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Opinión 31 de agosto de 2018

Las verduras y frutas comercializadas en Mar del Plata están entre las más inocuas del país

por Enrique Adlercreutz*

Permanentemente se pueden ver en algunos medios masivos de comunicación, noticias que ponen en duda la inocuidad de las frutas y hortalizas que consumimos y la peligrosidad de las aplicaciones de agroquímicos para los vecinos. Esta discusión se da en el marco de las producciones agropecuarias en general y de las periurbanas en particular, generando distintas opiniones que van más allá de planteos técnico-agronómicos, incluyendo posturas sociopolíticas hasta convertirse en verdaderos dogmas (dogma: afirmación de una doctrina que se proclama como innegable, que no se pone en discusión).

Estas visiones dogmáticas dividen a la opinión pública ¿Cuál es el camino para evitar dicha división? ¿Para arrojar luz ante un tema que incluye la salud humana, el medio ambiente y la producción? El camino es despojarse del pensar dogmático e ir en la búsqueda de la verdad objetiva, para lo cual es necesario aportar datos de fuentes con aval institucional, concretos, con rigor científico y consultando a quienes realmente tienen conocimientos fundados y con años de desarrollo sobre el tema, entre los que se encuentran, biólogos, científicos de diversas ramas y principalmente Ingenieros Agrónomos ya que son quienes tienen los conocimientos abarcativos específicos sumado a la práctica del desarrollo concreto de la profesión en el terreno.

Llamemos a las cosas por su nombre

Los agroquímicos o fitosanitarios son herramientas utilizadas en la producción de alimentos de origen vegetal para controlar plagas, enfermedades y malezas que, en caso de no ser controladas, dañarían el cultivo o el alimento producido, provocando pérdidas significativas y menor producción de alimentos.

La utilización del término agrotóxico reafirma el mencionado pensar dogmático ya que, como dice Hernán Trebino (Ingeniero Agrónomo y Doctor en Ciencias Agropecuarias de INTA), implica una posición valorativa negativa que presupone un uso inadecuado o inapropiado de una alternativa tecnológica que bien empleada no debería constituirse en riesgo para la salud humana o ambiental. Llevándolo a un ejemplo cercano: en Argentina mueren 21 personas por día por accidentes de tránsito, pero no por eso llamamos autoasesinos a los automóviles y ni se nos ocurre prohibir la circulación de todos los autos del país; lo correcto es llamarlos automóviles pero conducirlos con precaución, respetando las normas de tránsito. Lo mismo ocurre con los agroquímicos: debemos usarlos con precaución, respectando las normas de su correcta utilización, evitando daños en la salud de los aplicadores, perjuicios por derivas y residuos en los alimentos producidos.

Respecto a este último punto: ¿Podemos afirmar a ciencia cierta que las frutas y hortalizas que consumimos poseen residuos tóxicos perjudiciales para la salud? En el 2017 salió a la difusión un informe sobre la presencia de residuos de agroquímicos en frutas y hortalizas en base a los análisis realizados a nivel país por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA); la redacción tergiversada de dicho informe por algunos medios de comunicación provocó que dicho organismo tuviera que salir a dar explicaciones aclaratorias, dejando claro que en general las frutas y hortalizas que se comercializan en la Argentina no representan un riesgo para la salud del consumidor. Ante noticias alarmistas y que se ajustan a la realidad, cabe aclarar la única verdad objetiva para clarificar si una alimento frutihortícola puede ser perjudicial para la salud por poseer residuos químico-bacteriológicos es su análisis.

Para ello el SENASA determina, después de ensayos regulados y evaluaciones exhaustivas, la cantidad máxima que se puede tolerar de un producto fitosanitario en los alimentos para que no causen ningún daño a la salud: ésta se regula por norma y se conoce como Límite Máximo de Residuo (LMR) que es la cantidad máxima de residuo permitida en un alimento y que se establece para cada combinación alimento/producto fitosanitario dentro de márgenes seguros para la salud humana siendo los LMR definidos con un amplio margen de seguridad que evita el riesgo para el consumidor. Esto quiere decir que una persona puede consumir un alimento durante toda su vida con un nivel de residuos igual o menor a los LMR establecidos y no le producirá ningún daño a la salud.

Muestreos permanentes

En el camino propuesto de brindar datos científicos y objetivos es fundamental informar que en el Partido de Gral. Pueyrredón se realizan más muestreos de agroquímicos y contaminantes microbiológicos en productos frutihortícolas frescos que en cualquier otro punto del país. Desde el año 2013 el departamento de Bromatología de General Pueyrredón ha analizado más de 1500 muestras de quintas, mercados concentradores y verdulerías. Los resultados acumulados demuestran que el 90% de las frutas y hortalizas analizadas son aptas para consumo: dentro de ese 90% apto, la gran mayoría (el 94%) no tenían ningún residuo químico-bacteriológicos y el 6% restante poseía residuos pero en valores inferiores al LMR permitido. El 10% considerado no apto para consumo se compone de la siguiente manera: una pequeña parte (6%) poseían residuos en una concentración (LMR) más alta de la permitida para su consumo mientras que en el 96% restante de los no aptos tenían lo que se llama desvío de uso: el producto detectado no está registrado para esa fruta u hortaliza independientemente de que por su concentración (LMR) sea adecuada o no para el consumo.

