Colocar un cable atravesando una calle para robar parece ser una estrategia mucho más extendida de lo que se cree, solo que ahora logró trascendencia por la muerte del motociclista José Emilio Parrada (40).

“Ese es un cable de fibra óptica que alguna empresa dejó como sobrante o lo cambió y lo aprovecharon para el ‘cazamotos’, que es como se conoce esa modalidad”, dijo una fuente vinculada a los servicios de cableados en Mar del Plata y que prefirió mantenerse en el anonimato.

Esta modalidad se emplea mucho en Brasil y de hecho, tal como se puede ver en helicópteros para evitar colisionar cables de alta tensión, las motos traen un accesorio similar.

El delito se importa también. Lo que suelen hacer los delincuentes es colocar el cable a la altura del manubrio de la moto o el pecho del motociclista para provocar su caída. Esto, naturalmente, se da en barrios periféricos y una vez que anochece, lo que impide para cualquier conductor observarlo.

En este caso el cable atravesó la calle a una altura superior a la que suele hacer y el motociclista lo impactó con su cuello, causándole las lesiones mortales por laceración y fractura de base de cráneo.

Otro punto importante es que los cables de fibra óptica tienen un recubrimiento especial que los hace muy resistentes, lo que aumenta el poder de daño.

El “cazamotos” se emparenta con otra modalidad que se orienta a interrumpir el tránsito y consiste en lanzar piedras a los automóviles o las mismas motos. Así, el conductor se detiene casi por reflejo, sin considerar los riesgos, y entonces es abordado generalmente por varios delincuentes. Una vez en el piso, incluso, lo golpean hasta quitarles sus pertenencias.