Opinión

La pulseada bonaerense y la advertencia de Humpty Dumpty

Panorama político nacional de los últimos siete días.

 

Por Jorge Raventos

La elección bonaerense del primer domingo de septiembre tiene un cierto parecido con el comicio porteño que en mayo determinó la victoria del vocero de Javier Milei y la derrota de la candidata de Mauricio Macri; como en aquel caso, aunque la competencia parece tener alcances exclusivamente locales – concejales y consejeros escolares por municipios y legisladores provinciales (46 diputados y 23 senadores) por sección electoral del distrito-todas las fuerzas le asignan trascendencia nacional.

Madre de batallas

No solo porque son un aperitivo de la elección nacional que tendrá lugar un mes más tarde, sino porque la provincia de Buenos Aires congrega a cuatro de cada diez votantes potenciales del país, ha sido siempre, por su fortaleza en el

conurbano, un bastión del peronismo y esta vez, si se atiende a los pronósticos de la mayoría de las consultoras de opinión pública, podría consagrar el triunfo de los libertarios que responden a la Casa Rosada.

Ni siquiera en 2023, el año de la gran irrupción de Javier Milei, cuando un aluvión de votos los transformó en Presidente, el justicialismo cedió la plaza. Esta vez los libertarios confían en ganar en la mayoría de las ocho secciones electorales bonaerenses para sitiar a la gobernación de Axel Kicillof a quien, por otra parte, visualizan como un probable desafiante por la Presidencia en 2027. De yapa, piensan terminar de digerir a la porción amigable del macrismo.

Para el vértice libertario derrotar al peronismo en la provincia es importante porque, en sus análisis, uno de los factores principales de la deficiente calificación de las instituciones que miden el riesgo país y las condiciones de inversión, reside en la baja sustentabilidad política e institucional que estas atribuyen al gobierno.

El optimismo del oficialismo nacional no carece de sustento. El peronismo bonaerense atraviesa una situación crítica que tiene ya muchos meses de maduración y se complicó a partir de la prisión domiciliaria y la inhabilitación electoral de Cristina Kirchner.

Kicillof no pudo completar el distanciamiento que venía ensayando en relación a ella, obligado por la victimización con la que la expresidenta afrontó su cautiverio, una jugada política que la devolvió momentáneamente a la centralidad, disparó una multitudinaria manifestación de solidaridad y condicionó a sus críticos internos al acompañamiento o al silencio. Ella empleó su condena para, como indicaba Napoleón, cortar la retirada de sus propias tropas.

Madre de derrotas

De hecho, esa práctica y la larga continuidad de su conducción están inextricablemente conectadas con la paulatina

declinación y las derrotas que ha padecido el justicialismo.

La inhabilitación determinada ahora por la sentencia podría ser una nueva oportunidad para la renovación, como lo fueron la derrota electoral de 2015, la imposibilidad de ser candidata presidencial en 2019 (bloqueada por la resistencia interna) y el fracaso a cuatro manos de la presidencia de Alberto Fernández, que abriría las puertas a la presidencia de Javier Milei.

La recuperada centralidad de Cristina Kirchner le ha permitido a ella mejorar en dos o tres puntos su imagen positiva, pero no ha conmovida la imagen negativa de 60 por ciento o más que la viene acompañando desde hace años. La contraofensiva que ella conduce desde su departamento del barrio de Monserrat diagnostica el fin (el “vencimiento”) del gobierno de Milei pero no propone ninguna alternativa, solo “volver”, mientras su

cohorte, La Cámpora, conducida por su hijo Máximo, levanta como programa para 2027 el indulto de ella. Hay vida fuera de esa burbuja.

Amplios sectores del justicialismo, mantienen un discreto silencio sobre esa perspectiva y esas propuestas: muchos

intendentes del Gran Buenos Aires, el peronismo del interior (la mayoría de los gobernadores), la CGT siembran por el momento en sus propios lotes. Buscan operar sobre el presente mientras se preparan para una nueva etapa.

De tierra adentro

Los gobernadores, por caso, se reunieron con sus colegas de otras fuerzas el último lunes en el Consejo Federal de

Inversiones y acordaron impulsar un proyecto de ley destinado a eliminar «todos los fondos fiduciarios que se financian con el Impuesto a los Combustibles Líquidos (Ley 23.966)», para que las provincias destinen esos fondos «según las prioridades que cada una defina».

También plantearon que el Fondo de Aportes del Tesoro Nacional, que el gobierno actualmente reparte selectivamente, favoreciendo a “los amigos” se distribuya en adelante de acuerdo con los criterios de la “coparticipación primaria y secundaria de la Ley 23.548”.

