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Opinión 23 de noviembre de 2017

Las formas del dolor

por Fernando del Rio

El alambrado perimetral de la Base tiene la intransigencia y solemnidad del marino. Toda la vida, los que nacimos o crecimos en Mar del Plata lo contemplamos con el respeto que un límite impone. También con la seguridad de que no se le podía pedir ninguna concesión. Apenas si lo trasponíamos cuando un esporádico evento, comercial, cultural, artístico, deportivo, lo permitía.

Esa malla de rombos y columnas, con carteles que alertaban sobre los peligros a los que se exponía quien la cruzara, esa red metálica que la única generosidad que mostraba era esa, la de mostrar, la de posibilitar la mirada hacia adentro y divisar los destructores, las corbetas, los aviso, la Fragata y los submarinos. Esa barrera simbólicamente inflexible pese a su flexibilidad física no dejó de serlo en estos días, y contuvo a los ávidos periodistas lejos del íntimo dolor.

Sin embargo, a pesar de su rigidez castrense y a la disciplina naval, el alambrado se ofreció para que sobre su estructura los marplatenses pudieran depositar sus emociones y hacer de ellas una fuente de energía. De apoyo. De respaldo.

Banderas argentinas, una de Colombia, imágenes religiosas, una tabla de windsurf, réplicas del submarino ARA San Juan, un “trapo” de Boca Juniors, camisetas de la Selección Argentina, dibujos infantiles de escuelas, simples cartulinas escritas con letras alteradas por el sentimiento… Todos, o la mayoría de esos colgantes, contenían el número “44” o palabras como “fuerza”, “regresen”, “héroes”, “valientes”. También “Dios”, “orar” o “rezar”, porque todo vale cuando las reservas de esperanzas se reducen a la misma velocidad que el oxígeno.

El dolor se extiende por 100 metros, tal vez 200, de un alambrado anfitrión de sentimientos que soporta como nunca el empuje extra del viento. Se dobla y resiste. Y en distintos puntos de esa marquesina inesperada se desperdiga la angustia de los familiares. “Fuerza papá”, “Te esperamos”, “Tu familia te Espera”, “Fuerza mi amor” y fotos, más fotos.

Pero hay un tramo en donde todo el universo se concentra, tal vez allí es donde se puede entender la magnitud de esta tragedia. Una hoja tiene un dibujo. Es un submarino que navega a flote, y por encima sobrevuela una frase que dice “Submarino Por Favor volvé” y lo firma Thiago. Es el hijo de un integrante de la tripulación. A su lado, los dibujos de todos sus compañeritos de clase.

 



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