Desde su inauguración en octubre de 2021, la Sala de Lactancia de la Universidad Nacional de Mar del Plata otorgó más de 830 turnos entre consultas y uso para amamantar o extraer leche. El 40% de esos turnos se dieron en el último año, reflejando la creciente apropiación del espacio por parte de la comunidad universitaria.  

La Sala de Lactancia fue creada a partir de un proyecto presentado por los espacios de género de la Facultad de Cs. de la Salud y Trabajo Social luego de la realización de un informe que dio cuenta de la incidencia del derecho a la lactancia en trabajadoras y estudiantes de la UNMDP.  

Actualmente funciona en el marco del Programa Integral de Políticas de Género y es reconocida por el Ministerio de Salud de la Nación como Espacio Amigo de la Lactancia desde 2022. Allí trabaja la puericultora y especialista en lactancia Josefina Brenes Bonilla, quien acompaña diariamente a estudiantes, docentes y trabajadoras no docentes en sus procesos de lactancia y crianza. “Lo más importante que ocurrió en estos años es la apropiación del espacio. Cuando comenzamos, en plena pandemia, la universidad aún no estaba habitada y las primeras consultas fueron virtuales. Hoy, la sala es parte de la vida cotidiana universitaria: las personas saben que existe, vienen a usarla o simplemente se acercan a consultar”, explica Brenes Bonilla. 

Sofía Ardusso quien es representante de la UNMDP ante la Red RUGE del CIN y Secretaria de Políticas de Género de la FCSYTS  comentó “Desde nuestra Universidad, y particularmente desde los feminismos que la habitamos, se viene trabajando profundamente en el desarrollo de políticas institucionales en clave de corresponsabilidad de cuidados. En estos últimos años hemos podido avanzar, además de la sala de lactancia, en la ampliación de licencias maternas/paternas/filiares, la creación de reglamentos de cursadas especiales para madres, padres y personas que cuidan, y este año hemos inaugurado en la Facultad de Cs. de la Salud y Trabajo Social el primer Espacio Lúdico para Niñeces de nuestra Universidad, entre tantas otras acciones. Esto habla de un compromiso con fortalecer la ética y la pedagogía del cuidado en la vida universitaria que cobra particular relevancia y necesidad en tiempos en los que se tiende a deshumanizar a quienes habitamos la Universidad a diario” 

Desde su apertura, la sala creció de manera sostenida: de 200 turnos en 2022 a más de 830 en total, con un incremento notable en el último año. Para la especialista, este crecimiento se debe principalmente a la visibilización y al acompañamiento profesional que ofrece el espacio. “La diferencia está en que no es solo un lugar físico donde ir a sacarse leche, sino que hay una persona que te recibe, te escucha, te acompaña. A veces surgen consultas espontáneas, y eso transforma la experiencia: deja de ser un trámite y pasa a ser un espacio de contención”, señala. Además del uso cotidiano, la sala brinda consultas personalizadas sobre lactancia y cuidados, y articula su trabajo con otros espacios de la universidad, como el Jardín Maternal y la Consejería de Cuidados y Salud Sexual. 

“Trabajamos mucho en red. Desde el Programa de Género pensamos los cuidados como una responsabilidad colectiva. La universidad tiene un papel clave en garantizar la permanencia de quienes estudian y trabajan, sin que los proyectos de vida familiar sean un obstáculo para eso”, destaca. A cuatro años de su apertura, la sala continúa en crecimiento y proyección. “Queremos que toda la comunidad universitaria sepa que este espacio existe, que es suyo. Seguimos construyendo colectivamente, recibiendo devoluciones, articulando con otros espacios y pensando siempre en una universidad más inclusiva, feminista y popular”, concluye.