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Arte y Espectáculos 1 de junio de 2020

La historia del corto perdido que el marplatense Carlos Müller reconstruyó y convirtió en documental

Se trata de un trabajo que rescata la historia de un enigmático material de 1973, de su protagonista Norma y del director Héctor Aure, que se combinan con los hechos en torno a la elección de Cámpora y el regreso de Perón desde España. "Se basa en la inmensa humanidad de esa madre de 17 hijos" dijo Müller sobre la cinta.

Por Claudia Roldós

Carlos Müller es el referente del Cineclub Dynamo, un espacio que entre Buenos Aires y Mar del Plata, se dedica a exhibir “rarezas” en 16mm. Un día en 2014, recibió un material sin título, sin créditos, protagonizado por Norma Cuevas de Aresta, una mujer, madre de 17 hijos -luego tendría uno más- que hablaba a la cámara, desde su humilde morada en Entre Ríos, de la esperanza de mejorar su forma de vida, con el regreso del peronismo.

Müller realizó un importante trabajo de reconstrucción de la historia detrás de ese material, que tituló “La vuelta de San Perón”. El documental estaba iniciando el camino de circulación por eventos internacionales cuando la irrupción del Covid-19 cambió todos los planes.

El trabajo llegó a proyectarse en diciembre en el festival Atlantidoc de Uruguay y en enero en el Festival Internacional de Cine de Chiloé (en el que resultó ganador). Fue seleccionado para Bafici (que se suspendió), Barcelona y podría participar en el Festival Internacional de Cine de Burdeos, que se realizaría de forma on-line. “Se proyectaría en un horario la película y luego una entrevista o charla con el director” comentó Müller sobre la mecánica del evento en este nuevo contexto.

¿Cuándo se hizo? ¿Para qué se hizo? ¿Quién lo hizo? Se preguntó Müller cuando vio la cinta que un coleccionista de Mar del Plata, Albino González, encontró en Dean Funes (Córdoba).

En el material Norma presenta a sus hijos, la tarea que desempeña cada uno en la familia -eran cartoneros- y sus sueños de tener una vida mejor y sus esperanzas tras haber votado, unos días antes. En el material, le habla a su bebé en brazos y le cuenta los sueños que tiene para la familia.

Sin saber por donde empezar la reconstrucción de esa cinta, fue al programa de Fernando Martín Peña en Canal 7. La casualidad quiso que el realizador del original, Héctor Aure, estuviera viendo el ciclo y se contactara.

También se contactó un nieto de la protagonista y así pudo dar con varios de los entonces niños, incluso fue testigo del reencuentro de la familia.

Además, trabajó en la reconstrucción del contexto histórico en el que se había dado la filmación, cuando Juan Carlos Gené, al frente de ATC, convocó a cineastas para presentar proyectos de lo que sería “la nueva televisión” argentina.

“Se intentó producir programas para la futura programación con historias de vida que íbamos a buscar en sus ámbitos naturales, historias que tomaran lo mejor del cine, el teatro y literatura para poner en la pantalla” cuenta Aure en el documental.

La historia de Norma “confrontaba la realidad social, compartía su experiencia de vida, su realidad. Era un proyecto solidario, uno de varios, porque poco pudimos hacer, estuvimos 45 días. Entramos por la puerta y salimos por la ventana” recuerda Aure, sobre otro punto en el que la microhistoria, el testimonio, se cruza con la historia nacional, el regreso de Perón, la renuncia de Cámpora y el retroceso de los sectores progresistas del peronismo.

En ese contexto el material se perdió y, solo 40 años después, se pudo encontrar con el público.

Sobre todo este entramado habló Müller con LA CAPITAL, en una charla en la que reconoció que el documental “se basa en la inmensa humanidad de esa madre de 17 hijos”.

– ¿Cómo surgió la idea de hacer un documental sobre un documental perdido? 

– La idea se presentó sola. De alguna manera sentí que estaba todo dado para hacer un documental. No es que quería hacer un documental sino que se dio. Le cuento a un amigo, Matías Musa, sobre el material que había encontrado y la investigación que estaba emprendiendo y me dice: “hagámoslo como sea, por el Incaa o por la nuestra”. Ganamos el subsidio del Incaa y Matías fue el director de Fotografía y Productor Asociado.

