CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
Policiales 10 de enero de 2020

La misteriosa fuga de la tarotista chilena que estafó a marplatenses

En marzo de 2019, dos marplatenses, un hombre de 37 y una mujer de 34, entregaron fuertes sumas de dinero a una tarotista chilena. Cuando fueron a buscar explicaciones sobre por qué no funcionaban sus hechizos se dieron cuenta de la estafa. Un caso de bizarra realidad.

Por Fernando del Rio

“Sé uno más que ha triunfado con mi ayuda”, decía la frase en el folleto que destacaba entre frases y promesas a un Cupido presto a lanzar su flecha amorosa. Un poco más arriba, el nombre de la señora Carolina, una “doctora en parapsicología” que podía solucionar todos los problemas que cualquier agobiado le pusiera sobre la mesa. Pero el gran pase de magia no fue el que esperaban sus dos clientes sino el de su propia desaparición. Una fuga millonaria por los millones de sus víctimas, parecida a la de la provincia de Santa Fe años atrás y protagonizada por una tarotista que se terminó por convertir en un fantasma sin identidad.

Fue la desesperación de recuperar a una ex pareja que llevó al hombre de 37 años a consultar a Carolina en un departamento de Arenales al 2800 en marzo de 2019. Mar del Plata empezaba a contraerse tras las vacaciones de verano, los chicos ya regresaban a las escuelas y la señora Carolina repartía sus folletos en busca de algún incauto. En esos primeros días de marzo el hombre fue tras las respuestas mágicas frente a la imposibilidad de arreglar la relación por su cuenta o resignarse a buscar un nuevo amor. Algún amigo podría haberlo ayudado con un consejo, de esos que dicen que todo pasa y cosas por el estilo. Pero no, el hombre, compungido, tocó el portero del 3°A y subió al encuentro de la magia. Además de los padeceres del corazón también negoció por una mejora laboral y Carolina le dijo que no había problema, pero que semejante esfuerzo le iba a costar 100 mil dólares. Eso sí, por las dudas que pagara los 2 mil pesos de la consulta.

El hombre pudo conseguir 10 mil dólares y se los entregó como un adelanto del “trabajo”. Unos días después, cuando regresó a tocar el mismo timbre sintió que se había equivocado. No solo porque nadie contestaba sino también por una mujer que, en el umbral del edificio de la calle Arenales, se angustiaba por lo mismo.

Una fortuna

La mujer, de 34 años, era una comerciante. Vivía en el barrio Los Pinares. Tal vez siga viviendo allí y continúe trabajando como comerciante. Lo que está claro es que su vida no sigue siendo la misma después del 27 de marzo de 2019 cuando en la puerta del edificio de Arenales al 2800 se dio cuenta de que la habían estafado.

El 15 de marzo fue el día en que recibió el diagnóstico de la tarotista Carolina. Sentada junto a la mesa de “trabajo”, con su pelo platinado y rodeada de símbolos paganos, estatuillas y otros amuletos, la vidente chilena le dijo a la mujer que veía cosas feas. “Veo muerte y cosas oscuras”, escuchó la comerciante que, naturalmente, se estremeció.

Preguntó con temor a la respuesta qué era lo que se podía hacer y la señora Carolina le sugirió un trabajo de limpieza que tenía un costo. En el trance, en la desesperación de una salida reparadora, en el temor a la muerte o vaya a saberse en cuántas urgencias más, alguien puede perder la noción de la realidad. Debe haberle pasado eso a la mujer para no darse cuenta de que la tarotista le había fijado la sesión en 100 mil dólares y algunas refuerzos: 4 perfumes importados, un pantalón de jean azul, una remera blanca con un arco iris en un hombre y unas zapatillas John Foos, color cremita y número 38.

tarot2

Esas mismas cuestiones de la perturbación hicieron que la mujer comerciante regresara poco después con 180 mil dólares y 20 monedas antiguas de oro. Al precio de hoy cerca de 15 millones de pesos tirados al cesto de basura de la superstición, como advirtió la mujer al escuchar a su compañero de desconsuelo en el mismo lamento.

La policía se enteró del piquete en la puerta del edificio aquel 27 de marzo del año pasado y el fiscal David Bruna, de Delitos Económicos, se encargó de investigar. No fue mucho a donde se pudo llegar, apenas a reconstruir lo sucedido y a obtener algunas imágenes de las cámaras de seguridad de la inmobiliaria en la que Carolina y un hombre habían alquilado el departamento por 15 días a un costo de 67.500 pesos.

Ese hombre usó la identidad chilena de Daniel Pérez Nicolini para formalizar el contrato pero, evidentemente, eran datos falsos. También se pudo saber que se movilizaban en un automóvil marca Nissan y que no era la primera vez que actuaban de esa forma.

El pasado

En el año 2017 la ciudad santafesina de San Lorenzo fue atravesada por la incredulidad de los crédulos. Un hombre que no podía recibirse de abogado pidió ayuda y pagó 98 mil pesos pero dos días más tarde, cuando regresó a exigir soluciones, ya nadie habitaba aquel lugar de la calle San Martín al 1000.

Un jubilado entregó 100 mil pesos para sanar a su mujer de una enfermedad y vio cómo la tarotista chilena, que se hacía llamar Luciana, rompía algunos billetes. “Esto los recuperarás en tres días”, le dijo y el hombre volvió a los tres días para encontrarse con la desazón de una ausencia.

Meses después, en febrero de 2018, fue otra localidad santafesina, Casilda, la que sufrió a la tarotista durante 23 días. Estafó a varias personas y escapó en una camioneta… marca Nissan.

A fines de 2019 la redacción del diario LA CAPITAL recibió el llamado de un hombre que aseguraba ser cercano a la estafadora. Del otro lado de la línea se escuchaba una voz caribeña y segura: “Yo puedo hacer que la detengan”. El fiscal Bruna fue puesto al tanto de la situación, pero ese hombre, como la tarotista, desapareció. Parecía tener buena información, aunque nunca decidió compartirla por completo.

Hoy, casi un año después de la estafa en Mar del Plata, la tarotista chilena sin identidad sigue desaparecida. Acaso se prepare en otras ciudades para dar un nuevo golpe.