Esto ocurre principalmente en aquellas hortalizas que no se cultivan en grandes superficies como lo son: apio, perejil, hinojo, achicoria, etc. ya que a las empresas de agroquímicos no les es rentable hacer los numerosísimos estudios de control, medioambientales, etc. que SENASA les exige para registrar los productos, en cultivos en los que luego se usarán pocas cantidades por su escasa superficie cultivada. Resumiendo: el 90% de lo que consumimos es apto y del 10 % restante también hay una gran parte que considerado bajo cierto aspecto sería apta para consumo humano. Los mencionados muestreos realizados por los técnicos de Bromatología local se analizan en tiempo real (resultado en pocas horas), permitiendo evitar que aquella mercadería no apta para el consumo humano llegue a la mesa de los consumidores. Dicha mercadería es decomisada, se labran las actuaciones legales correspondientes, se muestrea en la quinta de donde provino la fruta/hortaliza no apta y si este nuevo muestreo da no apto se destruye el lote y el productor deberá paga una multa y próximamente estamos implementando (oficinas locales de: INTA, SENASA y BROMATOLOGÍA) una capacitación que deberán hacer dichos productores para capacitarse en todo lo concerniente al manejo productivo-fitosanitario del cultivo.

El planteo que circunscribe a los agroquímicos utilizados por los productores en sus cultivos como los únicos responsables de potenciales contaminaciones de frutas y hortalizas, desconoce o no incluye las contaminaciones bacteriológicas y microbiológicas que son potencialmente muy perjudiciales y ocurren principalmente durante el procesado, es decir, no necesariamente en la producción a campo. En un estudio realizado al respecto en Río Cuarto sobre alimentos vegetales mínimamente procesados (ensaladas listas para consumo, etc.) se hallaron valores contaminación bacteriana superiores a los permitidos por el Código Alimentario Argentino.

Otro aspecto que se desconoce u omite es el de los aportes a la salud humana que implica que la población pueda contar con alimentos frescos y variados en cantidad y todo el año, y que ellos estén libres de enfermedades naturales causadas por hongos, bacterias, etc. que han afectado la salud humana en forma directa; esta provisión y sanidad de frutas y hortalizas se han logrado en parte con el uso de agroquímicos, lo que no implica que se haga de ellos un uso indiscriminado ni prioritario a la hora de proteger los cultivos. INTA viene insistiendo desde hace años con una producción económicamente viable pero sustentable: respetando el medioambiente, los trabajadores, los consumidores, etc.

Camino por recorrer

Queda claro que en nuestra ciudad las frutas y hortalizas que consumimos son inocuas en un grado más que satisfactorio, pero ello no implica que se deban seguir mejorando varios aspectos para lograr el 100% de inocuidad en la producción frutihortícola. Para tal fin es que se debe seguir trabajando en medidas y acciones como:
Que todos los productores sigan las Buenas Prácticas Agropecuarias, ya que es un marco que permite lograr un alimento seguro e inocuo, y cuidar tanto al consumidor, como al trabajador y el medio ambiente.
Insistiendo en la adopción de formas de producción más sustentables con el medio ambiente como la Producción Integrada, la Producción Agroecológica y la Producción Orgánica. Con respecto a la Producción Integrada: desde el año 2003 que INTA-Mar del Plata viene desarrollando ensayos y seguimientos a establecimientos comprobando fehacientemente que se puede bajar en más del 70% el uso de fitosanitarios, reduciendo el índice de impacto ambiental pero manteniendo parámetros productivos y económicos.
Seguir generando capacitaciones para productores y técnicos en aspectos como el uso adecuado de agroquímicos, en especial en lo que hace al respeto de tiempos de carencia y a su correcto manipuleo y aplicación; citando a modo de ejemplo los dos cursos/charlas técnicas. llevados a cabo el presente año por la Agencia local de INTA en conjunto con la Sociedad Rural Mar del Plata y la Asociación de Productores Frutihortícolas de Gral. Pueyrredón.

El control en todo el país y en tiempo real de agroquímicos y contaminantes microbiológicos en productos frutihortícolas frescos, como los que realizan con profesionalismo y dedicación los técnicos de Bromatología de General Pueyrredón.

La aprobación de nuevos registros para cultivos con poca superficie implantada (usos menores) por parte de SENASA (Este organismo días atrás realizó una encuesta nacional al respecto).
Legislaciones recientemente aprobadas como la obligatoriedad de las Buenas Prácticas Agrícolas, el manejo de envases vacíos de fitosanitarios, etc. por parte del gobierno impulsan la adopción y generan el marco adecuado para la implementación de sistemas productivos más amigables con el medio ambiente, el consumidor y los vecinos.
Con nuevas tecnologías y conocimientos disponibles, se pueden establecer nuevos estudios de impacto ambiental como así también la actualización en la metodología de determinación de Límites Máximos y de la degradación de los agroquímicos en las frutas y hortalizas.

* Titular Agencia INTA Mar del Plata.



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