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El País 23 de septiembre de 2023

La odisea de los cajeros automáticos y la polémica por el billete de $2.000

Las operaciones de extracción de dinero hay que repetirlas dos o tres veces, lo que genera un mayor desgaste y que las máquinas se rompen más rápido.

El billete de 2.000 pesos lleva en circulación cuatro meses desde que se lanzó el pasado 22 de mayo y aun hay muchos cajeros automáticos que no están actualizados para leer el billete complicando la operatoria.

Adicionalmente, el aumento de la inflación y la nominalidad exige mayores niveles de extracción diaria, pero dada la baja denominación de los billetes, las operaciones de extracción hay que repetirlas dos o tres veces, lo que genera un mayor desgaste y que las máquinas se rompen más rápido.

Al momento del depósito pasa algo similar: los cajeros automáticos tampoco leen los billetes de $2.000 y las personas al depositar lo desconocen, hacen la cola en el cajero, se encuentran con la imposibilidad de completar la operación porque no les toman los billetes y deben ir a hacer la fila a la caja.

En forma adicional los bancos suelen exigir un monto mínimo para depósito y si no lo superan, dan cambio y envían nuevamente al cajero de autoservicio. Toda una perdida de tiempo para los usuarios y de sobrecostos en la operatoria.

Las terminales que expenden dinero se vacían rápidamente, las máquinas se averían con más frecuencia por el uso y las bocas de expendio pueden contar hasta cierta cantidad de billetes, más allá del límite de extracción diario que tenga el cliente, lo que lleva a repetir la operación varias veces, de acuerdo con la nominalidad de los billetes que tenga disponible el cajero. una sucesión de hechos que podrían evitarse con billetes de mayor denominación.

Este nuevo billete que fue diseñado en homenaje a la Salud Pública, al desarrollo de la ciencia y de la medicina en la Argentina, fue muy solicitado tanto por la población que le era incómodo andar con fajos de billetes (como se ha viralizado varias veces) para realizar operaciones cotidianas como pagar una cena, como por los bancos para achicar costos de logística y de mantenimiento de cajeros.

Pero una vez puesto en circulación se comenzaron a ver varios inconvenientes en las operatorias, por que los cajeros tanto que expendes billetes como los que reciben depósitos, no leen el billete.

“Eso depende de cada banco, la marca o la tecnología del cajero. En nuestro caso, demora algunos meses la implementación del billete nuevo porque tenemos que mandar al fabricante el modelo y generar el software adecuado para adaptar el cajero. Por el momento, no estamos cargando con billetes de $2000 porque no los reconocen nuestros cajeros, pero en breve lo harán. Es un proceso habitual, lo mismo sucede con el nuevo billete de $1000”, explicaron desde un banco privado.

Otra voz del sector bancario confirmó que “no es un proceso fácil el de adaptación de terminales” y señaló, por otro lado, que no hay tampoco muchos billetes de $2.000 en circulación.

En contraposición, desde el Banco Central aseguraron que “los billetes de $2.000 funcionan perfecto en los cajeros” y que “puede haber alguna máquina de alguna entidad que aún no se actualizó, pero sería un caso puntual”.

Al mismo tiempo, reconocieron que “los bancos permanentemente piden billetes de más alta denominación” y argumentan la problemática a que “algunos se habrán dormido en actualizar su cajero automático”, ironizaron fuentes del Banco Central.

No obstante, desde diversas entidades financieras insisten en que el problema va a seguir ocurriendo mientras el Gobierno no emita nuevos valores con significativa mayor denominación, en un escenario con una inflación disparada hacia los tres dígitos anual.

Ocurre que el ritmo inflacionario hace quedar corto a los nuevos billetes muy rápido. En los cuatro meses que lleva “vivo” el billete de $2.000 ya perdió cerca del 35% de su poder de compra.

“También nos dificulta la falta de repuestos, por la imposibilidad de ingresar equipamiento nuevo al país. En consecuencia, menos gente puede acceder al dinero necesario a través de un cajero automático. Es un problema realmente muy grande”, añadieron desde un banco.

En la Argentina hay en circulación 8.549 millones de billetes, de los cuales 3.997 millones son de $1.000, 117,4 millones de $2.000, 1.309 millones de $500, 430 millones de $200 y 1.579 millones, de $100.