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La Ciudad 21 de octubre de 2018

“La sobrecarga impositiva afecta la operación y pone al escribano contra el usuario”

Ignacio Javier Salvucci, presidente del Colegio de Escribanos provincial, busca rescatar la relación estrecha de los notarios con la ciudadanía sin descuidar la importancia de la función pública que deben cumplir.

Ignacio Javier Salvucci, presidente del Colegio de Escribanos de la Provincia.

LA PLATA (Corresponsalía).- El Colegio de Escribanos de la Provincia de Buenos Aires sigue acortando el espacio entre los notarios y los habitantes de la provincia y ratificando su condición de funcionarios públicos independientes, que pueden también colaborar con el gobierno, ya sea municipal, provincial o nacional. Para explicar cómo se trabaja en este sentido, la nueva conducción del Colegio que tiene como presidente a Javier Salvucci, recibió en la sede de la institución a LA CAPITAL para detallar una relación que viene creciendo año tras año.

– ¿Cuál es la relación entre el Colegio y el Estado?

– Somos una institución que tiene vínculos estrechos con el Estado y vemos la necesidad que tiene que ver con nuevas tecnologías, firmas digitales, elementos de última generación que el colegio espontáneamente desarrolla, lleva, sostiene y creemos que al Estado le podemos dar soluciones con nuestra avanzada en tecnología tanto en el recurso humano como en el material y estamos viendo como ensamblarnos para colaborar con eso. Tuvimos reuniones con la gente de Modernización y Desarrollo Social, que fueron muy eficientes en cuanto a la cantidad de lugares que ellos están necesitando algo que tenemos para dar. Son muchas y variadas las incumbencias en las que el escribano común puede colaborar y el colegio ayudar a ese ensamble aportando las tecnologías.

– ¿Cómo se define hoy al notario en relación a su vinculación con el Estado y los ciudadanos?

– Tenemos que redefinir el concepto del escribano en dos aspectos. Uno como acompañante del ciudadano que es el destinatario natural de nuestro esfuerzo. El escribano es un funcionario público y durante un tiempo nos alejamos de ese concepto, hace muchos años en un momento en el que el Estado parecía querer incluir a los escribanos en un staff asalariado dentro de las órbita del estado. Rápidamente el escribano se identificó como un profesional independiente afectado a una función pública. Los temores y el efecto pendular nos van llevando de un lugar a otro y hoy nos hemos movido hacia el otro extremo, que tampoco es la realidad de donde nosotros estamos o queremos estar, o corresponde estar. Dentro de la órbita del Estado, el escribano es un eslabón imprescindible, ergo, somos funcionarios públicos. Abrir la puerta a mostrarnos como profesionales independientes, porque sostenemos nuestras escribanías o tenemos nuestro propio personal, no nos excluye del ámbito de la administración, en donde un montón de situaciones están puestas en nuestras manos. Sin ir más lejos, lo que es la justicia, cada vez que el escribano se pone a redactar un instrumento lo hace previendo evitar una confrontación, eligiendo las palabras y las comas para evitar la contienda. Y lo logra con mucho éxito, porque la documentación de origen notarial no genera conflicto, porque el instrumento al decir, dice verdad.

– ¿La labor del notario evita conflictos judiciales?

– El producto de nuestro trabajo, que es la escritura, es indubitado y muy sólido. Esa naturaleza de verdad la necesita la justicia, porque con esta actividad venimos a descomprimir de un montón de conflictos al Estado en la parte de la justicia. Es muy importante que el escribano se vuelva a sentir parte de la Justicia, porque evita contienda. Somos como una suerte de justicia preventiva, donde un profesional, altamente calificado y que puede hacer el traje a la medida de cada ciudadano de acuerdo a su necesidad, fabrica un instrumento que evita contienda. Nada puede ser mejor que este contacto personal de un funcionario, que artesanalmente hace la escritura a la medida de la necesidad de ese vecino.

– Para ellos necesitan una actualización permanente en cuestiones de legislación.