Los gobernadores no quieren impactar negativamente sobre la lógica del equilibrio fiscal, que comparten; tienen la certeza de que la sanción de esta iniciativa «no afectará la sustentabilidad de las finanzas públicas nacionales y que,

complementariamente, generará más federalismo”.

Osvaldo Jaldo, gobernador de Tucumán que ha sido de los más cooperativos con el gobierno de Milei, resumió: “A la Nación tiene que irle bien, pero con las provincias incluidas”. Hay una búsqueda de convergencia, pero también un reclamo de reformulación de instrumentos para que los territorios no queden a la deriva.

Kicilof fue uno de los gobernadores que acordó la propuesta conjunta. Mientras acuerda con otros jefes territoriales y

contiene su diferenciación explícita del cristinismo para no dañar una unidad electoral que cree necesitar, mantiene una intensa pulseada con las fuerzas de La Cámpora, apuntaladas desde la calle San José 1111. La integración de las boletas electorales evidenciará quién prevaleció y también si han sido capaces de encontrar consensos eficaces. Un signo claro será el nombre que reemplace al dde Cristina Kirchner, que iba a encabezar la boleta de la Tercera Sección Electoral.

La elección de septiembre en la provincia es una importante pelea de semifondo. Es una disputa local, pero su resultado estará influido por hechos nacionales y mundiales: la carga interna de la figura de Cristina Kirchner, con sus luces y sus sombras. La capacidad de Javier Milei para sostener hasta las urnas un programa que ha sido exitoso en la lucha contra la inflación pero que todavía no consigue afianzarse en el terreno de la producción, el empleo y la equidad social. Un firme sostenedor de su política –el prestigioso economista Ricardo Arriazu- ha advertido sobre el hecho de que “la destrucción avanza más rápido que la creación”.

Detrás del espejo

Finalmente hay que tomar en cuenta el peso de la atmósfera mundial, en la que se destaca abrumadoramente la figura determinante de Donald Trump. La última semana, el ex jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas argentinas, el teniente general Juan Martín Paleo, describió el reciente bombardeo devastador a las instalaciones nucleares iraníes ordenado por el presidente de Estados Unidos, como la apertura de “un nuevo paradigma”, caracterizado en este caso por “atacar no por lo que el adversario es, sino por lo que tal vez algún día llegue a ser”, que marca, según Paleo, “el fin de una línea roja estratégica: la de la disuasión como contención”. Si bien se mira, Trump no hace más que atravesar líneas rojas preexistentes: no adhiere al multilateralismo, retiró a Estados Unidos de organismos e iniciativas globales (como el Acuerdo de París, la UNESCO o la OMS); va trocando la idea de un sistema de reglas compartidas por una diplomacia basada en la presión unilateral, sanciones económicas y negociaciones ad hoc.

Con esa actitud acaba de conseguir un compromiso de los socios de la OTAN de incrementar sus aportes al 5 por ciento de sus PBI y anunció un acuerdo arancelario de largo plazo con China y un próximo gran acuerdo del mismo tipo con India.

El reciente ataque contra las plantas atómicas iraníes tenía otro carácter, sin embargo: demostró terminantemente, con un acto decidido por su jefatura política, la superioridad militar de Estados Unidos y su voluntad de emplearla para arbitrar situaciones conflictivas. Forzó un alto el fuego entre Irán e Israel y consiguió su objetivo de limitar significativamente la posibilidad de que Irán se convierta en potencia atómica. Dio, además, una señal a todos los actores del escenario mundial: está dispuesto a emplear la fuerza para destrabar situaciones que impliquen un peligro para su país o para sus socios.

La presidencia de Trump representa un giro significativo en la política exterior estadounidense y en consecuencia, una transformación estructural del orden internacional vigente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. No se trata solo de un cambio de estilo o de prioridades, sino de una reconfiguración de los modos en que Estados Unidos entiende y ejerce su papel en el mundo. Y corre paralelo a la vertiginosa revolución productiva basada en el desarrollo tecnológico cuyo vértice, la inteligencia artificial, exhibe a Estados Unidos en la vanguardia.

En ese cuadro Javier Milei, que apostó a la amistad incondicional con Trjump antes de que éste llegara a la

presidencia, aparece inmejorablemente ubicado. Recordar a Lewis Carroll: “La cuestión –dijo Alicia– es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes. –La cuestión –dijo Humpty Dumpty– es saber quién manda, eso es todo”. Quizás no sea todo, pero es algo imprescindible.

 

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