Interés general

La odisea de cumplir el sueño de la casa propia en tiempos de volatilidad cambiaria

Quien suscribe estas líneas vivió (o mejor dicho sufrió) en carne propia la odisea de convertirse en dueño en medio de la volatilidad cambiaria.

por Pablo Tallón

El sueño de la casa propia es un objetivo en el que millones de argentinos tienen la vista puesta, pero que en estos tiempos de incertidumbre y volatilidad cambiaria muy pocos pueden alcanzar.

Una de las medidas anunciadas durante el comienzo de la gestión de Mauricio Macri como Presidente fue el lanzamiento de los créditos hipotecarios UVA con plazos de hasta 30 años, lo cual fue celebrado, mayoritariamente, por la clase media.

Esa herramienta permitió darle impulso al mercado inmobiliario y a la construcción durante 2016 y 2017.

Sin embargo, las dificultades económicas que marcan el 2018 paralizaron casi por completo esos rubros y pincharon el anhelo de muchos argentinos.

Quien suscribe estas líneas vivió (o mejor dicho sufrió) en carne propia la odisea de convertirse en dueño en medio de la volatilidad cambiaria.

En abril, se llevó a cabo la presentación de toda la documentación que un banco privado requería para iniciar con la tramitación de un préstamo hipotecario UVA para adquirir un PH en la localidad bonaerense de Temperley, en el partido de Lomas de Zamora.

La entidad financiera rápidamente aprobó todo y autorizó un crédito por 1.600.000 pesos.

La propiedad, en excelente estado y buena ubicación, costaba 125.000 dólares: con el dólar a 20,50 para esa fecha, ese monto equivalía a 2.562.500 pesos.

Es decir, que para concretar la operación se necesitaban 962.500 pesos, además del crédito.

Lebacs, Letes y bonos en dólares fueron algunos de los instrumentos financieros que venía implementando esta pareja de jóvenes de clase media del Conurbano para hacer rendir los ahorros.

Sin embargo, pocos días después de que el banco empezara a hacer los primeros pasos del crédito (tasación y designación de la escribanía), la cotización de la divisa norteamericana empezó a subir.

En un intento de organizarse y prever, la planilla de Excel recibió los datos y un valor estimativo a futuro del dólar: se sumaban los ahorros con el crédito hipotecario y se restaba el valor de la casa, dando así el monto que restaba conseguir para concretar la operación.

Para estar un poco holgados con el dinero, la pareja analizó la situación: si entre diciembre y abril el dólar había subido alrededor de 2 pesos, en los tres o cuatro meses que tardarían los pasos legales la cotización del billete verde no tendría que llegar a más de 24.

Por eso, estos jóvenes plantearon un escenario de un dólar a 30, para no depender de un centavo más o menos en la cotización de la divisa norteamericana.

La volatilidad iba in crescendo: el dólar pasó de 20,50 a 27 pesos en poco tiempo.

Para colmo, la propiedad estaba dentro de una sucesión y la Justicia bonaerense no fue de lo más expeditiva, por lo que la situación era acuciante.

Tras llegar a los 30 pesos, algunas políticas del Banco Central y la provisoria calma de los países emergentes llevaron un poco de alivio cuando el dólar flotaba entre los 27 y los 28 pesos.

Pero resultó ser la calma previa al desastre, debido a que en agosto la cotización llegó a 32 pesos y dos días más tarde saltó a 40: las alarmas rojas se prendieron.

Esa situación se vivió de manera dramática, ya que la joven, con un embarazo de casi seis meses, era víctima de la famosa “revolución hormonal”: así fue que un día su marido la encontró llorando en un sillón y, al preguntarle qué le sucedía, la respuesta fue contundente: “El dólar a 40, el dólar a 40”.

Tras aquel récord de 40 pesos por dólar, a comienzos de septiembre el banco y la escribanía dieron la ansiada noticia de que ya había fecha para escriturar y así se terminaría fin a la odisea de convertirse en dueño en tiempos de volatilidad cambiaria.

La operación finalmente se concretó con una cotización de 28,80 pesos: es decir que en escasos cinco meses la propiedad pasó de valer 2.562.500 pesos a la friolera suma de 4.850.000.

De los 962.500 pesos que inicialmente necesitaba, la pareja tuvo que desembolsar 3.250.000 (con la necesaria ayuda de familiares).

Superado el escollo de la volatilidad del dólar, ahora, la joven pareja deberá enfrentar otro reto: que la inflación no haga estragos en las cuotas en UVA del crédito hipotecario.

(*): NA.

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