La Ciudad

Las formas, el fondo y el juego de las alianzas cruzadas en el Concejo

La decisión del oficialismo de avanzar con su proyecto de Zona Roja sin dictamen de mayoría incrementó la tensión con el Frente de Todos. Sucede cuando sigue abierta la herida por las fotomultas. Lauría le disputa a Pulti el rol de árbitro.

Por Ramiro Melucci

Al menos tres situaciones que pudieron observarse con nitidez en las últimas dos semanas pintan el cuadro de vicisitudes de la política doméstica. La decisión del gobierno de Guillermo Montenegro de avanzar en iniciativas que estaban estancadas en el Concejo Deliberante. La dificultad, cuando no el escollo, que representa para el oficialismo la Comisión de Legislación, ámbito clave para la llegada de los proyectos de ordenanza al recinto. La determinación de gambetearla de modo polémico, aun exponiéndose a repercusiones o consecuencias indeseadas.

El ejemplo antonomásico es el del convenio para aplicar fotomultas con la Universidad de San Martín. Como no prosperaba en la comisión por la postura común (pro licitación) de Acción Marplatense y el Frente de Todos, Montenegro lo instrumentó sin aval del cuerpo por un cambio en la Ley Orgánica de las Municipalidades (LOM), lo que dio lugar a planteos opositores ante el Tribunal de Cuentas e interpretaciones que pueden llegar a dirimirse en la Justicia.

A ese episodio se le sumó la semana pasada el de la Zona Roja. El interbloque de Juntos venía insistiendo, primero en privado y luego en público, en que si no conseguía una mayoría en la comisión promovería un dictamen de minoría que incluyera las multas y los arrestos solicitados por el intendente para los que no respeten las zonas y horarios en que se autorizaría la prostitución en la vía pública.

Con el traspié de las fotomultas a cuestas, era un objetivo que sonaba lógico: al menos de esa forma podría llegar a debatir el expediente en el recinto, donde la mayoría se le torna más factible por el renovado vínculo con Nicolás Lauría. Pero ni el Frente de Todos ni Acción Marplatense creen que las multas y los arrestos sean la solución. Lo que nadie esperaba es lo que sucedió el último lunes: cada bloque promovió su propio dictamen y ninguno logró la mayoría. El de Juntos consiguió cuatro votos a favor y cinco en contra; el del FdT perdió por el mismo resultado y el de AM por goleada: 8 a 1.

El oficialismo y AM acordaron igualmente que los tres dictámenes lleguen a la discusión en el recinto el jueves próximo. El Frente de Todos, que antes había encontrado algunos puntos de contacto con el bloque presidido por Horacio Taccone, denunció una acción antirreglamentaria y le adjudicó su cuota de responsabilidad. Considera que se trata de proyectos sin dictamen y que si entran en el orden del día de la sesión del jueves sentarán un precedente que puede desdibujar el rol de las comisiones. Por lo pronto, el sistema interno del cuerpo deliberativo parece darle la razón: el expediente figura como “rechazado” y devuelto a la primera comisión: la de Políticas de Género.

De todas formas, con el argumento de que “los vecinos no aguantan más” las situaciones que se producen en las puertas de sus casas, miembros del oficialismo ratificaron la intención de considerar los proyectos en el recinto, mientras que el kirchnerismo insiste en que un tratamiento en estas condiciones “es un escándalo”.

No hay que perder de vista el contexto en que se producen las discrepancias. Cuando Fernanda Raverta había decidido quitarle argumentos al discurso de Montenegro de que el Frente de Todos pone palos en la rueda, y en momentos en que el intendente apuesta por nuevos aliados para que no sea Gustavo Pulti el dueño del llavero que abra todas las cerraduras.

La definición abrupta de las fotomultas y la maniobra oficialista por la Zona Roja obligaron al Frente de Todos a hacer equilibrio: tuvo que endurecer el discurso sin perder de vista aquella estrategia trazada por la titular de la Anses. En otro momento las expresiones públicas quizás hubieran sido más duras de lo que son.

