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Opinión 17 de marzo de 2020

La peste en mi pago

por Raúl Acosta

Martes

Los días amanecen parecidos en otoño. Muchos dicen que es la mejor estación del año. Otros que es la mejor de la vida. Hablaría de la primavera y los brotes verdes y la vida, pero hasta los brotes verdes y la clorofila, subiendo por los cañitos, que son las arterias que tienen las plantas, han sido usado como material político así que mas vale no meterse con los brotes verdes.

En otoño las cosas amarillean y se caen las hojas de los árboles con hojas caducas, a diferencia de los que tienen hojas perennes y se mantienen. Son árboles que siempre mantienen un verde. Cambian pero de a poquito y con disimulo.

La ocurrencia sobre el otoño no es tal, es que avisan que la peste puede atacar a cualquiera, pero que las personas mayores son mas cualquiera que las demás edades, donde el corona virus puede noquear pero parece que le cuesta mas. Una especie de “Diario de la guerra del Cerdo”, de Bioy Casares, pero adaptado a la microbiología, nano biología y fantaciencia científica, mas cercana a Isaac Asimov que a otros literatos pero puntualicemos: “Diario de la guerra del Cerdo es una novela del escritor argentino Adolfo Bioy Casares. Fue la cuarta novela publicada por el autor, que la escribió cuando tenía alrededor de 55 años de edad. Es una narración breve, que cuenta una guerra entre los jóvenes y los viejos. Su protagonista es Isidoro Vidal (llamado erróneamente por los demás personajes «don Isidro»), un jubilado que un día despierta y descubre que los jóvenes han decidido comenzar a atacar y a amenazar a los viejos. La novela está narrada desde el barrio de Palermo, en la Ciudad de Buenos Aires, donde vive Isidoro Vidal”. Eso dice Wikipedia.

Ya que estamos en Wikipedia: “La COVID-19 es una enfermedad infecciosa causada por un nuevo virus que no había sido detectado en humanos hasta la fecha. El virus causa una enfermedad respiratoria como la gripe (influenza) con diversos síntomas (tos, fiebre, etc.) que, en casos graves, puede producir una neumonía. Para protegerse puede lavarse las manos regularmente y evitar tocarse la cara. El nuevo coronavirus se propaga principalmente por contacto directo (1 metro o 3 pies) con una persona infectada cuando tose o estornuda, o por contacto con sus gotículas respiratorias (saliva o secreciones nasales). El coronavirus está en Wikipedia, ojo al leer.

No sabemos, los que estamos amarilleando nuestro libro de Bitácora, si es una guerra del Cerdo que empezó en China y /o si las gotículas son mas rápidas con los mas lentos pero aparece la frase aquella de la infancia:… ”era tan feo que no lo tocaban ni con un palo”. Broma, escarnio, bullyng o como quiera que se llame al desprecio público, lo cierto es que la peste discrimina según se informa cuando indican ”población de riesgo”. Vivir es riesgoso, lo aprendí hace mucho tiempo y conseguir el mango mas que riesgoso difícil y muy riesgoso, pero las frases hechas son esas. Población de riesgo. A los viejos no los tocan ni con un palo.

Esta peste, sin embargo, atraviesa a Titanic y los naufragios. “Las mujeres y los niños primero”. Nada de eso. Ya el mas hondo sentimiento feminista e igualitario, que no es lo mismo, ponía en cuestión de análisis (en cuestionamiento) el hecho que decir “las mujeres primero” indicaba una fina diferencia, sutil, pero no menos discriminatoria. El coronavirus pone las cosas en su sitio, no es un naufragio. Los veteranos primero. Mas de 60 años, de 65 y el asunto es de riesgo. La tos, los pulmones, la diabetes, el mismísimo corazón vienen martillando hace demasiado tiempo, hay un tonito de decrepitud, de otoño visible, pero el asunto es este: ¿Cómo contagia un viejo a otro viejo? ¿Cómo le llega el virus a un viejo? En fin… se discute que, entre los mas antiguos subsiste una frase claramente machista: “pase usted primero, señorita…” Ni eso. Pasan primero los viejos.

Una cosa trae la otra y es cierto, con siete contactos hacia arriba, buscando, buscando uno puede llegar a hablar con el presidente Alberto Fernández, el porteño, o Donald Trump, el del jopo a lo Alan Ladd, pero filmando otras películas. Una cosa trae la otra y confesar, por parte de una prima mía muy coqueta, que está en el grupo de riesgo es tan difícil como que abandone el lápiz de labios indeleble (rojo furioso, obvio) y el perfume de Myrurgia que lleva en la cartera.

Los presidentes están todos en riesgo, tengan la edad que confiesen, porque alguno no los quiere bien y locos sueltos hay en todos lados.

Cuando Erich Fromm hablaba del “hombre masa” no había estado en la tribuna de Boca Juniors, de “el torito” Alvarado, de Central, de Colón. En esos lugares un loco suelto le tira con el paquete de pastillas Meterete, DRF o Renomé al referí y cuelgan al club. Sucedía, sucede, sucederá. En ese sentido hicieron bien en quitar el público visitante. Con esto del coronavirus una excusa menos. Si a un “bostero” lo contagiaba un “gallinita” era la cuarta guerra mundial (la Tercera dice el papa Pancho que es en cuotas y está en marcha). Otra cosa es si te contagia el mismo que aguanta los trapos con vos. El coronavirus, según consejos sanitarios, impide el abrazo en la tribuna. Se vive distinto el gol en el sofá. Doy fe.



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