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Opinión 8 de abril de 2018

La posible salida de EE.UU. de Siria sacude el tablero del liderazgo mundial

por Rafael Salido

Estados Unidos amenaza con enrocarse en la eterna partida de ajedrez que supone la lucha por el liderazgo mundial y que en estos momentos tiene su principal tablero en Siria, un conflicto que, tras comenzar como una guerra civil en 2011, ha acabado degenerando en una lucha internacional contra el yihadismo.

A pesar de lo mucho que está en juego en esta particular partida, hasta ahora los principales jugadores extranjeros -Estados Unidos, Rusia, Turquía, Irán e Israel-, pese a no coincidir en las formas, parecían hacerlo en los objetivos: acabar con la presencia de terroristas islamistas y, en última instancia, estabilizar el país.

Para alcanzar esa estabilidad, hasta la fecha, algunos abogaban por derribar al auténtico rey de la partida, el presidente Bachar al Asad, mientras que otros se mostraban partidarios por acabar con la pléyade de peones que amenaza el orden establecido.

Sin embargo, la intención del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de ordenar la salida de sus tropas en cuanto se proclame la victoria sobre el Estado Islámico (EI), es decir “muy pronto”, según declaró estos días, sacudió un tablero en el que los demás jugadores ven la oportunidad de dibujar a su antojo un nuevo escenario regional.

“Los rusos, los iraníes, los turcos y, por supuesto, el propio Al Asad han mostrado un mayor interés en el futuro de Siria. Están dispuestos a emplear más tiempo, recursos y vidas en este conflicto que Estados Unidos”, explicó a EFE Melissa Dalton, analista del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos (CSIS).

De hecho, el pasado miércoles, los líderes de Rusia, Irán y Turquía se reunieron en Ankara para abordar la situación en Siria.

Esta cumbre puso en jaque el liderazgo internacional de Washington, no sólo por el protagonismo del Kremlin, sino porque además parece legitimar a Irán como un actor importante en la región y pone a Turquía, un aliado de Estados Unidos en la OTAN, en una posición que nadie esperaba hace sólo unos meses, cuando Ankara exigía la marcha de Al Asad.

De acuerdo con Dalton, esta decisión del comandante en jefe de Estados Unidos puede llevar a una “conducta oportunista” por parte de Rusia e Irán, que podrían considerar que se trata de una ocasión perfecta para aumentar su influencia en la región ante “la duda” sembrada por Washington en cuanto a su compromiso con los países árabes.

La inminente vuelta a casa de los cerca de 2.000 militares que lideran una coalición formada por más de 60 países, cuyo objetivo es combatir al islamismo en Siria e Irak, podría debilitar, además, la lucha de Estados Unidos contra el EI.

El principal aliado de Estados Unidos en Siria en su lucha contra el EI, que actualmente se encuentra prácticamente acorralado en el valle del río Éufrates, es el contingente de las opositoras Fuerzas de Siria Democrática (FSD), cuyo objetivo, más allá de derrotar a los islamistas, es derrocar al presidente Al Asad.

Desde un punto de vista práctico, la promesa de retirada de Trump podría animar a las FSD a dejar de lado la lucha contra el terrorismo para centrarse en su objetivo: la caída del régimen.

“Yo diría que si se produce un anuncio definitivo de la salida de Estados Unidos, generaría una preocupación significativa en las FSD, que considera a Washington un socio y aliado clave”, dijo a EFE Mona Yacoubian, analista del centro de estudios United States Institute of Peace (USIP).

Esta posibilidad, no obstante, no parece preocupar en el seno del Pentágono puesto que, según oficiales consultados por EFE, tanto Estados Unidos como las FSD tienen el objetivo común de alcanzar la victoria sobre los yihadistas.

Sin embargo, representantes de la oposición siria aseguraron a EFE en enero que existía un compromiso del Gobierno estadounidense de forzar la salida de Al Asad una vez fuera derrotado el EI.

El retorno de las tropas, consideró Yacoubian, “tendría un efecto negativo” en la lucha contra los islamistas porque es “fundamental” estabilizar los territorios que hasta hace unos meses configuraban el Califato del EI si se quiere obtener “una victoria duradera”.

Por este motivo, no sería de extrañar que, tal y como señalan algunos medios, la cúpula militar le haya pedido a Trump que reconsidere sus palabras y no marque plazos artificiales.

Y es que la pacificación del país se antoja imprescindible si el Gobierno de Estados Unidos quiere tachar definitivamente a Siria de su lista de posibles países patrocinadores del terrorismo islamista que Washington tanto teme.

Ya lo dijo esta semana en Washington el administrador de la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID), Mark Green. “Hagámoslo oficial: los programas de estabilización son más que una simple manifestación de la generosidad de Estados Unidos; son un componente clave de la planificación de nuestra seguridad nacional”.

EFE.