 

El oficialismo y AM acordaron que los tres dictámenes de Zona Roja lleguen a la discusión en el recinto el jueves próximo. El Frente de Todos denunció una acción antirreglamentaria. 

 

El juego de las alianzas también está a la vista. Montenegro logró con Lauría un voto que le faltaba en el recinto para proyectos cruciales que no cuenten con la anuencia de Acción Marplatense. El ex basquetbolista no pudo terminar de demostrarlo con el convenio de fotomultas, pero parece dispuesto a hacerlo con el proyecto de Zona Roja. En su último discurso mencionó tres veces al presidente del bloque más afín a Montenegro, Agustín Neme, dijo que los vecinos no pueden esperar más y deslizó la necesidad de “darle al Ejecutivo la herramienta que plantea” (las multas y los arrestos) y establecer una ordenanza “integral” desde el Concejo.

También lanzó municiones en su silencioso combate con AM: “Las mesas son importantes, pero no hacen más que estirar un problema de hace más de 20 años”. Un mensaje directo a la propuesta de Taccone de convocar a fiscales, jefes policiales, jueces de faltas, ministros y otros funcionarios para debatir la problemática antes de tomar una decisión sobre la Zona Roja.

En ese marco asomó la versión de que busca quebrar el bloque con Alejandro Carrancio (Crear Juntos) para solicitarle su lugar en la Comisión de Hacienda, lo que le sacaría a Acción Marplatense el rol de árbitro en otro ámbito clave del Concejo. Por ahora solo elevó un pedido para que el bloque deje de llamarse Crear Juntos y se denomine Creciendo Juntos, como su agrupación política (Crear es la de Carrancio).

El interbloque oficialista también tuvo una semana particular. Después de las diferencias del gobierno con el radicalismo por las fotomultas hubo una notoria intención de mostrar la casa en orden. El anuncio de la presentación del proyecto de “ficha limpia” a través de un comunicado conjunto con frases de Neme (PRO), Marina Sánchez Herrero (UCR) y Angélica González (Coalición Cívica) sirvió para escenificar cohesión.

Otras fotografías mejor descartarlas en el álbum de la unidad. El secretario de Cultura, Carlos Balmaceda, tuvo que defenderse solo de los vehementes cuestionamientos opositores en la Comisión de Educación, donde expuso sobre la cobertura de cargos en la Orquesta Sinfónica y los informes solicitados por los concejales que no tienen respuesta. Mariana Cuesta, Vito Amalfitano, Paula Mantero y Verónica Lagos lo pusieron contra las cuerdas. La última disparó que se trataba de una de las peores gestiones en Cultura.

Solo Mercedes Morro atinó a defenderlo. A su manera: “Breve como siempre: seguramente hubo algún error en el tema de la Orquesta; ahí falta algo de parte tuya, Carlos, pero no creo que sea la peor gestión”.

Antes de despedirse, el propio secretario advirtió el desbalance de voces. “Agradezco la posibilidad de dialogar, de confrontar ideas. Los que piensan igual que yo ya sé cómo piensan, entonces no me genera mucho interés escucharlos. Me interesa escuchar, aun en la confrontación, que digan que es lo peor que han visto. Me duele el concepto. Pero estamos en momentos en que ciertas expresiones buscan más generar una tensión que un acuerdo”.

Un mejor momento encontró el oficialismo para encastrar su prédica con la realidad en la Comisión de Hacienda. Allí se aprobó por unanimidad el reclamo de los recursos del Fondo de Infraestructura Municipal (FIM), que debe enviar el gobierno provincial. Debía asignarse un anticipo del 30% antes del 31 de marzo. Pese a que el gobernador ya lo anunció, los fondos no llegaron. El silencio y el voto favorable del kirchnerismo al planteo oficial certifican la demora.

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