fueron días de extrema felicidad, agradecemos a todos los que colaboraron para que esto sea posible, a todos los ‘padrinos por un día’ que ayudaron a concretar este sueño. Estoy segura que este viaje será un antes y un después para todos lo que formamos el Hogar”, indicó. Y agregó: “Y por suerte aún no termina. La gente de Estancia Villa La Raquel nos invitó a almorzar, así que haremos una parada por ahí”.
Este martes a la mañana, el colectivo que entró a Mar del Plata repleto de ilusiones volverá a retomar la ruta 2. Quizás siga estando repleto de las mismas u otras ilusiones, pero al menos esta vez quienes las piensan tendrán la certeza y la esperanza de que la vida también es eso donde los sueños se cumplen.
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