– Los escribanos estamos entre los profesionales que más capacitación por horas anuales reciben y nos la suministramos nosotros, este Colegio se la pone al alcance a sus miembros para que estén actualizados todo el tiempo. Nuestra materia tiene una actualización natural, porque las normas cambian y eso nos obliga a aplicarla de manera inmediata. Somos los primeros intérpretes de la ley. Cuando hay una norma nueva, el juez tiene que esperar que le llegue un caso y para entonces estudiarla para aplicarla. El escribano la norma la aplica al otro día, porque la realidad le trae al vecino trayéndole ese problema de inmediato. Somos los que estamos en la primera interpretación de la ley. Necesitamos que el escribano vuelva a sentir que es un auxiliar de la justicia de verdad, que evita contienda formando parte de una estructura de justicia preventiva, que descomprime hoy a los tribunales.

– En ese sentido, el notariado que se practica en nuestro país ¿difiere mucho del que se lleva adelante en el Reino Unido por ejemplo?

– El mundo en materia notarial se divide en dos universos: el notariado latino y el notariado anglosajón. Son completamente diferentes. El primero es el nuestro y tiene una raigambre anterior en el tiempo. Se caracteriza por tener un Estado que delega en el escribano la fe pública, que es la verdadera expresión de la soberanía del estado reservada por las provincias y que le permite dar fe de los actos y autenticar los actos que ocurran en su presencia. Es un notariado cerrado, ya que el número lo controla el Estado y con muchísima responsabilidad, porque el escribano cada vez que suscribe un instrumento compromete todo su patrimonio, esa es una particularidad que incluso entendiéndonos dentro de la órbita del Estado, nos distingue porque en la órbita del Estado un error activa el sistema de responsabilidad del Estado que es una protección para cualquier funcionario que se pueda equivocar. Mientras que el escribano aun estando dentro de la órbita del estado responde con su patrimonio íntegro siempre. Entonces es un deudor responsable y sólido.

El notariado anglosajón es mucho más abstracto, tiene que ver con una cultura diferente en donde la intervención viene a centralizarse en un aspecto práctico donde se certifican intervenciones y firmas, en un sistema donde la practicidad está dada por la coherencia funcional del sistema.

– Entonces ¿El anglosajón sería impracticable en nuestra sociedad?

– Hoy pareciera que se mira el notariado anglosajón como un sinónimo de practicidad y que las nuevas tecnologías se ensamblan tan bien con él, que pareciera reemplazarnos o amenazar el reemplazo con comodidad. Hay dos errores: uno es un error objetivo, no tenemos un sistema como el de los países anglosajones donde si uno deja de pagar la SUBE no le renuevan el alquiler, eso acá no ocurre. Nosotros tenemos una justicia que tiene sus particularidades y un sistema quien requiere la intervención de un escribano para resolver tanto conflictos, como cuestiones domésticas y brindar el asesoramiento correcto en la celebración de contratos. Pero también tiene un aspecto cultural en el que no podemos ensamblarnos. Hoy Argentina ensaya una dinámica de créditos a 30 años o a largo plazo. En el sistema anglosajón el costo, que es muy superior al costo de transferencia que tiene el nuestro, donde aparecen seguros que vienen a garantizar tanto al titularidad del inmueble que se transfiere como el pago, que al estar diferido en el tiempo es un seguro sobre el crédito. Todos esos gastos, que son muy superiores a los que hoy se tienen acá por el tráfico inmobiliario global, quedan subsumidos en un crédito a 30 años, entonces el usuario no lo ve. Nosotros no tenemos la posibilidad de incorporar esos gastos al crédito, no hay ninguna posibilidad cultural de hacerlo, ni siquiera en este ensayo de créditos a 30 años en donde el Colegio y el escribano han acompañado bajando muchísimo el honorario. Por ley el honorario del escribano es del 2% y en este caso por los acuerdos que se han celebrado es del 0,70%.

– ¿Por qué la gente relaciona el acto de escrituración con un gasto oneroso?

– En la conciencia del argentino está que los escribanos son caros, pero si uno desmenuza la composición de la factura se da cuenta de que el 78% son impuestos o gastos y el honorario es mínimo. La mayor parte son impuestos que gravan el acto escriturario y son de naturaleza nacional, provincial y municipal. La sobrecarga impositiva afecta la operación y pone al escribano contra el usuario a la hora del tributo, a veces comprometiendo la operación misma.