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Deportes 19 de junio de 2020

La marplatense que construye su futuro en el básquet universitario

Juana Camilion y su vida con las Gaels de Iona College.

Juega de base y ha mejorado en varios aspectos desde su llegada a la NCAA. Foto: www.icgaels.com

Por Marcelo Solari

Nació en Mar del Plata, aunque su familia se radicó en Palma de Mallorca, España, en 2001, cuando Juana Camilion tenía apenas 2 años. Se dedicó al básquetbol e integró el seleccionado ibérico en el Europeo U18 de 2017, jugó en la segunda división para Picken Claret y para el ciclo 2018/19 desembarcó en Iona College de Estados Unidos, para cursar en la Universidad y jugar en la NCAA. Con las Gaels le ha ido muy bien, y se perfilan varias opciones en su horizonte para cuando culmine sus estudios. ¿Acaso en la WNBA?

-¿Cómo fue el momento en que se enteraron de que todo iba a cambiar por causa del coronavirus?
-Cuando terminamos nuestra temporada deportiva, luego de perder en New Jersey, estábamos en el autobús regresando a la residencia universitaria y nos avisaron que nos teníamos que buscar un lugar porque a causa del coronavirus iban a cerrar todo. En ese momento, la zona de New Rochelle, New York, era la peor de Estados Unidos y una de las peores del mundo. Como no se sabía si íbamos a volver a clases, me fui por unos días a Texas, a la casa de una amiga. Me quedé como una semana y media, y cuando confirmaron que las clases iban a seguir online y no íbamos a tener entrenamientos, decidí venirme para España. Llegué a Palma el 22 de marzo, justo el día de mi cumpleaños.

-¿Cuándo y cómo tomaste la decisión de emigrar a Estados Unidos?
-Me decidí en enero de 2018. Justo se iba una compañera mía, lo habíamos hablado y me gustó la idea. Es algo bueno poder decir que jugué al básquetbol en Estados Unidos.

-¿Y cómo fue tu adaptación?
-Yo ya había vivido un año fuera de casa y sabía cómo era, aunque no se puede comparar Estados Unidos con Valencia. Nada que ver. Pero decidí probar, fui y me encantó. Podría decirse que me costó un poco la primera semana. Era todo nuevo. El idioma, las compañeras, otro tipo de juego. Estaba un poco perdida. Pero fueron pocos días. Enseguida me sentí súper bien y me integré perfectamente.

-¿Cómo es un día típico en tu agenda? ¿Con clases y entrenamientos arrancás muy temprano?
-No demasiado. El primer año no tuvimos entrenamientos por la mañana, así que no había que madrugar demasiado. Este año así, y a veces hemos tenido prácticas de físico a las 7 o a las 8 de la mañana y luego clases, de 9 o 9.30 hasta el mediodía. Almorzamos a eso de las 12.30, volvemos a tener clases por la tarde y desde las 15.30 hasta las 18, entrenamiento en cancha. Sí, a veces se hacen eternos (risas). Y después tenemos un tiempo para estudiar antes de la cena.

-¿Ya tienen previsión para volver a clases?
-Por ahora no hay mucha información, aunque en principio nos dijeron que volveríamos el 10 de agosto. Creo que las primeras van a ser online, todavía no habrá presenciales. En teoría tendríamos que poder regresar a la residencia universitaria.

-¿Pudiste hacer algún trabajo específico durante esta prolongada cuarentena?
-Hice físico en mi casa, salí a correr a veces, pero no es lo mismo. En julio ya van a habilitar los gimnasios así que voy a anotarme en alguno. Pero no pude hacer nada de trabajo en cancha porque está todo cerrado. Tendré que entrenar un poco más cuando llegue a Estados Unidos para recuperar terreno.

-¿El final de la temporada fue inesperado porque podían haber llegado más lejos?
-Eso creíamos. Pero no tuvimos un buen partido ante Monmouth, perdimos y quedamos afuera. Claro que con el coronavirus se precipitó todo y ni siquiera pudimos evaluar demasiado las posibilidades que tuvimos o lo que hubiera pasado.

-Para vos, en lo personal, fue un muy buen año, tanto deportivo como académico…
-Sí, me siento cada vez cómoda en la cancha, más conectada con el juego, aunque todavía a veces no entiendo algunos fallos de los árbitros. Y con los estudios me está yendo bien. Había empezado con Business (Negocios), el equivalente a Administración de Empresas, que estudiaba en Valencia, pero me cambié a Economía. Me gustó más, me pareció más interesante.

-¿Te ilusiona un futuro en la WNBA?
-Sinceramente, no me lo he planteado aún como opción. En mi cabeza estaba terminar de cursar los cuatro años de estudios y regresar a España. Pero este año fue elegida una chica de mi conferencia, en la tercera ronda del draft, y lo empezamos a mirar con otros ojos. Me llama la atención, no lo puedo negar.

-¿Te presentarías al draft?
-Creo que todavía tengo tiempo para pensar en eso. Si tengo buenas ofertas para jugar en España, no lo dudaría. Pero tampoco descarto una opción de intentar en la WNBA. No pude ver ningún partido en un estadio, pero los juegos que he visto por ESPN no me han resultado sorprendentes, aunque sí se juega un poco diferente.

-¿Siempre jugaste al básquetbol o antes probaste con otros deportes?
-Cuando era pequeña llegué a practicar cinco deportes por semana: gimnasia artística, gimnasia rítmica, natación, patinaje artístico y baloncesto. Llegó un momento en que mis padres me dijeron que me tenía que dedicar a uno. Y me quedé con el baloncesto. Creo que porque estaba en un equipo con amigas y amigos, me divertía más y compartíamos muchas cosas. Me parece que elegí bien (risas).

-Naciste en Mar del Plata pero tu familia se radicó en España cuando apenas tenías dos años. ¿Volviste alguna vez a la ciudad?
-Sí, estuve dos veces de visita, en 2008 y en 2013 o 2014. Allí está casi toda mi familia. Me acuerdo que me gustó mucho estar con mis primos, tíos y abuelos, a quienes casi nunca veo. Y me encantaba que Navidad es en verano. Eso era increíble. Pero aunque me fascinan las olas de Mar del Plata, me gustan más las playas de Palma de Mallorca. Son calas, más pequeñas y con aguas cristalinas.

-¿Cuál es tu meta en el corto o mediano plazo?
-Creo que jugar todo el tiempo que pueda a nivel profesional. Y viajar. Por donde sea. Me gustaría conocer muchos lugares, especialmente de España y Europa.