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Arte y Espectáculos 7 de mayo de 2023

La lluvia no importó: el sonido indie calentó Club TRI frente a un público entusiasta

Tocaron La Real Academia, Rosamonte, Un año en la selva y Marchitorial. Las bandas marplatenses y porteñas compartieron una fecha musical que sirvió para sentar las bases de futuras colaboraciones, dentro de un movimiento alternativo que no deja de crecer.

La Real Academia.

Las adversas condiciones meteorológicas del sábado no pudieron enfriar la noche de Club TRI, espacio marplatense que albergó una fecha musical contundente. La escena indie se hizo presente con dos bandas exponentes de esta movida en Capital Federal: La Real Academia y Rosamonte, junto con las locales Marchitorial y Un año en la selva.

Envueltas por lo que constituye la escena alternativa, las cuatro bandas emergentes lucieron sus repertorios, siempre matizados por sonidos emparentados y la fuerza y la furia de la música nueva. Fue la primera vez que las agrupaciones capitalinas tocaron juntas.

“Nos contactamos por Instagram”, contó Gabriel Isuribehere, productor del recital, sobre cómo llegaron a sus colegas porteños. También músico marplatense de “Un año en la selva”, recordó: “Con la banda Marchitorial somos vecinos de Villa Primera”. Del barrio nació la amistad y las fechas compartidas.

A su vez entendió que la conjunción de los grupos porteños con los locales sirve a los fines de “mantener una comunicación abierta, para poder abrir los horizontes” de Mar del Plata y conectar con otras movidas.

Del under de Capital Federal, La Real Academia recorre un camino de crecimiento sin techo. El sonido post-punk de su propuesta -compilada en las canciones de los EP “Distracciones” y “Programa”- se matiza con una puesta en escena algo lúdica que incluye elementos electrónicos.

Tomás Aldrey, guitarrista de La Real Academia, junto a la bajista Rocío Gibaud.

Tomás Aldrey, guitarrista de La Real Academia, junto a la bajista Rocío Gibaud.

“Siempre estamos contentos de venir a tocar a Mar del Plata, nos gusta mucho, sentimos que es un público muy amigo”, dijo Rocío Gibaud, bajista de La Real Academia. Similar fue el parecer para Nazareno Garay, baterista del grupo. “Es una dinámica hermosa la que hay acá, nada que ver con la que hay en Capital, la diferencia es la gente, acá es muy de nicho, allá es más masivo”, indicó.

Entre lo que viene, La Real Academia prepara un single que verá la luz en breve. En el recital del sábado estrenaron canción nueva, pasearon su sonoridad por el centro cultural América Libre y ya definieron otra fecha en estas costas: tocarán en junio nuevamente en Mar del Plata, junto a la también ascendente banda local Tomates en verano.

“Siempre nos cuesta definir el estilo, hacemos post punk y nos caracterizamos por las baterías bien furiosas”, señaló Gibaud. Joaquín Murray, fundador del proyecto musical, entendió que su banda no deja de tener un estilo “bedroom”, en el sentido que de gran parte de las canciones son hijas de la pandemia y de las restricciones estrictas de 2020. Muchas de esas composiciones surgieron en su propia habitación y tuvieron luego una expansión inusitada.

“Es algo más íntimo que luego va explotando cuando estamos con los chicos”, agregó Murray y reconoció que esa amplitud se debe a las dotes de los restantes integrantes: Tomás Aldrey y Francisco Loria en ajustadas guitarras que signan el crecimiento del proyecto.

Rosamonte en el Club Tri.

Rosamonte en el Club Tri.

Esa otra energía que se respiró en el recital del sábado último también evidenció un concepto claro: el de comunidad. La cercanía entre las bandas porteñas permitió que, sobre el escenario, cambiaran baterista o se prestaran instrumentos, de acuerdo a las necesidades del momento. Rosamonte, a través del cantante Damián Vargas, también agradeció la buena recepción encontrada y la posibilidad de hacer valer su arte, en este caso dominado por su poderosa garganta y sus dotes de performer, carismático y visceral.

Visuales en pantalla gigante, una ambientación de flores en el escenario y merchadising de las bandas foráneas (remeras y prendedores) acompañaron el recital, al que asistió un público consustanciado con las letras, concentrado en el escenario, que se animó al pogo y que festejó compartir el ritual inmejorable de la música hecha en vivo.