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Policiales 7 de mayo de 2020

La insólita fuga del estafador Guita: se tomó un taxi hasta La Plata y no lo identificó nadie

El hombre que pidió trabajo desesperado en un negocio de Güemes y luego le robó a su empleador la suma de 250 mil pesos logró escaparse de Mar del Plata tras tomar tres taxis. El último fue hacia La Plata y según el chofer en los controles sólo le tomaron la fiebre y nunca le pidieron documentos.

A Jerónimo Burgos todavía le brotaba la bronca por los poros. El hombre al que creía haber ayudado no era más que un burdo estafador cuyo paradero ahora ignoraba. La ubicación precisa de “Facundo, El Uruguayo” no le importaba tanto como la de los 250 mil pesos que éste le había robado de su negocio, después de hacerse pasar por un extranjero varado en Mar del Plata en medio de la pandemia mundial del coronavirus.

La historia, como publicó días atrás LA CAPITAL, se conoció por la propia denuncia de Burgos, propietario del local “Almacén de Milanesas”, de Olavarría al 2500. Pero con el paso de los días y el avance de la investigación policial y judicial, trascendieron más detalles. Uno de ellos inquieta por estas horas hasta la molestia a la víctima: para escaparse de Mar del Plata el delincuente se tomó tres taxis, según surge del análisis de las cámaras de seguridad del Centro de Observación y Monitoreo (COM) y los testimonios recolectados en la causa penal, y en ninguno de todos los retenes que se realizan para evitar el tránsito durante la cuarentena fue identificado.

De acuerdo a la prueba existente, Facundo “El Uruyuayo”, quien en realidad se llama apellida Guita (aunque parezca mentira o una broma del destino), se escapó en un primer taxi del negocio en el que había sido empleado para colaborar con el reparto de la comida expendida -debido al aislamiento preventivo decretado por el Gobierno Nacional el local está cerrado al público- llevándose consigo los 250 mil pesos de Burgos. Le pidió al chofer que lo dejara en la Catedral. Desde ahí, tomó otro taxi hacia Constitución y la ruta 2.

Finalmente, Guita –o Facundo “El Uruguayo”, que en verdad nació en Jujuy y no en el vecino país- tomó el último taxi. “Maestro, ¿me llevás a La Plata?”, le consultó al conductor, que no dudó un segundo. Hacer semejante viaje en este complicado momento de la economía podía redituarle el esfuerzo.

De esa forma, el estafador logró huir de Mar del Plata y en estos momentos está prófugo. El taxista que lo llevó hasta el cruce de las avenidas 44 y 7 de La Plata ya declaró ante la Justicia y contó detalles del viaje: entre otros datos, indicó que en los controles en los que debió detener su automóvil a ambos les tomaron la fiebre pero a Guita no le pidieron documentos, por lo cual no fue identificado.

Una historia de película

El relato de cómo fue estafado Burgos lo hizo en Instagram, como demandan los nuevos tiempos. Llamó a la policía, sí. Atendió a los medios, también. Pero primero o principalmente pensó en ventilar su impotencia en su cuenta de esa red social. Para expresar su desdicha, su violencia contenida, pero además para intentar una forma de prevención de otros comerciantes y, eventualmente, la fuga del vil ladrón, lo que no consiguió.

Al dialogar el lunes con LA CAPITAL, el comerciante explicó que hace casi un mes un joven apareció en la puerta de su local y se presentó como Facundo “El uruguayo”, un mochilero que recorría Latinoamérica, pero que por el aislamiento había quedado “varado” y sin dinero en Mar del Plata. Ante esta situación, el joven pedía comida y charlaba con los empleados.

La situación se repitió en los días sucesivos: llegaba y les contaba a todos acerca de sus viajes por el continente. Compartía anécdotas y se ganaba la confianza de los presentes. Hasta que Burgos decidió contratarlo para que realizara tareas de mantenimiento, fuera ayudante en el comercio y pudiera pagar lo que consumía.

Al principio fueron tareas menores, como pintar una reja y realizar algo de mantenimiento. Pero rápidamente Facundo comenzó a hacer jornadas laborales completas como el resto de sus compañeros. “A las dos semanas me dijo que le habían robado todo lo que tenía en el hotel, pero resultó ser mentira. Yo me solidaricé y le compré ropa, zapatillas y me pidió si se podía quedar a dormir arriba en el local, que hay una piecita. Así que le conseguí un colchón y unas frazadas y estuvo durmiendo acá cinco días hasta el lunes, que se cobraban los sueldos y me robó todo”, explicó Burgos.

El robo se concretó el pasado lunes. Burgos había ido temprano al local de Olavarría al 2500 y tenía el dinero para pagar los sueldos de abril. En el lugar el único empleado era “El Uruguayo”, ya que había dormido allí la noche anterior. Cerca de las 8.30, un proveedor llegó y Burgos le pagó la mercadería y se quedó charlando. Al regresar al local Facundo ya no estaba, tampoco estaban los 250.000 pesos para el pago de sueldo de los cinco empleados. “Fue un descuido de 20 minutos, entre que le pagué al proveedor y llegó el encargado. Ahí desapareció“, contó.

“Yo tengo dos locales, uno lo tuve que cerrar temporalmente y para no bajar ningún puesto de laburo vinimos todos a este local. Juntar cinco sueldos es muy difícil y este tipo se llevó todo”, lamentó el comerciante.

“Al final todo lo que me dijo era mentira. Empecé a averiguar y no era uruguayo, sino de Jujuy. Presentó un apellido y tenía otro. En el hotel en el que había dormido sí dio su nombre verdadero”, explicó la víctima del robo y agregó: “Una abogada lo rastreó y pudimos ver que tiene estafas hechas en todo el país, desde Puerto Madryn a Santa Fe”. También existieron denuncias en Córdoba y en Tigre.

En las horas posteriores a que el hecho tomara estado público, María Eugenia. hermana mayor del estafador, explicó en sus redes sociales que no mantiene relación con él: se quedaron solos cuando eran adolescentes, vivieron en la calle y cada uno siguió su camino. Por último, contó que a ella también la estafó cuando ya de adultos volvieron a acercarse, al igual que hizo con la familia de una novia que tuvo en Jujuy.

Jerónimo Burgos se mantiene sorprendido de cómo alguien en quien había confiado fue capaz de robarle. “La habilidad de este tipo para hacerse querer, un don natural, carisma. Venía bien predispuesto, hablaba, ayudaba, se mostró recontra agradecido. Le di casa, trabajo, ropa y pasa esto”, lamentó.

“No quiero que se vaya de Mar del Plata, que pague lo que hizo”, concluyó la víctima en esa oportunidad. Pero era tarde: el fiscal Leandro Arévalo y el personal policial de la comisaría novena que investigan el caso ya constataron, como se explicó antes, que Guita se escapó a la capital provincial el mismo día del robo y ahora su paradero es desconocido, a pesar de los intensos controles que existen hoy en la Argentina.