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Opinión 27 de agosto de 2016

La paradoja dólar

por Marcelo Bátiz

Un dólar en torno a los quince pesos a esta altura del año es una sorpresa para muchos, si nos remitimos a los pronósticos que las principales consultoras formulaban en diciembre de 2015, luego de la liberación del cepo.
Desechando los apocalípticos que, intereses políticos mediante, avizoraban un dólar a 50 pesos, la mayoría de los analistas ubicaban la paridad para dentro de cuatro meses entre 16 y 18 pesos.

No es tan dramático equivocarse en un pronóstico. De hecho, un repaso de cualquier archivo de la patria consultora mostrará más errores que aciertos. El problema pasa por otro lado: los mismos que estuvieron “largos” con sus previsiones sobre el dólar, se quedaron “cortos” a la hora de estimar la inflación. Ni el más pesimista arriesgó un pronóstico superior al 38 por ciento para todo 2016.

La confrontación de los dos pronósticos con las dos realidades conduce inevitablemente a la pregunta que domina las preocupaciones económicas desde que se tenga memoria: ¿la Argentina no estará perdiendo competitividad?

Un planteo impensado después de la devaluación del 17 de diciembre, con una suba en la cotización del dólar del 50 por ciento desde entonces, a lo que debemos agregar la eliminación de retenciones en la mayoría de los bienes agropecuarios e industriales.

Pero siempre surgen variables que escapan a todas las previsiones, como la inflación, el déficit fiscal y lo que representa en los costos empresarios el precio de los combustibles, a los que hay que agregar los servicios públicos para la industria y el comercio, tras el fallo de la Corte Suprema.

Comparada con la evolución de los precios, el salto del dólar fue de solo el 8,7 por ciento en términos reales y, según los cálculos de Javier Milei y Diego Giacomini, todavía está un 21 por ciento más apreciado que el dólar promedio de 2007/2011.

Sin embargo, los que en base a lo señalado crean que solo hay que sentarse a esperar la nueva devaluación tendrán que seguir esperando. Al menos, hasta que se resuelva si los factores que impulsan a una suba del dólar son más o menos poderosos que los que hacen fuerza en sentido contrario.

* El arreglo con los holdouts significó el regreso del país al mercado internacional, con tasas aún altas en relación con el resto de los países pero inferiores a las que hubieran podido obtenerse un año atrás. La colocación de deuda por parte de las provincias (casi 6 mil millones de dólares hasta el momento) y de la Nación (más de 46 mil millones, si se incluyen los 8.000 millones de los títulos para el blanqueo) no dejan de mostrar una señal de alerta, pero a la vez constituyen un ingreso de capitales que aleja la posibilidad de una disparada en la cotización de la moneda estadounidense.

* La liquidación de divisas del complejo oleaginoso tuvo un repunte después de la caída del 2015. Gustavo Grobocopatel se entusiasmó al señalar un “récord” que representa “un 30 por ciento más que el año pasado”. En rigor, el aumento hasta el momento es del 16,1 por ciento y si se le compara con el mismo período de 2014, hay una caída del 2,5 por ciento. De todos modos, representará ingresos adicionales por 2.300 millones de dólares en todo 2016 respecto del año pasado.

* Las tasas de interés en pesos se mantienen en terreno positivo y nada indica que el Banco Central abandone esa postura. A pesar de la baja de nada menos que 925 puntos básicos en cuatro meses, el 28,75 por ciento anual de la tasa de referencia así lo indica, si se la contrasta con la inflación esperada para los próximos doce meses. Con un promedio de 1,75 mensual (apenas por debajo de la inflación de julio) la brecha es de casi 6 puntos y si se alcanza el 1,5 por ciento previsto para el último trimestre, la diferencia se estira a casi 10 puntos. “Esto implica que hoy ‘sobra tasa'”, concluyó Matías Carugati, de Management & Fit, que prevé para fin de año una tasa de Lebac a 35 días de no más que el 25 al 26 por ciento. Con los niveles actuales, difícilmente el dólar sea demasiado atractivo para los inversores, a no ser que esperen que salte a 19,50 pesos para agosto del año próximo.

* Por estos días, no hay posibilidad de hacer una estimación seria sobre el monto de dólares que representará el blanqueo, ni tampoco lo que ingresará a fisco. La amplitud de la brecha en los números que se barajan, de 20.000 millones a 50.000 millones, dan una pauta de eso. Pero hasta los cálculos más pesimistas representan un aliciente indudable para la apreciación.

* Y para completar, el riesgo que representaba la disparada del real de hace un año se disipó, al punto que la apreciación de la moneda brasileña -en torno de los 3,24 por dólar- atenúa los problemas de la competitividad argentina y restan presión para una nueva devaluación.

El panorama que se presenta es, entonces, el de un dólar que en términos reales se seguirá apreciando, con una evolución por debajo de los precios medidos en pesos. La mejora en la competitividad habrá que buscarla por otros caminos, aunque las opciones no parecen estar al alcance de la mano. ¿O alguien espera para el mediano plazo una baja abrupta de la carga impositiva?

DyN



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