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Observatorio del Paisaje 12 de abril de 2024

La magia del otoño

Por Nico Antoniucci
Por Nico Antoniucci

Entramos en la temporada, junto a la primavera, más mágica del año. La transformación o, mejor dicho, la metamorfosis del paisaje. Así como en la primavera, reverbera el bosque urbano, en el otoño se tiñe de cálidos colores que anticipan días cálidos y noches frescas. Insectos estivales hacen las valijas y nos dejan hasta el próximo año, pequeñas plantas bulbosas se meten bajo tierra y otras dejan sus semillas en el suelo para cuando vuelvan los días largos nuevamente. Y las personas tambien vamos cambiando nuestros hábitos y hasta de color de ropas, prefiriendo los colores más térreos que los más vibrantes. Es que se viene una época de introspección, de estar más adentro que afuera. De tener tiempo de leer o estudiar. Tiempo de encender la chimenea del hogar y de vivir por la ventana del living.

Y los árboles nos vienen avisando, allí están ellos. Recogiendo los últimos nutrientes del suelo, transformando los últimos rayitos de sol en azúcares y almidones para pasar el invierno y despertar nuevamente en primavera. Y este fenómeno se convierte en espectáculo cuando, por el acortamiento de los días y la amplitud térmica entre el día y la noche, los árboles reducen la producción de clorofila, el pigmento verde responsable de la fotosíntesis. La clorofila comienza a degradarse y los otros pigmentos que están presentes en las hojas, como los carotenoides (amarillos, naranjas) y las antocianinas (rojos, morados), comienzan a ser visibles. Si este fenómeno lo observamos a primeras horas del día o, aún mejor, con los últimos rayos del sol viajando casi paralelamente a la faz de la tierra, podremos observar el espectáculo más grandioso de la estación. Los árboles resplandeciendo su color otoñal a través de su follaje a trasluz del sol. Conmovedor, sin lugar a dudas. La naturaleza diciendo “presente”.

Este proceso, tan majestuoso, tiene para el árbol un significado orgánico fundamental. Es la recolección de hasta el último resquicio de energía fotosintética para el reinicio primaveral. Es fundamental para la salud del árbol respetar este proceso hasta el final. Lamentablemente el estado municipal en Mar del Plata hace décadas le soltó la mano al bosque urbano y con eso la desregularización e informalización de su conservación. Y, en este caos producido, podemos ver que no se respeta el proceso de recolección de nutrientes de las hojas porque varios vecinos deciden adelantarlo con el mezquino propósito de evitar el barrido de la hoja caída. A esta altura de la vida urbana y con la abundante información al respecto en escuelas, medios de comunicación, redes sociales e internet en general parece recontra obvio tratar de cuantificar el enorme (gigante) servicio ecológico que nos dan los árboles. Pero tal vez sí sea necesario resaltar que esta gran economía, fundamentalmente energética, a la que contribuyen los árboles se da cuando la red forestal es extensiva a toda el área urbana. Los árboles por sí solos son células, pero todos juntos son un órgano vivo en las ciudades. Y no da lo mismo su tamaño ni su forma. El árbol debe ser lo suficientemente grande como para abrazarse a su hermano más próximo y generar la trama vegetal. Debe ser lo suficientemente alto para que por debajo de su copa penetren los rayos oblicuos del sol matinal y vespertino al mismo tiempo que parar los rayos solares agresivos del medio día. Tan altas sus copas como para no interferir las lámparas del alumbrado urbano ni la señalética vial. Tan buena la traba vegetal que repare del sol los asfaltos y eviten la acumulación térmica y prevenga su dilatación excesiva (talón de Aquiles de los morteros cementicos) y prevenir el efecto de isla de calor. Y que este hermoso túnel verde amortice la contaminación acústica producto del trafico y la actividad humana. Y, ni hablar, que ese hermoso tamiz vegetal sea sustituto natural para la fauna aviar de todos los kilómetros cuadrados que le robamos con las ciudades. Cuanto mejor para los habitantes de propiedad horizontal tener de vecino a un árbol y un nido con pajaritos que a otro humano del edificio de enfrente ¿no?

Algo que tenemos que saber de los árboles, ahora que nos vamos acercando al invierno y, por consiguiente, a la época de poda, es que el árbol de por sí no necesita poda. Solo debemos podar las partes que entran en conflicto con alguna función de la ciudad. En altura jamás se podan, en contra del mito de que si son altos se caen. Cuanto más densa es la estructura foliar de la cuadra menos posibilidad que se caigan. Podamos las partes verdes bajas que tapan el alumbrado público, la señalética vial o que puedan interferir alguna fachada o marquesina. Estos criterios son universales, solo en ciudades donde la poda no está regulada se dan estas discusiones. Solo el frentista mal informado puede poner en duda alguno de estos criterios. El que mutila un árbol para tener sol no solo se equivoca, sino que no está midiendo los perjuicios atmosféricos que está provocando sobre su propiedad y la de sus vecinos de al lado. Y, ni hablar, del perjuicio económico directo sobre el valor de tasación de la propiedad. Está mundialmente comprobado que en los barrios con deficiencia forestal las propiedades tienen una perdida constante de un 20% de su valor nominal con respecto a una propiedad similar en un barrio con mejor entorno verde. A tener en cuenta antes de tomar el serrucho por el mango.

Ya hablamos de como conservar el bosque urbano, ahora hablemos como disfrutarlo. Del Otoño, abril y mayo son los mejores meses para vivir el espectáculo de la vida. La recomendación para disfrutarlo es en “modo lento”. Sí, amigos, la vida debe vivirse lentamente para disfrutarse y la naturaleza es más linda a pie que en auto. Así que búscate tiempo para caminar por Los Troncos, Parque Luro, Caisamar y Grosellar, San Carlos y Bosque Peralta Ramos. Tal vez estos barrios sean los mejores para vivir el bosque urbano y el fenómeno de su show de colores. Caminá, para a mirar, sentate a tomar un café en la vereda, volvete a parar y seguí caminando. Dale, que el show ya comenzó y este año no te lo vas a perder porque la vida es hoy y ahora.



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