– ¿Cómo fue la reconstrucción de la historia?

– La reconstrucción de la historia fue errante al comienzo y luego un hecho fortuito abrió el camino. Cuando le muestro el corto a Fernando Peña él estaba programando una semana de “Cine argentino perdido y recuperado” para su programa Filmoteca. La noche misma en que lo pasa en su programa el director que lo había hecho lo ve en la tele. Y al día siguiente de alguna manera por obra de las redes llega a un nieto de la protagonista.

– ¿Cuánto tiempo te llevó la investigación? ¿Cuáles fueron las dificultades?

– Demoramos unos tres años en hacerlo y lo terminamos el año pasado. Además de los tiempos que tiene el Incaa para liberar los pagos, en nuestro caso nos tomó un tiempo acercarnos a esa familia de la cual estábamos contando una historia tan de ellos. Aunque con otras características lo mismo pasó con Héctor Aure, el director del corto San Perón (1973) en el cual está basado el documental La vuelta de San Perón (2019). Hubo al principio cierta distancia que viró luego en una gran amistad.

– El documental original fue un hecho político y, el que reconstruye la historia ¿también lo es? ¿Qué mensajes, qué enseñanzas tienen hoy esos trabajos?

– Estoy de acuerdo con que el corto original tuvo una intención política. Ahora, el documental es otra cosa. Tiene otra lógica y nació azarosamente por la aparición de ese corto enigmático en mi cineclub, no partió de una motivación política. Tiene el nombre que tiene y hay claramente una parte política porque se cuenta la aparición del peronismo que marcó a fuego a la protagonista del corto. Pero el documental no pretende ser un instrumento político ni es cine militante. Se basa en la inmensa humanidad de esa madre de 17 hijos y cuenta la historia de la vuelta de Perón a la Argentina. El marco político, histórico está, pero lo que guía la narración es esa lata de 16 milímetros perdida hace más de 40 años y lo que le pasa a esa familia al encontrarse con un mensaje inesperado de una madre que ya no está. La historia del director del corto original está desde luego cruzada por la política, pero eso está contado con una lógica más histórica que política.

carlos bobinando 01

Carlos Müller “bobinando”.

– El trabajo tiene tantas capas desde lo micro de ese testimonio, tan genuino, tan contundente de Norma, pero a la vez, tan integrado a la historia del país en ese momento clave… y el registro de lo que significó ese momento para la cultura. ¿Cómo fue el armado del guión para combinar esas capas?

– En lo que hace al guión y al armado en capas, como decís, tuvo mucho que ver el editor, Copi Streger, que además de tener mucho oficio tuvo una gran predisposición para hacer todas las pruebas que yo le pedía. Sabíamos que los sucesos de los días convulsionados que van de marzo a junio del 73 tenían que articularse con las historias del director del corto y de la protagonista. Y que a su vez tenían que tener su repercusión en el hoy.

– ¿Qué reflexiones te provocó y te sigue generando ese momento histórico?

– Siempre sentí fascinación por el peronismo y sobre todo por la figura de Perón. El meterme en ese momento histórico, leer sistemáticamente libros sobre esos años, leer diarios día por día desde 1972 hasta 1974 y ver distintos archivos fílmicos hizo que cambie la imagen que tenía de la militancia de esos años. En ese sentido fue muy enriquecedor porque hubo un cambio en mi forma de ver al peronismo.

– ¿Cómo fue el reencuentro con esa familia, con los hijos de Norma y ser testigo, incluso del reencuentro de los hermanos, de la posibilidad de algunos de ellos de ponerle cara y voz a su madre?

– Sé que para ellos fue muy importante recuperar la imagen de la madre. Hoy tengo una gran relación con los Aresta. Para los hijos menores de Norma fue conocer a la madre. Fue algo inesperado. De la nada apareció una imagen de tu madre, fallecida en 1978, que te habla cuando sos una recién nacida. Me hacen sentir su agradecimiento y hoy tengo una buena amistad con algunos de ellos. Esperamos -una vez que se pueda estrenar la película con público- proyectarla en Diamante, donde ellos viven.



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