Opinión

La ineptitud y la negligencia como forma de corrupción

por Sebastián Puglisi

Al buscar en un diccionario el término inepto o inepta, encontramos como significado que es la persona  que carece de actitud para cierto trabajo o función. Asimismo, al buscar el significado de negligente, hallamos que es quien no pone cuidado en lo que hace. Si hacemos lo mismo con corrupción, seguramente leeremos que se refiere a lo que altera la pureza, la integridad, o se refiere a lo que se rompe o se hace pedazos, ya que el término deriva del latín “rumpere”. En el caso de la corrupción política, es el mal uso del poder público para conseguir una ventaja ilegítima. Es el abuso del poder para beneficio personal. El término opuesto a corrupción es transparencia.

¿Cuántos ejemplos tenemos de funcionarios que no están a la altura del cargo que ocupan?¿cuántas veces escuchamos de estructuras estatales formadas por personas con escasa formación o conocimiento para el puesto ocupado?¿ O no es moneda corriente oir acerca de tratos autoritarios y poco amables entre quienes cobran del erario y por lo tanto debieran tener otra actitud ante quienes aportan al mismo?

Esto indudablemente corrompe al estado. Lo desgasta, lo corroe. Eso…¿no se llama corrupción?

Desde hace muchos meses, en varias áreas municipales se viene desplegando un abanico de acciones, cuanto menos desafortunadas, que van desde lo inepto hasta lo negligente. Y en estos días ocurrió una más. Y van….

Ahora la Secretaria de Educación, de dudosa aptitud para el cargo que ocupa al ser incapaz de dialogar (condición sine qua non, para un funcionario a quien entre todos le pagamos el sueldo) da un traslado intempestivo, inconsulto y sorpresivo a una profesional concursada con cargo de jefe de la división infraestructura de la Secretaría de Educación Municipal a la Delegación Sierra de Los Padres y La Peregrina. Por supuesto, y esto también debo aclararlo, que el Intendente municipal tiene la potestad de trasladar personal. Pero una vez más, las cosas se hacen como no se debe. Las cosas se hacen mal. Por negligencia, por ineptitud, o por ambas.

La secretaria Crovetto dice no saber por qué motivo sucede, pero firma el Decreto que sostiene desconocer. Y lo acepta. Lo acepta caminando en una delgada línea que va entre la obsecuencia y la indignidad.

Para quienes pertenecemos al Sistema Educativo Municipal, el cargo de Jefe de la División infraestructura reviste un carácter de fundamental. Costó años, lograr ese cargo tan esperado en la Secretaría. Recuerdo que aún en mi época de funcionario del área educación fue motivo de intervenciones complejas intentar reformar la estructura orgánico administrativa de la Secretaría para obtener el cargo. Claro, la estructura municipal había crecido mucho y era necesario poner en valor el área, dotándola de un jefe concursado.

Un Jefe que manejara una oficina que hace las veces de nexo entre directivos de escuelas y el área de Servicios generales.  Que releve e inspeccione los trabajos que se realizan. Pero en este caso particular, además ese cargo fue ocupado por una profesional que pone toda la disposición a su tarea. Que se compromete. Que, entre otras cosas poco vistas, da su número particular para que los equipos directivos la llamen cuando algo requiere de su presencia en una escuela. A cualquier hora. Aun cuando, como ocurre muchas veces, las autoridades no están en la Secretaría.

Formo parte de la conducción de un Partido Político que es circunstancial aliado del Partido al que pertenece el jefe comunal. Pero no voy a aplaudir todo. Debo poner distancia. Tengo la obligación moral de poner distancia. Porque trabajé en dos gestiones radicales que me enseñaron a ser funcionario de una manera distinta. Donde el nosotros es mejor que el YO. Donde la solidaridad es mejor que el egoísmo y abre las puertas de la participación. No voy a decir a todo que sí. Yo no lo hago. Formo parte de la Unión Cívica Radical. Vengo de la política y no reniego de ello como lo hacen algunos recién llegados a la función pública. Yo estoy orgulloso de ello. Porque vengo de la buena política. La que dialoga, la que escucha, la que gestiona e intenta resolver  los problemas que la burocracia no puede destrabar. La que, en el marco del proceso democrático que propone la democracia, va a intentar ganar en las urnas en Agosto, para diferenciarse de la actual gestión comunal y estar con una lista propia en Octubre.

Ya no sorprende la falta de oportunidad en cada decisión que toman entre el Intendente Municipal y algunos de sus funcionarios. Ya no sorprende que la insensatez deje lugar a la torpeza política.

Vaya como premisa: en la Mar del Plata del 2017 no hay lugar para los autoritarios. Para aquellos que siguen pensando que la única forma de vinculación entre quienes ostentan el poder y el resto es la humillación y el destrato.

Hay que reforzar la participación y el compromiso como forma de cuidado entre quienes no adherimos al autoritarismo ni a ninguna de sus manifestaciones.  Un régimen institucional que se sostiene en la democracia como forma de vida, reclama la adhesión de los ciudadanos.

Necesitamos cuidarnos. Si nos cuidamos, ganamos todos. Nos cuidamos haciendo política y hay que hacerla en defensa propia, para protegernos y para cuidar el futuro.

Ya no sorprende lo que ocurre. Lo que no queda claro es si es ineptitud o negligencia. Y en todo caso…es una forma de corrupción.

(*):  Ex secretario de Cultura y precandidato a concejal por la UCR.

Te puede interesar

Cargando...
Cargando...
Cargando...