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La Ciudad 12 de agosto de 2018

“La justicia no puede volver a ser un lugar oscuro y sospechado”

La candidata para representar a los abogados del interior en el Consejo de la Magistratura nacional, Marina Sánchez Herrero aseguró que "la lucha contra la corrupción es un pedido de todos los sectores, porque una justicia corrupta atenta contra todo el sistema"

 

La abogada Marina Sánchez Herrero, candidada a formar parte del Consejo de la Magistratura nacional, aseguró durante una charla con LA CAPITAL que los abogados “somos el primer eslabón en la transformación de la justicia, y no el último”, al tiempo que enfatizó que la justicia “no puede volver a ser un lugar oscuro y sospechado”.
La profesional, quien el martes  a la 18.30 en el Colegio de Abogados será presentada como la candidata de “Abogados por una justicia independiente”, en representación de los abogados del interior -asistirá el presidente de Consejo de la Magistratura de la Nación, Miguel Piedecasas-hizo hincapié en la necesidad de
“empezar a reconciliar” a la justicia con las “demandas sociales: transparencia, celeridad de procesos, eficiencia, e independencia judicial”

“Se recuperó la credibilidad”

-¿Cómo es la actualidad de la justicia federal en Argentina? 
-Como en todos los aspectos institucionales del país para analizar el presente, y también el futuro, debemos tener memoria: la justicia tuvo en los últimos años una importante presión por parte del poder político. Entre 2011 y 2014 el Consejo de la Magistratura elevó al Poder Ejecutivo solamente 45 ternas, cuando había casi mil cargos para cubrir. Durante esos años un tercio de los cargos a cubrir en la justicia federal estaban en manos de jueces subrogantes, que eran puestos a dedo por el poder de turno. Si la principal función del Consejo de la Magistratura es la selección, mediante concursos públicos, de las ternas para los magistrados y sólo elevaron 45 en cuatro años, es fácil entender que la parálisis era un objetivo buscado, era una decisión política inmovilizar a las instituciones de la justicia. Hoy se ha avanzado mucho, a partir de la gestión de Miguel Piedecasas, referente del espacio que yo represento. Se están cubriendo las vacantes y se elevaron al Poder Ejecutivo casi 250 ternas, o sea, un 500% más que en el período anterior. A partir a de este trabajo y del control y sanción al mal desempeño de los magistrados, en los últimos años el Consejo de la Magistratura ha recuperado la credibilidad como órgano que audita, acusa y destituye jueces que no estén a la altura de su tarea. Hoy el Consejo es una voz que acompaña a la sociedad en su demanda contra la corrupción.

-¿La sociedad demanda mayor transparencia en el sistema judicial?
-Si, absolutamente. Pero no sólo la sociedad, también muchos agentes del sistema, porque las malas prácticas institucionales nos afectan a todos. Los abogados del interior del país, por ejemplo, hace años ven demorados sus nombramientos y la habilitación de nuevos tribunales. Durante mucho tiempo reclamaron concursos transparentes y cobertura de vacantes. Es mucho lo que se ha hecho en relación a la independencia funcional y a la calidad institucional de la justicia, y también mucho lo queda por hacer. Por eso, los abogados sabemos mejor que nadie cómo funciona la justicia, porque le damos vida al sistema. Somos, además, los que estamos más cerca de las víctimas, de los que más necesitan que todo el sistema funcione bien. Entonces, los abogados no somos el último eslabón en la cadena para la transformación de la justicia, sino el primero. Por eso creo que incrementar la representación de la abogacía en el Consejo de la Magistratura es un paso importante para empezar a reconciliar a la justicia con las demandas sociales: transparencia, celeridad de procesos, eficiencia, independencia judicial.

“O es independiente o no es justicia”

-¿Cuáles son las principales necesidades que plantean los abogados?
-En todas partes a donde voy, y estoy recorriendo todo el país, las preocupaciones de los abogados son similares: deficiencias edilicias, problemas informáticos, concursos lentos, las vacantes que todavía no se han podido cubrir. Es verdad que es mucho lo que se ha hecho en estos tres años, pero yo tengo muy en claro que esos son los desafíos que todavía enfrentamos. La lucha contra la corrupción es un pedido de todos los sectores, porque una justicia corrupta atenta contra todo el sistema.
-¿Cuáles son los principales ejes de la propuesta del espacio que usted representa?
-Somos muy firmes en plantear que no podemos retroceder y volver a una justicia al servicio del poder de turno. La justicia es independiente o no es justicia. Y esto nos vuelve a llamar la atención sobre la lucha contra la corrupción: un juez corrupto debe volver a ser una excepción, una vergüenza en el sistema y no un titular en los diarios que no sorprende a nadie. Otro objetivo es que el servicio de la justicia federal llegue efectivamente a todo el país con los cargos y recursos que corresponden, evitando nombramientos a discreción. No se puede retroceder y volver a una justicia sin auditorías, susceptible a las presiones por falta de estadísticas y de control de gestión. Otro eje fundamental es que la Justicia debe comprender la centralidad del rol de las mujeres en las sociedades del futuro. Sin dudas este será el siglo de la mujer, y la justicia también tiene que revisar sus estructuras. Hay otros dos factores centrales: propiciar mayores canales de participación de los abogados y los colegios de abogados con el Consejo de la Magistratura, por ejemplo, bregando por ampliar el número de representantes de la abogacía en el seno del Consejo; y la profundización del compromiso con la transparencia, el acceso a los datos y resultados de auditorías, de una forma sencilla y pública. La justicia no puede volver a ser un lugar oscuro y sospechado nunca más en nuestro país.