La Sinfónica Patagonia, un modelo singular de orquesta formativa que, a la vez, se propone objetivos de excelencia, celebra el décimo aniversario y su prestigioso director, Facundo Agudin enfatizó que se trata de un proyecto que ha generado “un marco de trabajo casi ideal” para una estructura que ha conseguido continuidad en un contexto general de “gestiones culturales emprobrecidas”.

“La situación global no sólo en Argentina sino en América del sur es de administraciones culturales, sean públicas o privadas, bastante degradadas. Y entonces las estructuras mayores se encuentran en riesgo. Frente a eso hay que tener paciencia y encontrar soluciones creativas, acciones de resistencia. Esa es la situación general, pero no es la nuestra, ya que la Sinfónica Patagonia es un proyecto que ha sido defendido a capa y espada por la Universidad Nacional de Río Negro”, explico Agudin.

La Sinfónica Patagonia es una orquesta-escuela conformada por cerca de 85 integrantes y que posibilita a los jóvenes músicos profesionales y a estudiantes avanzados un proyecto formativo que, a la vez, se combina con presentaciones públicas.

Agudin además, es el actual director artístico y musical de Orchestre Symphonique du Jura, Suiza, y el director artístico de la serie Musique des Lumières y de la compañía lírica Opéra Obliqua. Viene de trabajar en la reposición de la ópera “Cavalleria Rusticana”, de Pietro Mascagni, con Musique des Lumières en Neuchatel y Friburgo.

“La continuidad y el crecimiento son el principal desafío. Este año es particularmente complicado, diría que el más difícil desde la fundación, en 2009. Lo ideal sería que, además del apoyo de la Universidad, se sumaran ayudas del sector público o privado”.

Agudin viajó a Buenos Aires para tomar audiciones en Bariloche y General Roca. El mes próximo varios integrantes de la Sinfónica Patagonia se sumarán a las nuevas funciones de “Cavalleria Rusticana”, en Suiza; y en agosto, se realizará la sesión anual de la Sinfónica, entre el 2 y 10 de agosto en Bariloche, con conciertos y master class.

– ¿Cuál es la evaluación del desarrollo de la Sinfónica en esta década?

– Es el proyecto que más me interesa desarrollar en la Argentina en este momento. Vengo a la Argentina dos o tres veces al año, diez días. Pero hacemos también un monitorio permanente de los músicos que el programa forma y luego trata de ponerlos en contacto con otros universos de estudio. Muchos emigran. Hace dos meses entraron 3 músicos muy jóvenes al Instituto del Teatro Colón; hay 15 que han ganado posiciones como docentes y unos 20 que han realizado o están realizando estudios superiores en Europa. El programa se retroalimenta: algunos vuelven a Río Negro para tocar y para ejercer la docencia.

– ¿Cuáles son las dificultades que afronta el programa?

– La planificación siempre es el principal desafío. En América del sur la situación global de la administración cultural pública o privada está degradada, está bastante empobrecida. En nuestro caso, no es esta la situación por el apoyo de la UNRN. Pero queremos ampliar nuestros horizontes de enseñanza (de ofrecer la enseñanza de instrumentos allí donde no la hay y de mejorarla en donde si) además de presentarnos con la Sinfónica como cuerpo en Europa, más allá de los músicos que, individualmente están en forma contínua.

– ¿Qué incidencia generó la SP dentro del mapa musical de la región?

– Cuando la Sinfónicas nació como programa, no había ninguna otra orquesta grande en la región. Nuestro programa provocó un oleaje y hoy la provincia tiene tres orquestas más. Se compensan porque los objetivos son diferentes. En nuestro caso, hemos conseguido un marco de trabajo bastante ideal que no se perece al de las orquestas estatales en la argentina. Tratamos de generar un modelo silencioso con mucho cuidado y preocupación por el sonido. Es un laboratorio muy interesante.